Si se confirma, es una temporada muy interesante. Obviamente, dependerá de gustos, pero es bastante variada y con títulos no tan frecuentes. Quizás uno, ya veterano, está más interesado por ver títulos menos frecuentados o inéditos, aunque sea con repartos normalitos, siempre que lo saquen bien, que por grandes repartos en títulos habituales y muy vistos.
Así, un Oneguin, ópera bellísima que ya hace años que no se ve, siempre será bienvenido y, por mucho que Tatiana no sea la añorada Freni, quizás descubramos una buena cantante que lo haga satisfactoriamente.
Carmelites es un operón que ha de traer al teatro a cualquier aficionado que se precie, a menos que lo haya visto recientemente por algún otro lugar. Mitridate es de lo menos representado de Mozart y está bien. Hoffman se hizo no hace tanto pero no es tan frecuente y también promete: Osborn puede ser un gran protagonista.
Las Lessons de Benjamin, obligado también: no podemos dar la espalda a lo nuevo. Lástima que Platée sea en versión de concierto: no deja de ser infrecuente dos temporadas seguidas con barroco francés (esta, Marais; Rameau la siguiente).
Pero lo que encuentro más interesante, y me sorprende que nadie se felicite por ello, es la recuperación de La principessa filosofa. Hasta el momento, la única ópera de Baguer se daba por perdida o, como mucho, conservada fragmentariamente. Baguer es de los pocos músicos hispánicos de influencia más germánica que italiana y tiene una obra sinfónica interesante y un oratorio (publicado) precioso. Oír esta ópera puede ser todo un descubrimiento y, como poco, un acontecimiento que parece que pase sin pena ni gloria. Solamente con que se aproxime a Il Telemaco de Sors, un año anterior y también estrenada en Barcelona, ya será una ópera atractiva e interesante. Obviamente, no será Mozart, como no lo son Martín i Soler, Salieri o el mismo Sors, pero puede ser todo un hallazgo. Y nunca será (esperemos) peor que óperas de repertorio de aquel momento tan insulsas como Le cantatrici villane de Fioravanti, recientemente representada en Barcelona, de lo más convencional y que, en cambio, goza de los favores de público y programadores.
Lástima que óperas de gran valor musical y dramático de nuestro patrimonio se hayan estrenado solo en versión de concierto, como si no se confiara en ellas. Al menos, algunas se han grabado: La fattuchiera de Cuyàs (excepcional) o Artaserse y Sesostri de Terradellas (comparables al mejor Haendel o Vivaldi, con un atrevimiento orquestal que supera las convenciones del momento) merecerían reposiciones y programaciones en cualquier teatro y se verían con agrado. A ver si La principessa nos sale así.
|