Para puntualizar y aclarar el asunto Kaufmann, tengo que subrayar que para mí es fundamental diferenciar el Kaufmann antes de cascar a después de cascar. Como escribí con ocasión del Chénier Liceístico (pasados esos meses de cancelaciones y crisis vocal), en mi opinión el material vocal del tenor alemán ha padecido una clara merma de timbre, color, brillo, volumen y presencia sonora. El Parsifal que le ví en Munich el primero de este mes me lo reafirmó totalmente. Lo que he leído aquí y alguna cosa por ahí sobre su recital del Real (siempre intentando seleccionar el grano y apartar la paja en forma de adhesión cateta, borreguil y acrítica) parece que comparten la irregularidad del evento y que apenas hubo tres o 4 momentos verdaderamente destacables. Y ello no significa que el cantante no se entregue, que sea cicatero o no tenga vergüenza torera, es que estando tocado, se tiene que dosificar. Sencillamente.
Refiriéndome a los años buenos del tenor Jonas Kaufmann he de decir, que si se pasa por encima de una voz artificiosa que hábilmente fabricada por el tenor con el objetivo de ser una especie de assoluto de la cuerda, daba la sensación de ser una especie de Wotan, el resultado era un material de cierto atractivo en la zona medio-aguda, resultando mucho más sordo y árido en la media-grave. En teatro la voz resultaba más asumible e interesante que en grabación. Ciertamente, el tenor mostraba interesantes hallazgos en el fraseo y claras intenciones de variedad, de jugar con las dinámicas, aunque el resultado era una gran cantidad de notas blanquecinas y afalsetadas, con escaso apoyo. En ópera italiana y muchos papeles franceses me interesó relativamente, por cuanto este repertorio suele demandar voces más puramente tenoriles, homogéneas, brillantes, sin esos sonidos "extraños", además de un arrojo, un dominio del canto concitato, un calor que faltaba a un tenor, siempre musical, siempre afinado, siempre disciplinado, es decir, "muy alemán".
En tal sentido, mi experiencia en vivo con Jonas Kaufmann ha sido la siguiente, dejando de lado ese Tito coyuntural en el Real en 1999 cuando nadie le conocía y era otro cantante muy distinto y con la excepción de incluir una interpretación no vista en vivo, pero que por su importancia incluyo.
Antes de cascar:
-Fidelio en Valencia, un Florestán notable con un dominio del allegro del aria de salida y sus temibles si bemoles muy destacable y que no han mostrado todos los grandes intérpretes del papel. En el Gott!!! de inicio exhibió un regulador que tuvo varios momentos. Un principio que fue un sonido blanco, blanco, cuasicontratenoril y un rinforzando muy interesante en un gran alarde de fiato.
-Don Carlo en Londres. Un protagonista introspectivo, impecablemente musical, con algunas notas apreciables en la franja aguda y una zona centro-grave más que discutible por emisión y (no) color.
-Cavaradossi y Manon Lescaut en Munich. Puccini demanda una seducción tímbrica, un calor, un ardor, una efusión lírica que no estaban por ningún lado. Afinación y fondo musical por sí solas no valen para triunfar en estos papeles (igualmente aplicable al Chénier, pero agravado por la merma vocal). Esto no es el Dichterliebe, ni el Winterrreise.
-Siegmund de Valquiria visto en cines. Sobresaliente. Coincido con Gouverneur que se puede meter en una lista de los mejores (eso sí, de más de 7
)
Después de cascar:
-Chénier en Barcelona y Parsifal en Munich. Me remito a lo escrito aquí y allá. Clarísimo declive vocal, que en el segundo título compensó parcialmente con buenos momentos de fraseo, especialmente "Amfortas! Die Wunde!" en comunión con la batuta de Petrenko, pero dió la sensación de no poder con un papel, más bien cómodo de tesitura y corto como Parsifal. En ambos casos vió como sus compañeros de reparto cosechaban mucho mayor éxito que él.