Nada más lejos de mis intenciones y capacidades, y del objeto que tratamos ahora, hacer una disquisición sesuda del músico excepcional que fue Brahms. Sólo trataré de explicar, brevemente, mi relación con el compositor, una breve semblanza biográfica y exponer el lado más lúdico Brahms como presentación a la obra de la semana. Espero, además, las impresiones, puntualizaciones y correcciones acerca de Brahms de los foreros que puedan leer esta presentación.
Mi historia de amor con Brahms empezó como un flechazo repentino, que fue consolidándose como una relación duradera, sin demasiados sobresaltos y no exenta de mucha pasión. Mis primeros escarceos se debieron a sendos cedés con la Cuarta Sinfonía (Bernstein) y los dos sextetos (los clásicos de Emi con Menuhin). La epifanía que supuso la Cuarta fue distinta al más íntimo, sosegado acercamiento que supuso la música de cámara de Brahms, hoy quizá la faceta que más admiro del compositor.
En todo caso, desde el primer momento, me llamó la atención en la sinfonía el Allegro giocoso, único Scherzo en la producción sinfónica del hamburgués y en el que se permitía la licencia de introducir el triángulo en la orquestación. En un contexto ora apasionado, tierno y melancólico o monumental y formal, este allegro supone una distensión, tal vez necesaria, en una composición tan intensa emocionalmente.
En mi ingenuidad, presenté el descubrimiento a otras personas que, como yo, se iniciaban en esta afición/adicción a la música clásica y me encontré, en la mayoría de los casos con una cierta indiferencia, cuando no oposición a la música de Brahms, considerando básicamente esta música como demasiado densa, seria, cuando no aburrida. Quizá la huida de Brahms de la “frivolidad” y la “facilidad”, su autoexigencia puedan provocar este efecto. No en vano el compositor escribió en una ocasión:
Keine Oper, keine Heirat mehr… Más como un rechazo a todo lo que rodeaba al mundo de la ópera que al género en sí (del matrimonio mejor no hablamos). De ahí mi idea de presentar el lado más amable y lúdico de Brahms con algunas de sus composiciones.
Brahms nació en Hamburgo en 1833. Fue hijo de un trompista y contrabajista. Dio su primer concierto a los 10 años. Pronto tuvo que tocar el piano en tabernas para ganarse unas pelas, lo que, como veremos, tendrá una gran influencia en sus composiciones. En 1853, con motivo de una gira con el violinista húngaro (ojo) Reményi, conoció a Liszt en Weimar y a los Schumann en Düsseldorf, otro hito en su formación humana y musical. El joven Brahms maravillaba a todos los músicos con los que se encontraba, convirtiéndose en la joven esperanza de la música alemana. Tras desempeñar el papel de director del coro de Detmold duarnte tres temporadas, en 1862 se traslada a Viena, donde continúa una carrera intermitente como solista y director de la Wiener Singakademie y de la Gesellschaft der Musikfreunde. Brahms compone, siempre con la inseguridad de medirse a los clásicos, durante todo este período. ES “acogido” por el crítico Hanslick, que le defiende de los ataques de los críticos progresistas (léase seguidores de Wagner o Listz). Brahms defenderá una concepción de la música clásica, íntima e independiente de las otras artes.
El primer éxito importante fue el del Réquiem alemán. Este triunfo le animó a finalizar la Primera Sinfonía, completando las tres restantes en los ocho años siguientes. A los cincuenta y siete años decide abandonar la composición, pero algunos años antes de su muerte concluye algunas obras excepcionales.
En 1896 muere Clara Schumann, con la que mantuvo a lo largo de toda su vida una relación apasionada, en la que el amor, la amistad y la admiración se mezclan continuamente. A pesar de que estaban distanciados desde hacía tiempo, esto supuso un duro golpe para el compositor.
Brahms muere un año después en Viena, admirado como uno de los grandes compositores de su tiempo pero considerado como un epígono, grandioso y conservador, de una época pasada.
Escucharemos el vigoroso
Rondo alla Zingaresse del
Cuarteto con Piano Op. 25, que servirá de puente para el próximo post, en el que expondré las influencias en la música de Brahms y la revisión que realizó la posteridad de la aportación a la música del hamburgués.
Aquí un retrato de un imberbe Brahms en 1862, año del estreno del Cuarteto:
Rondo alla Zingaresse