Esto va dedicado a un amigo, Barroco
, a ver si ayudais a que le guste esta ópera.
Dos décadas después de Madama Butterfly, Puccini volvía al Extremo Oriente- en esta ocasión, China- para desarrollar la que fue su obra póstuma, Turandot. Una ópera que gozó de una gran aceptación desde su peculiar estreno en 1926, dos años después de la muerte del compositor en Bruselas. La evolución de las anteriores obras de Puccini culminó en una ópera de tal belleza como lo atestiguan esos fragmentos que han sobrepasado la línea de la ópera para llegar al gran público: "Nessun dorma", "In questa reggia" o "Signore, ascolta"...
Empezamos por el resumen, acto por acto, destacando las partes musicales más características:
ACTO I
-Muros de la ciudad Imperial de Pekín-
La ópera empieza con el edicto que nos desvela la trama de la ópera ("Popolo de Pekino"... Pueblo de Pekín) donde se establece que la princesa se casará con aquel príncipe que sea capaz de desvelar los tres enigmas que ella propondrá; en caso contrario, morirá. Una vez dicho esto, el mandarín informa que el último pretendiente, el Príncipe de Persia, morirá con la salida de la luna. El pueblo acude con insospechada alegría al palacio ("Muoia, sì, muoia"). Entre toda la gente reunida se ve a un ciego acompañado de una guía; dicho ciego cae y, ante los gritos de auxilio de ella para que la ayuden a levantarlo, aparece alguien que lo reconoce como su padre ("O padre, sì, ti ritrovo"). El ciego, antiguo rey exiliado llamado Timur, le comenta que, tras perder la batalla, ella fue su guía y mendigaba por él; ante tal gesto noble, el príncipe preguntó a la esclava el porqué de esos actos a lo que ella responde que todo se debe "a que un día me sonrío en el palacio". En ese momento, el pueblo asistente clama fervientemente "sangre" ("Gira la cote") y pide que surja la luna ("Perchè tarda la luna?") en un tono más coral donde los tenores se van intercalando con sopranos, bajos...hasta que aparece el verdugo Pu-Tin- Pao. Sin embargo, la reacción del pueblo muta con la visión del príncipe de Persia y pide piedad para el joven (O giovanotto!Grazia,grazia...O jovencito, gracia, gracia). A ellos se une el príncipe desconocido (a partir de ahora llamaré así al hijo del rey ciego Timur) a la hora de pedir piedad para el condenado pero la aparición de Turandot cambia las maldiciones del príncipe ("ch'io ti veda e ch'io ti maledica") por unas exclamaciones de alguien completamente enamorado (O divina bellezza! O meraviglia!).Tanto su padre como la esclava tratan de quitarle la idea de optar por ella. Ni siquiera el grito del condenado llamando a Turandot en la hora de su muerte convence al príncipe desconocido para abandonar. Cuando está dispuesto a golpear el gong las tres veces le cortan el paso los tres ministros del Emperador (Fermo! Che fai?T'arresta!..., Alto, ¿qué haces? párate). Los tres ministros-Ping, Pang y Pong- tratan de convencerlo de que no vale la pena arriesgar la vida por Turandot cuando, al fin y al cabo, es una "mujer con una cara, dos brazos y dos piernas como el resto". Como una especie de tregua ante semejante repertorio de "motivos" para evitar que el príncipe desconocido siga con la idea de Turandot aparecen las sirvientas de Turandot pidiendo silencio (Silenzio,olà) así como las sombras de los condenados por el amor de la princesa de hielo en las que se nota el tono más pausado. Liù se une, a petición de Timur, para pedirle al príncipe que reconsidere su idea (Signore, ascolta!) en un aria que se apodera del oyente tanto por el dramatismo como por la belleza musical. El príncipe desconocido le responde (Non piangere,Liù) en el que le pide a ella que no abandone a su padre mientras ella no puede evitar que él esté magnetizado por la fuerza de Turandot (Nessuno più ascolto!...no escucho a nadie). El brillante final (ah,per l'ultima volta!) acaba, pues, con el célebre "Turandot!" exclamado por el príncipe hasta tres veces y golpeando el gong que le convierte en el candidato al amor de la princesa ante el pueblo aglomerado.
