Estuve en el Radamisto (301) y fue una interpretación notable que disfruté bastante, aunque difiero de lo expresado por Lord Peanut.
Me gustó la Wiener Akademie y la dirección, no genial ni especialmente teatral, pero sí vibrante y con pulso de Haselböck. Muy buen sonido, brillante y empastado, el de esta agrupación barroca.
Me sorprende que se destaque a una cantante tan deficiente como Patricia Bardon, de emisión retrasada, toda atrás y expresividad nula, un aburrimiento. Ahora se dedica a Wagner...
El mejor con diferencia fue Florian Boesch, que de casta le viene al galgo, pues es nieto de Ruthilde Boesch, la legendaria maestra de Edita Gruberova. Un placer ver en barroco un cantante con voz y acentos, que siempre buscó dar expresividad a cada palabra e inflexión. El único que arrancó un aplauso espontáneo del público en su aria del tercer acto. Sophie Karthäuser a pesar de algunos sonidos fijos, proyecta aceptablemente y es muy elegante, tanto como fría e inexpresiva.
No soporto los contratenores, pero no se puede negar la musicalidad y profesionalidad de Mena, que además, proyecta bien en la franja aguda, eso sí hasta el límite del sobreagudo. Intervinieron dos sopranos más, ambas de modestísimos materiales, sobretodo una de ellas, de voz minúscula y aniñada.
Realmente, uno se pregunta cómo puede subirse al escenario y anunciarse como "bajo" el cantante que interpretó a Farasmene. Como si cogen a uno que pasa por la calle.