G. Rossini – Tancredi (Venecia, 1983)
Marilyn Horne (Tancredi), Ernesto Palacio (Argirio), Lella Cuberli (Amenaide), Bernadette Manca Di Nissa (Isaura), Nicola Zaccaria (Orbazzano), Patricia Schuman (Roggiero).
Orquesta del Teatro la Fenice. Dir.: Ralf Weikert.Tancredi es una ópera a la que le tenía un poco de manía. Primero, porque fue motivo de uno de mis mayores berrinches como aficionado, cuando a comienzos de los noventa la Horne me dejó con un palmo de narices en Salzburgo por no recuerdo qué historias. Y segundo, porque su protagonista es uno de esos personajes con los que soy incapaz de empatizar (la Amenaide debería mandarlo a la m***** al acabar el primer acto). Pero digo que le tenía manía porque, después de todo este tiempo, por fin he escuchado completa la creación de la norteamericana (conocía la de su sustituta de entonces, la Kasarova) y ha sido como una iluminación. ¡Qué obra maestra y qué extraordinaria versión! Sería pretencioso tratar de resumir las cualidades de la Horne, que además tiene en este foro un consenso favorable como pocos cantantes, así que me permito llamar la atención sobre otra artista extraordinaria a la que se le suele prestar menos atención de lo que merece: doña Lella Cuberli. Técnica, belleza, musicalidad, expresión: su Amenaide lo tiene todo. Toca el cielo tanto en solitario como acompañada. El final –el bueno, con Tancredi muerto de una puñetera vez- es, por parte de las dos, como para detener el tiempo.
Marilyn Horne y Lella Cuberli quedan tan fuera de categoría que casi resulta injusto escribir de los demás. Y eso que el nivel es alto. Ernesto Palacio, sin un derroche de medios, da una lección de canto rossiniano al que quizás le falte algo de pathos y Bernadette Manca di Nisa, con un estilo menos canónico, da la réplica a la Cuberli y está realmente notable en
Tu che i miseri conforti. Lo más flojo de la función, el Orbazzano de Niccola Zaccaria. La orquesta veneciana suena más que correcta. No me suena el batutero, Ralf Weickert, que saca el asunto con oficio, pero al que le falta un poco de chispa en los momentos más ligeros y/o luminosos: en
Ecco le trombe parece que son los cantantes los que “tiren” de la orquesta.
Si hace unos años me llegan a decir que estaría escuchando Rossini durante el festival de Bayreuth, me habría dado la risa.