ACTO II
Cuadro I
-Pabellón cercano al palacio del Emperador-
Quizás es el acto en el que se note más esa musicalidad oriental, bien en la conversación entre los tres ministros del emperador, bien en esa escena impresionante del palacio del emperador en lo que es el segundo cuadro. Cómo decíamos, la conversación de Ping, Pang y Pong (Olà Pang, olà Pong!) consigue aligerar la tensión del final del primer acto con un tono melódico bien diferenciado según el momento. Así, vemos una parte de diálogo ágil (O China, o China) en el que van recordando el destino terrible de China desde que nació Turandot, los diferentes pretendientes "peculiares"( O Mondo!) y, entre ambas escenas, la evocadora "Ho una casa nell'Honan" en un sublime trío en el que los ministros van recordando sus respectivas zonas de descanso y sus deseos de volver... si no fuera porque debían mantenerse en Pekín por la princesa. La culminación del primer cuadro llega de la mano de ese "Addio,amore, addio,razza!" en el que los tres ministros cantan al unísono imaginando un feliz desenlace, cómo prepararían los esponsales y deseando que el amor devuelva la paz a la China (Gloria,gloria al bel corpo discinto"... Gloria al bello cuerpo desnudo).Desde el Palacio Verde les llaman para que se presenten para el "enésimo suplicio" con lo que sirve de nexo para dar lugar al segundo cuadro
Cuadro II
-Palacio del Emperador-
Llegan los tres ministros al palacio donde les recibe el público expectante por la resolución de los enigmas ("Gravi,enormi ed imponenti"...graves, enormes e imponentes). El Emperador, aclamado por el pueblo, trata de convencer al príncipe desconocido para que renuncie a seguir con esa locura "que ensucia de sangre su cetro" y por el que no quiere "cargar con el peso de su joven vida". El mandarín, como algo rutinario, repite la cantinela del principio de la obra, recordando que aquel que no supere los enigmas deberá poner su cabeza debajo del hacha.
Turandot, que no ha aparecido en toda la ópera salvo para sentenciar con un gesto al príncipe de Persia al principio del acto I, tiene su primera intervención con un aria que revela su carácter duro y frío ("In questa Reggia"... En este palacio) donde revive el dramático fin de la princesa Lou-Ling, violada por un extranjero, y que, ahora, Turandot quiere vengar. En un aria imponente, de gran fuerza dramática, la colaboración del coro es secundaria pero no le quita belleza sino que la complementa. El príncipe, que escucha como Turandot le pide que "no tiente la fortuna", insiste en su intención de resolver los tres enigmas; uno a uno, el príncipe los va resolviendo ante el aplauso del público presente ("Gloria,gloria, o vincitore"). Cuando se resuelve el tercer enigma surge la sorpresa: la princesa pide que "no se le entregue en los brazos del extranjero" como una "esclava, muerta de vergüenza"; todo esto es acompañado por la gran belleza de la melodía pucciniana en la que la voz de la soprano se une formando una gran armonía . El príncipe, que prefiere que la princesa no se muestre hostil, le sugiere que resuelva un enigma: si dice su nombre antes del alba ("Tre enigmi m'hai proposto"..."Dimmi il mio nome"...Tres enigmas me has propuesto...Dime mi nombre), él morirá. Ella acepta esta solución mientras que el Emperador, harto de tanta muerte, le desea suerte.
