Gaspare Spontini – La Vestale (Milán, 1993)Karen Huffstodt (Julia), Anthony Michaels-Moore (Licinius), Patrick Raftery (Cinna), Denyce Graves (Gran Vestal), Dimitri Kavrakos (Sumo Pontífice), Aldo Bramante (arúspice).
Orquesta y coro del Teatro alla Scala. Dir.: Riccardo Muti.Para contrarrestar complejos por no tener trescientas, ni doscientas, ni cien óperas en vivo a nuestras espaldas, algunos nos dedicamos a hacer muescas en la discografía. Esta semana le ha tocado el turno a
La vestale, de la que apenas conocía hasta ahora un par de números. Me picaba la curiosidad desde hace tiempo, teniendo en cuenta el prestigio del que gozó Spontini en su época y la admiración que despertaba en un tipo tan poco dado a ella (al menos en cabeza ajena) como Wagner. La obra tiene interés, pero francamente creo que no ha envejecido bien. Está concebida casi como una cantata por su falta de desarrollo argumental, con una situación (que recuerda vagamente a la de Norma) expuesta desde el principio y sin más giros que una feliz conclusión
Deus ex machina. Spontini recurre a procedimientos compositivos y un manejo de la orquesta más elaborados que sus contemporáneos italianos, buscando tal vez un efecto global de tensión acumulada, pero carece de recursos para llevar la empresa a buen puerto; salvando un par de arias de la protagonista y algún momento del coro, falta vuelo melódico y talento dramático que sostengan la comparación con un Bellini, así como sentido de la espectacularidad que la justifique como referencia de la Grand Opéra. Más aún, la marca de nacimiento francesa nos deja un anticlimático ballet final que termina por anular el recuerdo de los mejores momentos de la obra.
No tengo términos de comparación para la versión de Muti, pero en conjunto su labor al frente de la orquesta de La Scala me resulta tan sólida como falta de intensidad; no parece este un repertorio con el que el maestro napolitano se sienta demasiado cómodo. Las voces tampoco son lo que se dice inolvidables. La para mí desconocida Karen Huffstodt no es una mala cantante, pero la voz suena temblorosa, algunos agudos están chillados y, habiendo escuchado la parte a algunas de las más grandes, su fraseo resulta pobretón –aparte de una dicción francesa imposible; juraría que se inventa palabras. Michaels-Moore (Licinius) y Raftery (Cinna) son un barítono atenorado y un tenor abaritonado que contribuyen a la sensación global de indefinición, sin dejar ninguna intervención digna de recuerdo. Del resto, merece la pena mencionar la Gran Vestal de Denyce Graves y el rendimiento notable del coro.