Finalmente he visto la serie de moda, Unorthodox. Gran historia, pese a que se desifnla para mi opinión tras un prometedor primer capítulo, para llegar a un cuarto con muchas luces pero con alguna sombra importante. Una de las historias más bellas e inspiradoras de los últimos tiempos, no me había dejado tan esperanzado una ficción como Boyhood cinco años atrás. La serie refleja, dentro de las limitaciones que da una miniserie y una ficción, el mundo opresivo, enquistado estéticamente en el periodo de entreguerras, de la comunidad Satmar en el conservador barrio judío de Williamsburg. Ese mundo de rabinos, matriarcas, chismes, normas y muertos a los que no deshonrar, que cortan las alas a cualquier joven que intente ser uno mismo. Y en medio de ese ambiente castrante la joven Esty no ve otra salida que huir de un marido engreído, una suegra que la presiona para tener hijos, en busca de una vida en libertad en el cosmopolita Berlín. Con el colorido, la diversidad de gentes y la vibrante ciudad alemana (un Berlín que no vi debido a que tuve pocos días y tuve que centarme exclusivamente en lo turístico), los multirraciales (otro punto flaco, todos ellos son modelos de belleza, es tan hermoso que es irreal) y liberalísmos amigos de la joven, además de su madre... un contraste fuerte con Williamsburg.
Grandes interpretaciones juveniles, de las que me quedo con casi todos, si bien la protagonista se lleva el gato al agua como esa joven frágil con una determinación que pocos llevan a la práctica. En menor medida su marido,interpretado por el bello Amit Rahav, cuya belleza me ha hechizado, con su cabellera rubia y ojos azules, algo que no sentía precisamente desde que en Boyhood vi a Ellar Coltrane. Claro que Mason y Yanky no pueden ser más distintos: uno transmite que realmente se va a comer el mundo y te irradia esperanza, mientras que el otro no se atreve a salir de su micromundo por miedo al castigo divino.
Una serie recomendable al cien por cien. Pronto me pondré con Shtisel, que también se ha puesto de moda.
Spoilercito: Uno concluye que para los judíos ultraortodoxos, Hitler es, como poco el hombre del saco o el coco.