ACTO III
Cuadro 1
-Jardines del Palacio- Noche
Los heraldos anticipan el aria del príncipe cuando desvelan la orden de Turandot: "Nadie duerma en Pekín. Pena de muerte salvo que el nombre del príncipe desconocido sea revelado". El aria "Nessun Dorma", como anticipábamos en la introducción, es lo más emblemático de esta ópera. Su belleza es reconocida dentro y fuera del mundo de la ópera. No es extraño que les insista que aprovechen las actuales tecnologías (CD/DVD) y escuchen este aria, incluso antes de ponerse a ver/escuchar el resto, puesto que les dispondrá de forma positiva. Los tres ministros irrumpen (Tu, che sguardi!) con el objetivo de convencerlo de que abandone la idea de tener a Turandot presentándole mujeres bellas, dinero o imperios fabulosos pero el príncipe niega tales bienes ya que sigue queriendo a la princesa mientras que el pueblo, amenazado por ella, se muestra adverso; visto que no es el camino, le traen a su padre- recordemos que es el rey Timur que aparece en el acto I- y a la esclava Liù bajo amenaza de tortura para que el príncipe diga su nombre. Llega la princesa y Ping le cuenta la intención de empezar la tortura (Principessa!).Este momento es clave en la ópera puesto que Liù se convierte en la verdadera protagonista: declara que sabe el nombre pero niega revelar el secreto puesto que quiere "poseerlo ella sola"; se muestra fuerte ante la tortura y su aria "Tanto amore segreto, e inconfesato", en el que desvela todo el sacrificio dispuesto a realizar por ella, es un ejemplo de la gran serenidad de una persona dispuesta a morir por no decir el nombre del príncipe; eso sí, sin dejar de advertir que la princesa acabaría cediendo al amor del desconocido ("Tu , che di gel sei cinta"). La muerte de Liù, unida al presagio de Timur, cambia la actitud de los tres ministros y del pueblo que, hasta entonces, estaba ofuscado y que deviene compasivo ("Liù, sorgi!,sorgi!"). Cuando todos se han marchado, el príncipe recrimina el porte frío de la princesa, recordando la sangre derramada ("Principessa di gelo!"), y afirmando rotundamente que todo ese " tu hielo es mentira". Ella le confiesa sus sensaciones cuando le vio por primera vez ("Del primo pianto") y cómo había vencido él, no con la prueba, sino con "esa fiebre que me viene de ti"... pero pidiendo que no siga más con el intento de tenerla en sus brazos ("Vittoria più grande non voler"). Al final, el príncipe acaba resignado y decide revelarle el nombre: "Io son Kalaf,figlio di Timur" mientras suenan las trompetas desde el Palacio.
Cuadro 2
-Palacio-
Tras la aclamación del pueblo al Emperador llega el momento en el que Turandot debe desvelar el nombre del príncipe extranjero: "Il suo nome è ...Amor", dice ella. El pueblo se muestra exultante de que la princesa haya alcanzado el amor y lo celebra ("Amor! O sole!, vita!,eternità!") en un final bastante emotivo.
Princesa Turandot:
La temática de Turandot se aleja considerablemente de los trabajos anteriores de Puccini. No se trata de un drama realista comparable a otras de sus refinadas obras tan marcadas por el verismo. Más bién nos presenta un cuento cargado de símbolos a modo de las leyendas populares.
Quizá quisiera hacerle en el año 1920 la competencia a otra obra de gran valor simbólico y espectacularidad estrenada un año antes, la ópera monumental de Strauss “La mujer sin sombra”. Por otro lado, no hay que olvidar que ha habido más de diez obras sobre Turandot a lo largo de la historia. Además de Puccini compusieron también una Turandot Carl Maria von Weber (1809) y Ferruccio Busoni (1911, 1917). Es posible que Puccini incluso conociera esta última.
