Yllanes escribió:
Eminencia Pálida escribió:
¡Que saque usted muchos seises, señor Yllanes!
¡Nooo! En ASL hay que sacar unos, cuando uno tira un doble seis pasan cosas horribles. Pero me guardo sus buenos deseos para cuando vaya al World Boardgaming Championship en julio, que ahí competiré en el torneo de
Here I Stand y
Virgin Queen (sobre el mundo de la primera y segunda mitad del siglo XVI, respectivamente). Las miniaturas por el momento he tenido que aparcarlas, por razones logísticas. Eran demasiados vuelos cargando maletines llenos de soldados de plomo, dificultades que tenemos los que llevamos una vida nómada.
Volviendo al tema, toda la gente que va a musicales (gastando más por cierto) y disfruta con ellos, disfrutará también yendo a una
Bohème. Yo todavía no he llevado a nadie a la ópera que se haya aburrido, lo que no significa que vayan a querer ir a una función al mes. Pero sí que he creado varios aficionados de ir una o dos veces al año, que es lo razonable. Lo importante es dejar claro que no hace falta un manual de instrucciones ni «entender» para disfrutar con la representación. Una amiga mía que no había visto una ópera en su vida y a la que ni le sonaba el nombre de Bizet se lo pasó pipa el domingo en los
Pescadores de perlas.
De acuerdo amigo, pero el tema es otro.
Estamos hablando de nosotros.
Golondrinas aisladas no hacen verano.
Te aseguro que ninguno de esos asistentes espóradicos, por propia iniciativa luego se van a escuchar una ópera completa en Spotify buscando un libreto bilingue, que ahora es de lo más fácil; o se sientan a mirar una ópera completa con toda la comodidad de sus hogares directo del youtube, que tampoco cuesta nada.
Saldrán contentos luego de la función, pero será una imagen pasajera o efímera, para contar al día siguiente a los amigos o compañeros de trabajo, y darse el tupé de fui a la ópera y que los demás digan que chic.
Pero sí, nos ilusionamos con esas compañías, más no por ello son tan siquiera aficionados, sino que se sintieron muy bien acompañando al amigo o amiga, culto, intelectual, que sabe mucho o anda en distintos terrenos de cosas tan poco afines a la mayoría.
Un servidor ha acompañado a invitaciones a ciertas logias o grupos de otras aficiones, se pasa bien el rato, pero nada más. No es mi terreno.
Igual debe pasar con nosotros.
También es lo cierto que el gran porcentaje de los que llenan las funciones de ópera, tampoco son todos aficionados de hueso colorado, sino que pasan por los casos que citás.
Saludos.