Supermaño escribió:
A mí me pasa lo mismo. Me gustaría tener la actitud de Trovatore, pero creo que solo he sido capaz de dejar dos o tres libros sin terminar en toda mi vida lectora. Incluso terminé ese bodrio de Julia Navarro (Dime quién soy, creo que se titulaba).
Me ha picado la curiosidad y he ojeado unas páginas en internet, para ver lo que lee la gente por esas calles de dios.
El portero le dice al narrador, que quiere visitar la casa en la que vivieron unos familiares:
"...- espere aquí- me ordenó, y por su tono de voz deduje que no quería que entrara en el portal."
Por su tono de voz quiere decir por el tono de voz, porque ¿de quién va a ser el tono de la voz? No de un sereno que pasaba por allí. Pero admito que esto es cosa menuda.
Ahora, que el protagonista deduzca que el portero no quiere dejarle entrar por el tono de voz y no porque el buen hombre le acaba de decir que "espere aquí", me hace pensar si es que la autora pretende hacernos dudar de la calidad de las dotes intelectuales del narrador, o de su dominio del español.
En todo caso, no entiendo cómo, habiendo miles upon miles de libros estupendos para leer, la gente se traga cosas tales que leer eso y no leer nada viene a ser lo mismo. Y entre leer eso y dar un paseo por el parque del Oeste y ver los árboles y los perros trotando no hay color. Dé usted un paseo (por cierto, no es reproche a Supermaño; lo entiendo: yo también he leído gansadas que luego es que me daría de bofetadas por perder el tiempo, que en este universo no hay garantía de devolución, si no fuera porque mi cutis es tan delicado).
Digo yo que tampoco es obligatorio leer por leer.
Y, a la autora, salvo que cobre por el gramaje, ¿qué le cuesta escribir 500 páginas (que ya son demasiadas casi siempre) en vez de 1000, y pulir la cosilla con un poco de detenimiento?