La comedia de Gozzi estaba inspirada en el espíritu de la ilustración y el racionalismo. Sin embargo, Friedich Schiller profundizó mucho más en estos aspectos al escribir su fábula (1802). Los sentimientos de la heroína no se dan por sentados desde el primer momento, sino que por el contrario se alteran, se van desarrollando en etapas, son el proceso de lucha interior entre la soberbia y el amor que va doblando sus exigencias de forma gradual pero segura. La naturaleza de amazona de Turandot y su resistencia al sexo masculino hay que explicarlas como protesta contra la situación de la mujer en la sociedad, los intereses familiares y la dependencia del honor masculino. La motivación de Turandot es la orgullosa defensa de su privilegio para escoger marido.
Puccini tuvo ocasión de familiarizarse con melodías chinas en varias ocasiones. En la partitura de Turandot se pueden identificar por lo menos 6 o 7 temas de auténtico origen chino. Por ehemplo, el himno imperial que Puccini escuchó por primera vez como melodía de una caja proveniente de dicho imperio y se convirtió en uno de los leitmotiv de la ópera. (do faaa ree sool fa re dooo, re faa ree doo sii sool doooooo re dooo).
El compositor evoca asimismo las armonías chinas recurriendo a las escalas pentatónicas y por medio de todo un arsenal de instrumentos de percusión exóticos, tales como gongs, tam-tams, xilófonos, platillos chinos, que se suman a los recursos de percusión tradicionales. En total se emplean 12 instrumentos de este tipo.
Puccini siempre denominaba en su correspondencia a los tres ministros chinos con el nombre de “maschere”, como si fueran descendientes directos de las máscaras de la commedia dell’arte. En sus primeros esbozos aparecían aún como unos marginados en el marco de la leyenda china, siguiendo quizás el ejemplo que había dado Richard Strauss en Ariadna en Naxos. Pero cambió pronto de idea y los convirtió en chinos auténticos sin perder, eso sí, algunos de los elementos heredados de la tradidición italiana. En cierta manera tienen rasgos de payasos y al moverse continuamente de tres en tres, como si fueran un grupo de marionetas...
Con inolvidables fragmentos como “Ho una casa nell’Honan”.
Igual que los 3 ministros forman un personaje en sí, el pueblo es otro personaje presente en casi todo momento, con partes importantísimas, imponentes y bellísimas como en “Gravi, enormi ed imponenti”.
Gravi, enormi ed imponenti
col mister
dei chiusi enigmi
già s'avanzano i sapienti,
col mister dei chiuse enigmi
già s'avanzano i sapienti.
Ecco Ping! Ecco Pong!
Ecco Pang!
Graves, enormes e imponentes,
con el misterio
de los recónditos enigmas,
avanzan los sabios,
con el misterio
de los recónditos enigmas
avanzan los sabios.
¡Ahí está Ping! ¡Ahí está Pong!
¡Ahí está Pang!
Calaf es el papel para tenor heroico de Puccini, tanto por la evolución vocal frecuente en registros agudos como por la intensidad requerida. Hay que transmitir un estado anímico de inflamada pasión y fuerza de voluntad constante que no se encuentra de forma tan intesa e irresistible en ningún otro personaje del compositor, razón por la cual en este papel han brillado siempre tenores de fama mundial. La segunda aria al comienzo del tercer acto “Nessun dorma” se ha concertido en una de las más conocidas de la historia de la ópera.
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Nessun dorma!
Nessun dorma!
Tu pure, o principessa,
nella tua fredda stanza
guardi le stelle che tremano
d'amore e di speranza!
Ma il mio mistero
è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no, sulla tua bocca lo dirò,
quando la luce splenderà!
Ed il mio bacio scoglierà
il silenzio che ti fa mia!
¿Quién cantará mi ópera? Se preguntaba Puccini en 1924 presintiendo que no viviría lo suficiente como para poder ver la primera representación: “Se necesita una mujer extraordinaria y un tenor de peso” afirmaba.
