No puedo resistir transcribir un fragmento de una curiosa obra: La literatura en verso (España), o Paisajes y retratos literarios de España de José Veliz Domingo, publicado en 1964. En el capítulo "Realismo y naturalismo", después del fragmento dedicado a Clarín, dice:
"Aunque nacido en Las Palmas, / en Madrid simpre vivió / este ilustre novelista, / fecundo y gran escritor. / Enemigo de tertulias / de café, observador / de la vida y del ambiente, / paciente trabajador. / El insuperable intérprete de la clase del montón, / clase media madrileña, / lo ha sido Pérez Galdós. / Artículos de costumbres / cual periodista escribió. / Que ha sido el Balzac de España / se ha dicho con gran razón. / Su estilo desaliñado / dice poco a su favor, / pero su mucha riqueza / y tipos que diseñó / en sus valiosas novelas / sirve de compensación. / En su obra lo progresista / busca su concentración / en el primer personaje, / atractivo y seductor. / Lo obscurantista y retrógrado, / en aquél que la mayor / cantidad de rasgos tiene / dignos de la repulsión. / Es un escritor realista, / al que no desagradó / el detalle minucioso que la técnica creó. / Pinta inmejorables cuadros / de aquel ambiente español / estrecho por lo eclesiástico / y cerrado de opinión. / Se preocupa en sus novelas / del problema-religión / en Gloria o Doña Perfecta, / a cual mejor de las dos. / La desheredada prueba / que lo social le inquietó; / Miau, Fortunata y Jacinta / cuadro de mucho valor / de la vida madrileña, / sobre que tanto escribió. / Un extraño y rico tipo / en Ángel Guerra plasmó, / pues siendo muy progresista / al misticismo se dio. / Alguna de sus novelas, / con su conmiseración / por los seres desgraciados / y existencia de dolor, / recuerdan las de Tolstoi / y, entre éstas, la mejor / lo será Misericordia; / de inimitable color / son esos cuadros del hamps / madrileña que pintó. / En todas estas novelas / hay directa relación / con el realismo reinante / en la hispánica nación. / No todo fue realismo / en la obra de Galdós, / ya que hizo también algunas / que son de imaginación, / como esos extraños cuentos / de Fantasías, que vio / y Marianela, novela / de grande idealización. / Se observan en estas obras / con exquisito primor, / los detalles de la vida / de la España que el vivió. / Episodios nacionales / complementan su visión. / En trama y en fondo histórico / hace la reconstrucción / de los hechos de su época y del vivir español. / De documentos históricos / tienen aspecto y valor, / a pesar de que interviene / mucho la imaginación. / La patria, la libertad, / grandes blancos de su amor, / predominan en sus páginas / con toda su exaltacion. / Son las más extraordinarias, por su propia condición / las que contienen la lucha / en contra de Napoleón. / Las otras series presentan / en calidad inferior / los más ricos personajes / de nuestra revolución. / Se ha dicho que en la novela / ha sido Pérez Galdós / lo que fue Lope de Vega / para el gran teatro español. / Poseyó el arte supremo / de una noble inspiración / para novelarlo todo / y hacernos su narración. / Tenía instinto dramático / además de lo anterior: el dominio de la escena / en recursos le faltó. / El fondo de estos sus dramas / es el mismo que inspiró / sus novelas idealistas: / la justicia y el amor. / Quizá los mejores de ellos / fueron mera adaptación / de novelas anteriores; su inventiva, la mejor: / Realidad, Doña Perfecta, / (La) de San Quintín, anterior; / Santa Juana de Castilla / y Electra, de religión. / "Llevar luz a la conciencia / del noble pueblo español; / darle la pauta y servirle / de guía y de orientador" / fue el propósito que tuvo / Benito Pérez Galdós / para producir su obra / de extraordinario valor. / Su sentimiento cordial / y su bondadoso humor / nos hace pensar a veces / (salva sea la mención) / en el autor del Quijote, / por su espirítu español.
Y sigue con Palacio Valdés. Es un "manual de literatura" curioso, todo él en esta métrica, a veces "garbancero" de verdad, pero con un punto de ingenuidad que le confiere una gracia particular.
A parte de esto, hará unos meses (dos o tres), leí Miau. Quizás no profundice en los personajes como Clarín, por ejemplo, o Pardo Bazán, pero su caracterización a partir de unas descripciones certeras, que los hace reales y te permite empatizar (o no) con ellos, el ritmo y la agilidad en la narración, los mismos giros argumentales, la hacen una lectura difícil de dejar: tienes ganas de seguir con ella para ver cómo continúa, y eso que apenas tiene intriga. Y no encuentro que sea mal estilista. Valera es fino, elegantísimo, cada palabra está medida, pero acaba siendo afectado y poco natural (poco "realista", en el fondo). Quizá de este realismo en la expresión de los personajes, como en los de Pardo Bazán, venga esa fama, propia de su época, de desaliñado, pero que ahora, justamente, lo hace más actual que, por ejemplo, Valera, Alarcón o Pereda. Pero sí que, a veces, parece que le "falta algo"... no sé, un personaje "redondo", acabado en su psicología, como pueda haber en Flaubert o, por poner "periféricos", Eça de Queirós o Federico De Roberto. Con estos, a menudo, tienes más la sensación de haber leído una gran, gran novela o haber encontrado un gran personaje; a Galdós, siendo un gran novelista, a menudo no le encuentro ese algo que no sé decir que es. O se lo encuentro menos veces que a estos otros. Pero también son gustos, claro.
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