No sé cuánto me va a durar está revisitación
Tutto Callas (almeno in sala d'incisione) pero nada nada de esto, nada de esto fue un error. Wooooo.
Empieza a parecerme que la única razón para no desmitificar a Tullio Serafin es traerlo desmitificado ya de casa. No acompaña mal, es cierto. Pero, aceptando que el sonido mono, la modestia de la orquesta y el coro (OYOYOY el coro) no ayudan, el letargo y la sosez con que Serafin lleva todo lo que no hay gente muy apasionada cantando (ej. el primer cuarto de hora) hacen todo bastante canso. Vale, el propio Mascagni era aún más lento. Pero quería ser poético, buscaba siempre cositas de fraseo y la ópera LA HABÍA HECHO ÉL. Aquí no tenemos al autor, solo a un señor muy aburrido mirando cuántas páginas quedan para llegar a las partes que le gustan.
Y luego está el coro. OH MY GOD. Vale que en el número inicial, girar de
sui verdi a
margini es jodidillo, pero tienen que hacer ese horrible portamento TODAS? De que
A casa, a casa amici sea un número muy feo no vamos a echarles la culpa, pero en el
Inneggiamo tenemos un problema. Que es el problema OPUESTO al que suelen tener los coros que hacen el número. El rollo ya saben cómo va: motete a capella hecho por el coro de la iglesia, que se presume instruido, polifónico y elitista, pueblo campechano, y en un aparte, la pecadora que se sabe excomulgada, y sin embargo, afirma conmovedoramente la Fe que la condena. El coro es en este momento, como muy pocas veces, dos personajes distintos, que deben diferenciarse tímbricamente. Y si normalmente los coros tienden a pasarse de exquisitos cantando el
Inneggiamo como si fuera el
Regina caeli, aquí tenemos un coro que canta el
Regina caeli como si fuera el
Inneggiamo. Afortunadamente, Cristo resucita igual.
Todo lo cual, afortunadamente, deja de ser importante porque los solistas hacen una labor enorme, generando entre ellos una electricidad que sostiene el drama entero. La Santuzza de María Callas es fascinante. De entrada, porque desmiente el mito verista de la declamación y resuelve el papel enteramente en la música (
Tacete, A te la mala Pasqua). En segundo lugar, porque su voz oscura, de contornos mezzosopraniles, dota de mucha personalidad a una Santuzza humillada, si, pero muy siciliana y nada ingenua. Pero sobre todo, porque el trabajo sobre el fraseo es de tal intensidad que no permite que el oyente se evada ni un momento del destino de la desgraciada muchacha. La escena de salida y el
Voi lo sapete son un verdadero modelo de cuánto significado puede dársele con talento a cualquier frase dentro de un discurso dramático.
El de siempre canta como siempre (
O Lola, ch'ai di latti la cammisaaaaaooowwww y ya se nos ha caído la afinación en la primera frase), pero la voz es bella y Turiddu le va mucho, en su rollo Me pinzo a lo que me echen, me cojo mis rabietas de niño de diez años (
Vuoi che m'uccida?) y la culpa de todo lo que me pasa la tienen los demás (vale que te he deshonrado y luego te he abandonado, pero tú has sido irónica con mi nuevo ligue, qué fuerte tía,
pentirsi è vano dopo l'offesa). El gran mérito del tenor consiste en mantener toda la intensidad teatral del extenso dúo con Callas, que alcanza momentos trepidantes. Ya la parte en que, tras unos vinos y ante la perspectiva de la muerte, Turiddu ve emerger sus verdaderos fantasmas e intenta enmendar las que ha liado con un arrebato de buenos sentimientos, al hombre le queda todo menos convincente: todo abierto, todo forte, todo caído, cero poesía.
Sorprendentemente bien Rolando Panerai, que consigue que parezca que alguien puede decir
Schiocchi la frusta, è Pasqua ed io son qua como algo lógico, y que al descubrir la infidelidad de su mujer se vuelve loco de rabia en ese momento, no porque viniese ya rabioso de serie. Muy adecuadas Ebe Ticozzi y Anna Maria Canali.