Hoy hemos disfrutado en el Auditori Enric Granados, de Lleida, de una exquisita “Pequeña Misa Solemne de Rossini”. Programada dentro del ciclo coral Antoni Pujol, la obra del maestro italiano contó con el concurso del Coro de Cámara del Auditorio Enric Granados que, a mi juicio demostró no solo la calidad de sus integrantes sino la cohesión vocal que ha conseguido esta formación, patente en esta ocasión bajo la docta batuta de su director, Xavier Puig.
En el apartado solista destacar las actuaciones de Marta Almajano (soprano), Mireia Pintó (mezzosoprano), David Alegret (tenor) y Enric Martínez-Castignani (barítono). Los cuatro han trabajado sobradamente Oratorios y Lieds y colaborado con formaciones corales e instrumentales de cámara. Para mi gusto la soprano, con el “Crucifixus” y el barítono bordaron sus intervenciones, sin que el tenor y la “mezzo” desmerecieran para nada la calidad del cuarteto vocal. En el piano, un técnico y expresivo a la vez Vladislav Bronevetzky, y en el harmonio se sentó David Malet.
En definitiva, una exquisita velada que, si bien no contó con excesivo público en la platea del Auditori, el que hubo salió satisfecho del trabajo de los protagonistas y, sobre todo, de la calidez y lirismo de la misa rossiniana. Es curioso, acostumbrados a Misas que se impregnan de musicalidades barrocas y, quizá, algo pegajosas y duras de digerir; la pequeña misa solemne de Rossini parece escrita anteayer, con melodias actualísimas, que se acomodan con suma facilidad a los tímpanos que no tienen por qué ser muy “señoritos”, sólo receptivos y sensibles. De esos, el mundo está lleno, aunque ni ellos mismos lo sepan.
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