¿En qué consiste pues la dificultad del papel principal? En realidad, no es excesivamente largo, ya que Turandot no aparece hasta la mitad del acto II. El legendario do sobreagudo sólo hay que darlo 3 veces. La dificultad radica más bién en el frecuente cambio de teritura de la voz y en la intensidad que exige ser mantenida, todo lo cual, a su vez, requiere tal esfuerzo vocal que convierte al papel en apto solamente para el registro de soprano dramática.
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En los primeros esbozos, Liu no estaba condenada a morir, pero tras casi dos años de trabajo de composición, Puccini llegó a la conclusión que no había otro camino para ella si quería resguardar la cohesión tanto dramática como musical de la obra. En noviembre de 1922 le escribe a su libretista Adami: “Liu ha de sucumbir a su dolor. No encuentro otra vía para resaltar la importancia de su figura si no es que muera a causa de las torturas que se le imponen. ¿Por quéno? Esta muerte podría tener gran influencia sobre el cambio de actitud de la insensible princesa”.
Signore ascolta:
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=rcsdTIM_gVE[/youtube]
Signore, ascolta!
Ah, signore, ascolta!
Liù non regge più,
si spezza il cuor!
Ahimè, ahimè, quanto cammino
col tuo nome nell'anima,
col nome tuo sulle labbra!
Ma se il tuo destino,
domani sarà deciso,
noi morrem
sulla strada dell'esilio.
Ei perderà suo figlio...
io l'ombra d'un sorriso.
Liù non regge più!
Ah pietà!
¡Señor, escucha!
¡Ah! ¡Señor, escucha!
¡Liù ya no resiste,
se le parte el corazón!
¡Ay, ay de mí, cuánto camino
con tu nombre en el alma,
con tu nombre en los labios!
Pero si tu destino,
mañana se decide,
nosotros moriremos
camino del exilio.
Él perderá a su hijo...
yo, la sombra de una sonrisa.
¡Liù ya no resiste!
¡Ah, piedad!
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“Tu che de gel sei”, no se escucha muy bién la grabación pero lo canta de muerte, y es una voz ideal para el papel:
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La muerte de Liu:
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Seguramente a Puccini le resoltó muy difícil sacrificar a la última de sus dulces figuras femeninas. Liu una mujer amante, cariñosa y compasiva, es el reverso de la Turandot. Se ocupa humildemente del anciano y ciego rey de tártaros, Timur, y ama a Calaf hasta la muerte. Sin embargo, no puede luchar contra la fuerza del amor y finalmente perece en aras de éste.
Turandot y Liu no sólo personifican los contrastes antre los principios del poder y el amor o la venganza y la compasión, sino que además son rivales en su amor por el mismo hombre. Sin embargo, este aspecto se expresa solamente a través de la música. El texto y la música de Turandot están rodeados por una dimensión inconsciente que es unaccesible para el mundo exterior, si exceptuamos a Calaf. Cuando Turandot le exige a Liu la confesión del nombre de Calaf, de hecho, le está arrebatando su amor.
¿Dónde acaba la ópera?
En la primavera de 1924 Puccini dejó acabada la partitura hasta la muerte de Liu, punto neurálgico de la ópera en el que confluyen todas las contradicciones que no consiguió superar. La muerte de Liu no es la solución del conflicto que podría llevar a un final feliz ya que esta muerte, reafirma a Turandot en su papel de asesina calculadora. Pero en este momento de la trama, lo importante no son la consciencia y los sentimientos de Turandot, sino los sentimientos del principe Calaf. ¿Acaso esta muerte por amor no debería apagar sin remedio todas las pasiones y reconocer en el mundo un único lugar para el dolor? ¿Cómo es posible que vuelva a encenderse al instante el amor de Calaf por la cruel princesa? Puccini ya muy enfermo, se llevó en su viaje a la clínica de Bruselas este problema por resolver. No sabremos jamás, si hubiese sido capaz de encontrar una solución convincente, a pocos les gusta el final que le han dado a esta gran ópera incompleta.
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