Yo sí ví The Bassarids y pude pillar en París el Boris y el programa doble, no así el Samson. Como ni Herr Kandaules, ni un servidor somos Plácido Domingo, carecemos de ese don de estar en varios sitios a la vez
Efectivamente, fabulosa la dirección Vladimir Jurowski que se reafirma como referente de la dirección musical actual. Espléndida la orquesta y apabullante el coro. Por lo demás, de acuerdo en la valoración del reparto que realiza el amigo Kandaules, aunque quiero citar al tenor que encarnó al idiota (Iuródivi), Vasily Efimov de muy intersante material tenoril. Desconozco si la cojera que exhibió Maxim Paster como Shuiski es real o fingida, pero desde luego, que le dotó de un barniz aún más inquietante a este sinuoso y taimado personaje. Respetando todas las opiniones, sigo en contra de que se vaya imponiendo la llamada versión original de Boris Godunov con las siete escenas, prescindiendo del acto polaco, para mí magnífico y que compuso Mussorgski no ningún marciano que apareció por ahí y con dos personajes como la princesa Marina y Rangoni, para mí fundamentales. Asimisimo, perdemos la escena del bosque de Kromi. Comprendo que para los teatros es más barato y se ahorran cantante femenina protagonista y Rangoni, pero... lamento sólo haber podido ver una vez el Boris con acto polaco.
En cuanto al programa doble, agradezco tambien haber podido ver "La hora española" (305) en la que destacó Michele Lósier (en mi función no cantó la Margaine) y una muy correcta dirección de Pascal, pero al que le falta aún poso, experiencia y sabiduría para poner de relieve las sutilidades, nuances y detalles de la orquestación Raveliana. Igualmente estuvo brillante al frente de la estupenda orquesta en Gianni Schicchi, aunque sin terminar de controlar el balance con las voces. Grigolo, efectivamente, una pena que con esa voz que podría consagrarle como divo tenoril por años, arruine su tesoro con tal ausencia de técnica, de fondo musical, de una línea de canto mínimamente compuesta que lo convierte en una especie de aficionado con barniz de crossover y gestos de pseudoestrella del pop. Muy divertida y con la suficiente agilidad teatral la producción de Laurent Pelly para ambas obras. Apreciable la Lauretta de Elsa Dreisig, que no se conformó con lucir la joya de la partitura que todos conocen y tararean, sino que intentó dotarle se su carga expresiva y emocional.