Yo también opino que la revolución Duprez vino para quedarse y la prueba es que los tenores divos del repertorio belcantista -los de hace años y los de ahora-se encuadran encantados en la misma. Flórez no ha dado nunca un falsete. Camarena sí es más proclive al falsettone, pero de manera coyuntural, aunque sí es cierto que en sus agudos hay mayor intervención del registro de cabeza con el consiguiente blanqueo.
Tenemos claro testimonio de que a Rossini no le gustaban las notas a plena voz de Duprez, tampoco a Bellini, Hay que decir que Duprez estrenó numerosas obras, entre ellas, nada menos que Lucia di Lammermoor. Está claro que a un Donizetti cada vez más en busca de la verdad dramática no le espantaba. A Verdi no le gustaba ni Rubini ni los tenores di grazia, pero tampoco que se berreara, claro, por ello creó una vía intermedia, el tenor lírico. El canto alado, celeste, irreal y etéreo de Rubini no combinaba con esa verdad dramática a la que Verdi sacrificó los postulados del belcanto. Pero es que el propio Bellini abrió esa vía y su famosa sentencia "Il dramma per musica deve far piangere, inorridire, morire… cantando” lleva a un desbordamiento pasional, a unos acentos cada vez más vibrantes y un mayor realismo, en contraste con el barroco un mundo estilizado de fantasía, donde el realismo no tiene lugar. El tenor debe representar al héroe romántico juvenil con cada vez más dosis de dramatismo y acentos más impetuosos, pero ese canto idealizado, aún está presente (y la agilidad de filiación Rossiniana, aunque va perdiendo fuerza, aún está presente en el Gualtiero, por ejemplo) y es muy complicado conciliar lo uno con lo otro. Por ello esos papeles son tan complicados, teniendo en cuenta, además, la pérdida de las técnicas. Son muy interesantes algunos comentarios de la época del estreno de Guillaume Tell en la Opera de París. Leí uno, no recuerdo el autor, que afirmaba que el papel de Arnold era una contradicción en sí mismo y que si Rossini había querido desconcertar a todos. Por un lado, el papel ya es un primo tenore romántico con todas las barbas, requiere unos acentos heroicos, vehementes, debe enfrentarse a una orquesta importante, pero se lo atribuye a Nourrit... Yo creo que el propio Rossini era consciente de lo que se avecinaba y lo plasma, pero su esencia como genio no quería renunciar a lo de antes, a lo que había sido esencial en su carrera, ese canto estilizado, irreal, pleno de abstracción.
El registro de cabeza te lleva al agudo y al sobreagudo, pero el de pecho te da plenitud tímbrica, potencia, volumen. Una adecuada fusión de registros cimenta al tenor moderno.
Eso sí, nunca se sabe, dada la situación vocal actual, la propia de la edad de hojalata del canto, lo mismo sucede como prevé el Marqués. Igual que los contratenores se han apropiado de todo y cantan hasta Octavian, cualquiera sabe. Hoy día no hay una Horne, una Dupuy o una Valentini Terrani para cerrarles el paso en el barroco.
He escuchado a René Barbera en Il Paria, centrándome especialmente en la cabaletta "Fin dove sorgono". Un fragmento de esos "incantable". Con esa escritura me parece que no hay manera de cantarlo que no sea con uso de misto, falsettone, falsete más o menos reforzado... El timbre es bonito, no es un tenor especialmente elegante, pero frasea con cierto gusto. Hay notas que me recuerdan a Merritt, otras abiertas y algunas que a mi oído de hoy labrado en mi devoción por la ópera de más de 3 décadas no admite por demasiado blancas y propias de un evirado. Qué le voy a hacer! Además los cambios de color, la falta de homogeneidad, esas notas deben estar en consonancia con el resto de la emisión. En cualquier caso, meritoro Barbera en este papel de una obra que no se representa nunca, pero no creo que él vaya a poder encabezar una regresión preDuprez. Yo no cambio el fraseo la elegancia y la maestría de un Kraus, sus agudos restallantes, por lo que hace este señor.
Blake y Merritt son ejemplos mucho más adecuados de estilo y uso del misto, falsettone y derivados.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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