Acabo de ver la función en Youtube.
"Attila" es una ópera espléndida que no se explica por qué estuvo olvidada durante casi un siglo. Yo la vi en el Liceo en 1974, y entonces hacía poco tiempo que se había redescubierto. Los cantantes anteriores a los 70 no le hicieron ni caso, lo cual es una verdadera lástima, sobre todo en lo referente al papel de Odabella, auténticamente terrorífico, pues necesita un "soprano drammatico d'agilitá" para su aria y cabaletta del Prólogo, que se muda en soprano lírica en "O del fulgente nuvolo" y debe mantener un acento heroico en el dúo con Foresto y en todas sus intervenciones posteriores. Es inevitable pensar en la Callas. Los otros tres papeles principales (bajo, barítono y tenor) también tienen cada uno su gran escena de mucha exigencia, excepto el tenor, ¡que tiene dos! y eso que en principio parece el menos importante. Caruso, Gigli, Lauri Volpi, Pertile, Del Monaco, Di Stefano, Corelli, etc, fueron sordos a las posibilidades de lucimiento del papel de Foresto.
Pero ¿para qué os cuento todas estas historias si lo sabéis de sobra? Vamos al comentario de la función. Sartori (Foresto) no tiene una voz bellísima y carece de naturalidad en la emisión. No obstante, cumple bien, sobre todo en su aria del último cuadro, que en esta función fue "O, dolore" en lugar de la habitual "che non abrevve il misero". Petean (Ezio), con una hermosa voz de barítono, saca buen partido de su aria, siendo el único que realiza variaciones en la cabaletta. Abdrazakov (Attila) ha sido un muy buen protagonista. Y dejo para el final a Saioa Hernández, posiblemente la triunfadora de la noche, que superó con gran arrojo las dificultades de su papel, luciendo además un incisivo fraseo. Estupenda la intensa dirección de Chailly.
Para terminar, no queda más remedio que hablar de ese castigo que los operófilos actuales tenemos que sufrir por nuestros pecados (que deben ser gravísimos): la producción. Oscura, tristona, con la absurda, inútil y gratuita, pero por lo visto inevitable, traslación temporal. En su honor hay que decir que respeta la trama. Y resulta chocante que los cantantes saludan después del segundo acto (lo cual últimamente estaba prohibido) y al final, pero no individualmente, sino siempre en grupo. El saludo individual está reservado al produccionero (nuestro inefable ex intendente Livermore). Sería el colmo que estos lumbreras pretendieran de esta manera acaparar el divismo.
|