Abdallo escribió:
Excelente la función de anoche en el Auditorio de la capital tinerfeña, segunda de las tres que se darán, y de la que salimos todos más que contentos de esta versión en cuatro actos revisada por el León de Busseto.
En primer lugar, destacar la labor de dirección y concertación del joven maestro italiano Jader Bignamini al frente de la estupenda Sinfónica de Tenerife, perfectamente empastada, con un control ajustado y riguroso de dinámicas y tempi; el Coro Ópera de Tenerife brilló a gran altura, con destacada participación de la cuerda de bajos y del sexteto de emisarios flamencos del segundo cuadro del II Acto.
José Bros estuvo notable como el atribulado Infante, cantando con gusto y fraseando con sensibilidad. El registro agudo ya no es el que era, eso está claro, así que le funcionó intermitentemente, con algunas dificultades en la zona de paso. No obstante, su entrega y prestación global fueron muy apreciadas por el respetable.
Yolanda Auyanet, quien triunfara el año pasado con Norma en este mismo Auditorio, fune una Elsabetta de altos vuelos, dominadora y a la vez sensible intérprete de la infortunada reina, segura en todos los registros y haciendo gala de una expresividad y una variedad de canto muy estimables. Por arriba, un cañón, pero capaz de filados y medias voces de gran impacto.
Simone Alberghini, fue un Posa sorprendente: sin tener un material vocal particularmente bello, supo dotar a su personaje de la variedad de matices que requiere y cumplió todas las exigencias dramáticas y expresivas del marqués. Supo ser enérgico y a la vez sensible cuando la ocasión lo requería. Sus arias de la prisión fueron ovacionadas con justicia.
Riccardo Zanellato es un Filippo a tener en cuenta: voz de timbre muy hermoso, de verdadero bajo, pastosa y muy bien proyectada. Al principio me dió la impresión de que tenía poco volumen, pero esta le corre muy bien y no tuvo problemas en dejarse oír, incluso en el inicio de su aria, que hubo de cantar desde el fondo del escenario.
Ildikó Komlósi, mezzosoprano húngara, fue una eficaz y convincente Éboli; al principio tuvo algún problema en regular su caudal en la traicionera canción del velo, pero se fue asentando paulatinamente a medida que calentaba la magnífica voz, hasta redondear su actuación con un "O don fatale" espectacular.
Luiz-Ottavio Faria, bajo brasileño, me impactó como Gran Inquisidor con una voz de bajo profundo de muchos quilates, capaz de acometer los agudos de su dúo con el rey y solventar sus mi graves con autoridad y dominio. Ese dúo fue para mí uno de los momentos cumbres de la velada.
Resto de comprimarios, voz del cielo incluida, competentes y en línea con la calidad del reparto principal.
En fin, que disfruté cual Alberich, a pesar no ya de las toses, sino de algún caso de bronquitis aguda con expectoraciones y flemas audibles entre el público. Me estoy haciendo viejo.
¡Joder! Pues a ver si los traen a Madrid, porque vaya truños que nos meten...