22 de mayo. Última función. La de los domingos a las seis, que es la que mejor me viene porque se termina prontito y puedo volver a los confines del universo sin prisas. Ah, la edad, ya me voy incorporando a los de la sesión de tarde. Aún con un público mayoritariamente "mayor" en el que ya me incluyo, voy notando una afluencia de gente más joven a las funciones de zarzuela, lo cual me alegra porque hace poquitos años eso no pasaba.
¿Qué es Don Gil de Alcalá? No creo que haya que ir buscando definición de género para esta obra, que si zarzuela, ópera de cámara, dramma giocoso in tre atti o lo que se nos ocurra, porque bebe del género operístico y del zarzuelero.
Si tuviera que poner un adjetivo global a esta representación sería el de "elegante". La música es refinada, bastante inspirada, con bellas líneas melódicas y una orquestación de cuerdas cuidadísima. Y todos los elementos artísticos cumplieron igualmente con esa elegancia: orquesta, coros, cantantes, ballet, puesta en escena... ¿Qué ocurre? Pues que se puede hacer monótona. A mí no me lo pareció porque en la parte más floja para mí, que fue la escénica, me abstraía con la música. Pero entiendo que haya quien se haya podido aburrir. Igual que me aburro yo con "El Gato Montés", por poner un ejemplo de otra obra del autor, pero eso ya son apreciaciones particulares.
Yo creo que la baza fundamental de esta función ha sido la orquesta, dirigida con mimo por Lucas Macías, que ha sabido mantener perfectamente ese ambiente dieciochesco tardío y se ha recreado en las melodías.
En el papel femenino principal estaba Sabina Puértolas tirando de tablas y recursos para hacer suyo un rol que por peso no le va bien a su vocalidad. Pero juega sus bazas, se recrea en los piani en agudo y acaba llevándoselo de calle. El momento Habanera, preciosamente cantado, fue memorable.
Celso Albelo comenzó muy forzado y tirante en su primera aria/romanza, marcándose un agudo final muy mónicanaranjo, como dijo un amigo mío. Sin embargo el teatro explosionó en aplausos, incitado por un pequeño sector que no sé si serían su clac. El caso es que hizo un bis de esa romanza. Y a partir de ahí cero problemas, el bis fue infinitamente mejor que la primera intervención y Albelo se relajó (para bien) y ya en toda la obra estuvo excelente. Así que para mí bis injustificado pero lo agradezco.
Manuel Esteve, sin tener vozarrón, defendió competentemente el papel de Don Diego, estuvo muy bien en la parte actoral y, sobre todo, da gusto oír su pronunciación. Muy bien.
Excelente Carlos Cosías de Chamaco, acentuando su cantinflesca caracterización pero sin pasarse de graciosillo. Y muy compenetrado con Carol García, bellísima voz y también muy acertada en lo actoral. Simón Orfila dio un recital de "tipismo" con su contundente voz y su intención. ¿Pasado de rosca? Un poco, pero lo bueno que tiene esta obra es que los personajes cómicos no llegan a fagocitar a los serios. Está muy equilibrada, y lo que podría cansar por humor desfasado tiene la duración justa. Así, David Sánchez (voz imponente) y Miguel Sola nos dieron un memorable dueto cómico en la escena de la confesión como el Magistral y el Gobernador.
En papeles ya menores María José Suárez (qué bien le viene que no tenga que hablar, lo siento pero como actriz me carga bastante) de Madre Abadesa, Pablo López de Virrey y un Maestro de Ceremonias que me hizo ilusión ver: Ricardo Muñiz, tenor protagonista de tantas zarzuelas de los 80 y primeros 90.
A destacar también el desempeño del coro, especialmente el femenino. En su justo punto.
La puesta en escena arropa todo con un único decorado que si bien te mete en ese ambiente elegante y de ensoñación romántica con sus luces y tonos dorados, también hace que se pueda hacer todo de tan plácido, aburrido. Siempre le reconozco su talento teatral a este director de escena. Aún así hay cositas "typical Sagi", pero el hombre se contiene. Ay esos candelabros marca de la casa que bajan casi hasta el suelo mientras un panel trasero se levanta dejando ver un bosquecillo, todo ello durante la habanera... momento cursilísimo. Pero pega. Preciosismo también en los figurines, casi todos en blancos y dorados, muy coherente todo y dando una sensación unitaria. Es decir, Sagi sabe lo que tiene entre manos y lo ofrece de una manera muy tradicional, sí, pero que funciona. Cuerpo de baile de cuatro parejas, muy cuidado también.
Globalmente es una función muy satisfactoria y que creo que funcionaría perfectamente en cualquier teatro fuera de España.
Y fin de mi minitemporada en la Zarzuela este año, porque entre el despiste del Opal al que no fui por equivocarme de fecha y que el Barberillo ya lo vi en la era prepandemia, a poco más he ido esta temporada. A ver qué nos presentan mañana.
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. operitas
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