Las barrocas, coincido. Los libretos suelen armar tal rollo entre personajes mitológicos, romanos históricos, griegos de toda clase, escitas, qué sé yo, que está claro que no les interesaba demasiado dónde y cómo se ubicaran.
La ópera buffa, en general. Aunque a veces tiene referencias concretas (barbiere, por ejemplo), el género exige despropósitos deliberados, así que -a mi juicio- el regie está autorizado a usar los anacronismos que le dé la gana.
Por ejemplo, ni a principios del XIX ni nunca se dio el caso de que un batallón completo del ejército (o lo que sea, los colectivos militares no son mi fuerte) entre a una casa privada porque están gritando demasiado ... el despropósito está servido. Aquí hubo hace tres años una puesta muy divertida en la que entraba un cuerpo de bomberos.
Por otra parte, vamos a discutir un poco
La Traviata es una de las óperas que
menos autoriza cambios de época, sencillamente porque el libreto no se sostiene hoy en día. La puesta de Carsen a mi juicio era espantosa: ¿a quién se le ocurre que un suegro de hoy en día se preocupe porque su niño convive con una supermodelo? ¿y que se sienta responsable de casar a su hijita? ¿y que la sociedad mire mal esta unión de hecho, al punto de que no puede casar a su nena con un buen partido? Suponiendo que tal suegro existiera (un psicótico, sin duda), ¿la modelo le haría algún caso si intenta convencerla de que es una perdida y debe dejar a su hijo?
Y ese Alfredo acosador sacando fotos todo el día, y ese retrato gigante que despliega en el último acto, y esa jovencita virgen que Violetta recomienda a Alfredo como próxima pareja ... ¿Todo esto en pleno siglo XX? No leyó el libreto este hombre ...
Baci,
Maddalena