Resumen de mi periplo Wagneriano alemán a finales de Julio:
-27-7-19. Munich: Maestros Cantores de Nuremberg. Koch, Gantner, Kirch, Jakubiak, Fischesser / Petrenko / Bösch. El que cantó verdaderamente fue el foso de Petrenko. Fabuloso su discurso orquestal transparente, elegante, flexible, de cuidado, pero no alambicado, sonido y con vigor cuando es necesario. Memorable obertura, preludio del tercer acto, paró el tiempo en el sublime quinteto, un "Wach auf" que me dejó retrepado en la butaca y una arenga final de Sachs que le deja a uno con ganas de nacionalizarse alemán. Mucho mejor el reparto femenino con la Eva de Jakubiak y la Magadalena de Okka von der Damereau, que el masculino con dos buenos actores, estupendos caracterizadores, como son Wofgang koch y Martin Gantner como Sachs y Beckmesser, respectivamente, pero grises en lo vocal. Mu flojo el Stolzing (en el montaje, un rockero hippy trashumante en lugar de un aristócrata venido a menos que busca resituarse como burgués) del tenor que sustituyó a Kaufmann, Daniel Kirch. Producción fea y tenebrosa en la que Beckmesser se termina pegando un tiro, aunque ya debería estar muerto porque los aprendices, que también se rebelan, enmascarados le revientan la cabeza con un bate de béisbol en la riña del final del segundo acto.
-28-7-19 Bayreuth, Festpielhaus. Tannhäuser. Gould, Davidsen, Zhidkova, Eiche, Milling / Gergiev / Kratzer Parodia en Bayreuth. Ni rastro de la dicotomía salvación/condenación, la redención y el sentido trascendente que dejan paso a un espectáculo audiovisual de carácter vodevilesco en el que la música pasa a un segundo plano. Comienza como una road movie y se consagra en el segundo acto como una revista cómico-buffa, en el tercero, Elisabeth se pasa por la piedra a Wolfram y termina acuchillada como si fuera Marion Crane. El complejo de superioridad y sectarismo de cierto Wagnerismo y esa consideración de Bayreuth com otemplo místico exlusivo recibieron la penitencia en forma de desmitificación cruel y paródica. Consagración de la Drag Qween Le gateau Chocolat y el intérprete del enano. ambos impecables en su cometido y que fueron más aplaudidos por el entendido y sabio público de la colina sagrada que un tenor tan respetable como Stephen Gould, un muy estimable protagonista y que llega años lidiando con seguridad y una gran dignidad vocal e interpretativa estos papeles de Heldentenor. Con gran profesionalidad apechugó con salir vestido de payaso y quemando la partitura de Tannhäuser al final de la ópera. Impresionante tanto el material vocal como la presencia escénica de la soprano Lise Davidsen, que sepultó hasta al Piyayo en los concertantes. Margen de mejor en fraseo y respaldo técnico. En su salsa Elena Zhidkova con la tesitura Falcon de la Venus y con el mayor protagonismo escénico que le otorga el montaje a su personaje. Sexy y con mucho desparpajo. Discreto Eiche. Sonoro Milling. Brillantez, esplendoroso sonido, tensión y nervio en la dirección de Gergiev, a la que faltó trascendencia (complicado con esta puesta en escena) y dejó un aroma superficial. Ha renunciado a volver el próximo año. No parece Gergiev un músico que acepte que la música quede en segundo plano.
-29-7-19. Bayreuth, Festpielhaus. Lohengrin. Vogt, Dasch, Pankratova, Konietzny, Zappenfeld / Thielemann / Sharon Hermosísima dirección de Thielemann, que ya desde el luminoso y cristalino preludio inundó de magia el Festpielhaus, aunque sin llegar a las cotas sublimes, así como de tensión teatral, del Lohen-Dream de Dresde, entre otras cosas porque allí estaban Anna Netrebko, Piotr Beczala y Evelyn Herlitzius. Si el día anterior me sacaron de la obra en cuanto apreció el protagonista vestido de payaso, en este caso fueron los protagonistas, el heldencastrato Florian Vogt, que abre la boca y no sé si escucho a una mujer, un contratenor o a Joselito cantando Campanera y a Annette Dasch (que sustituía a la Nylund), una Elsa que afinó una nota de cada tres. De todos modos, al público le gustaron mucho ambos, porque les ovacionó de manera desmesurada. Apabullante vocalmente la Ortrud de la Pankratova. El montaje, un alegato feminista que presenta una sociedad distópica patriarcal en que sus miembros llevan alitas de insectos y las mujeres están sojuzgadas, además de no tener ni electricidad, que se la trae un Lohengrin que viste como Manolo y Benito. Ortrud no es la pérfida habitual, sino la buena que ayuda a abrir los ojos a Elsa (a la que iban a quemar si no aparece Lohengrin) para librarse de la opresión machista y liberarse. Qué es eso de que te impongan una pregunta prohibida por muy caballero del cisne (que llega a atarla a un poste cuando le hace la pregunta) que sea. Cómo se lo pasa uno con la vanguardia escénica y sobre todo, leyendo en el programa las justificaciones de los responsables perpetradores... Es la monda. Ni que decir tiene que Orquesta y coro gloriosos.
-30-7-19. Bayreuth, Festielhaus. Parsifal. Schäger, Pankratova, McKinny, Groissböck, Welton, / Bychkov / Laufenberg. Y entonces, ví la luz y empecé a comprender todo. Lo realmente especial, memorable y único es ver Parsifal en Bayreuth. La obra compuesta ex profeso para esta sala, para ese foso cubierto, para esa acústica tan especial. Uno se olvida del calor insoportable, de los asientos tan incómodos, de los descansos inacabables, ante esa sensación irrepetible de trascendencia y espitirualidad que me emocionaron con especial hondura desde la música de la transformación al final del primer acto y en el final de la obra. Gracias. Sr. Bychkov, gracias orquesta y coro del Festival de Bayreuth, gracias Sr. Leffenberg, gracias Sres. Schäger, Pankratova (que cantó dos días consecutivos, pero no afectó a su Océano sonoro), Groissböpck, Welton y Mackinny (Amfortas de voz paupérrima, pero una encarnación de una convicción y conmoción indudables).
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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