LA FORZA DEL DESTINO {177}
Metropolitan Opera House, New York, February 25, 1977
Leonora .............................. Leontyne Price
Don Alvaro ........................... Plácido Domingo
Don Carlo ............................ Sherrill Milnes
Padre Guardiano ...................... Martti Talvela
Preziosilla .......................... Rosalind Elias
Fra Melitone ......................... Renato Capecchi
Marquis de Calatrava ................. Philip Both
Curra ................................ Carlotta Ordassy
Mayor ................................ Andrij Dobriansky
Trabuco .............................. Andrea Velis
Surgeon .............................. Robert Goodloe
Conductor ............................ James Levine
Velada operística que demuestra por qué Plácido Domingo ha llegado a ser lo que es en el mundo de la ópera (corramos, por favor, un tupido velo sobre su lamentable y desacertada etapa como "barítono"). Consecuencia directa, por otro lado, de haber defendido siempre los papeles más arduos, exigentes y conocidos de su cuerda, y no de ser un camelo creado por la mercadotecnia (como algunos afirman, olvidándose de estos momentos de gloria canora que el madrileño nos regaló en los años 70-80 del pasado siglo).
En definitiva: función estupenda en la que el tenor se muestra en plenitud de facultades, desplegando medios canoros más que sobrados para hacer frente a un rol que, en principio, resulta más adecuado para voces más robustas (Del Monaco, Tucker, Corelli), pero que él resuelve con eficacia, autoridad y entrega. Para empezar, se muestra sorprendentemente desahogado en la zona alta (lo que ha sido siempre su particular "Talón de Aquiles"), con agudos brillantes y bien proyectados, haciendo frente a una tesitura que, en esa franja, resulta especialmente dura en algunos pasajes. El despliegue de un canto
legato de muy buena factura y apoyado en un
fiato de primera (por ejemplo la frase
"un sacerdote! Sulla terra l'ho adorata", que dice de un solo aliento y con un expresivo
diminuendo), la expresividad y el acento, la belleza indiscutible del timbre, lo entregado y generoso del canto, la apostura escénica (que aquí, lógicamente, no se aprecia, pero que contaba para el público que lo vio entonces) le permiten al madrileño construir un Don Álvaro plenamente creíble y muy atractivo vocalmente.
Le acompaña la sensual Leonora de la no menos sensual Leontyne Price. No está aquí, desde luego, como en su lectura de estudio del año 1964 (que comentaba hace días
our favorite Sow), pero la prestación sigue siendo impresionante. Más por la belleza del timbre de la norteamericana (¿cómo no sucumbir al mismo?) que por la implicación dramática con el personaje, que resulta algo superficial.
Junto a ellos el siempre eficaz Sherrill Milnes, que a mí nunca me defrauda, la verdad, a pesar de esas cosas feas que él solía hacer de vez en cuando. Aquí, como Don Carlo de Vargas, no faltan, desde luego --esa fonación suya tan peculiar, algún que otro grito o imprecación exagerada--, pero a su lado también encontramos virtudes como el interés por matizar siempre, la búsqueda de variedad en la línea de canto y, sobre todo, el despliegue de un registro agudo que resulta impresionante y siempre aprovecha el cantante (escúchenlo en el apoteósico cierre del dúo
"Invano Alvaro", irse tan ricamente al La4 con el tenor).
Junto a ellos el impresionante y comedido Padre Guardiano del magnífico Martti Talvela y el payasete (aunque eficaz) Fra Melitone de Renato Capecchi.
Todos ellos dirigidos por el onmipresente (y hoy día caído en desgracia) James Levine, que nos ofrece una lectura hecha con mano firme y gran sentido teatral. Ciertamente no ha sido Karajan (que va a ganar nuestro mundial de directores), pero se le ha de reconocer su gran habilidad para ofrecer teatro cantado del bueno...