Le ruego que me perdone, Despinetta, pero ya que estoy leyendo un folletín iré publicando estos breves apuntes también por entregas. Me impone bastante escribir sobre poesía - género en el que soy bastante zote - así que pospongo por la cara la publicación de mis impresiones sobre Campos de Castilla para otra entrega
Il gattopardoEl haber emprendido esta lectura contaminada por el visionado de la opulenta película de Visconti no puso obstáculo alguno a su disfrute. Cierto es que Angelica era en mi mente Cardinale, Tancredi era Délon y el Príncipe Fabrizio era Lancaster, pero los actores están tan bien elegidos que no importa. La novela es aún más pesimista que el film, no solo por los dos capítulos que siguen al gran baile plagados de enfermedad y decrepitud sino también por la mezquindad y bajezas de los personajes que en la película permanecen en gran parte velados. Los últimos párrafos son demoledores. Aquí los personajes ganan una dimensión de la que carecen en la película porque podemos conocer sus motivaciones y sus pensamientos íntimos, lo cual les hace más antipáticos pero también más interesantes y humanos.
A SibilaBessa-Luís es una de las figuras más importantes de la novela portuguesa del siglo pasado. Que escribe bien, es innegable; ahora bien, es una escritora de las que ejercen su oficio con «diccionario en mano», como decía Borges. La riqueza y rareza de su vocabulario es apabullante y me dificultó no poco la lectura de esta novela. Se trata de la historia de tres generaciones de mujeres de una familia de pequeños propietarios rurales del interior norte portugués en el siglo XIX. La narrativa no sigue un orden cronológico, es más bien circular y va progresivamente ahondando en las anécdotas que se mencionan al principio de pasada. El estilo es de una frialdad reptiliana y narra episodios de violencia y brutalidad con un desapego algo desasosegante, mientras que el vocabulario peca, como dije, de un excesivo rebuscamiento. No creo que me atreva con otros libros de esta autora.
FiestaEste libro me frustró. La trama y los personajes tenían potencial, pero me pareció estar leyendo un guión de cine en vez de una novela. Empieza con un escueto retrato de un personaje que luego resulta ser secundario, sin darnos la historia de los dos protagonistas. El 90% de los diálogos se pueden resumir de la siguiente forma:
« - Fulano, pareces [cansado/alicaído/fastidiado], tómate una copa.
- Venga, Mengano, te acompaño pero échate otra tú también.
- Bueno Fulano, tras estas tres botellas de ginebra vaya la cogorza que nos hemos cogido».
Intuyes con esfuerzo que el protagonista masculino se quedó impotente por una lesión de combate en la I Guerra Mundial y que Lady Brett Ashley, la mujer de quien está enamorado fue maltratada por su marido. ¿Por qué no nos da a conocer más el pasado de estos personajes para que podamos entender su relación y su comportamiento, a veces tan errático? Sí, conozco la teoría del iceberg y de la economía del lenguaje, sé que se trata de no describir ni el pensamiento, ni los sentimientos, ni las motivaciones ni los anhelos ni nada de la vida interior de los personajes para que el lector lo interprete por sí mismo, pero sinceramente no es para mí. Creo que no es una escritura generosa con el lector. Con todo, no desisto todavía de Hemingway.
As memórias póstumas de Brás Cubas
Un señorito carioca del siglo XIX te cuenta cómo fue su vida desde ultratumba. Conocemos su infancia cuidado por esclavos y haciéndoles perrerías, su pasión de juventud por una cortesana española que le despluma, sus estudios universitarios en Coimbra, sus tejemanejes políticos y su affaire extramarital con Virgília, tema central de la novela. Narración no lineal, apartada del realismo de las novelas de sus contemporáneos europeos e inspirada por el Tristram Shandy. Por el tono me recordó un poco al Cándido, otro libro que me ha arrancado carcajadas. Socarrona, irónica, inteligente y entretenidísima.