Aunque este pequeño divertimento tenga un nombre que nos acerque más a Movierecord que a la ópera barroca, en realidad es un entremés, como los de Lope (de Rueda), de Gluck, el reformador, antes de la reforma.
Los chinos es un ladrillaco importante, una obra que cuenta con un punto positivo, que es muy corta ( sobre una hora completa, una media hora de música y otra tanta de larguísimos recitativos). Metida en la moda del exotismo, de oriental no tiene nada de nada, ni la música, ni desarrollo del argumento, ni los nombres de los personajes, que son nombres extraños y punto, de los que en la era pre-todo-a-yen eran suficientemente raros para ser chinos.¡Cuánto bien hizo Fumanchú por el desarrollo de la humanidad y el intercambio entre culturas!
La trama es un enredo Metastasiano de los de teatro dentro del teatro y exotismo oriental pero al revés es decir exotismo occidental para los orientales pero desde el punto de vista occidental.Vamos, lo que debería ser no es, aunque parece que es, pero es otra cosa y se dice lo contario de lo que es y aun así puede que alguien se lo crea. Pero en realidad es todo falso, una gran mentira. Vamos actualidad pura y dura.
La música es escasa, escasa. Obertura con tres movimientos, una aria para cada uno de los cuatro cantantes, un momento orquestal breve y un final a cuatro voces. El resto recitativos de los que, a mí, me suenan todos igual. En general y a pesar de su corta duración es más aburrida y se me hizo más pesada que unanillocompletotodoseguidosindescansos.
Es de las obras que le encanta a maestro Biondi ofrecernos, temporada tras temporada, para que tengamos una rareza más que añadir y una muesca más en la culata, una obra más a la base de datos, una ópera más en el camino hacia el tipo raro ese que llevaba mil óperas distintas ya vistas (pedazo de rollos que se debe de haber tragado para llegar a ese guarismo). Lo dicho ladrillaco de los que me arrepiento en cuanto me siento en la sala pero repito año tras año. ¡Con lo entretenidos que están los telediarios últimamente!.
El elenco de campanillas.
Fabio Biondi dirige a la orquesta de la comunidad con claridad y transparencia en lo que es su estilo, el barroco. Cuando Biondi sale desaliñado, con la pajarita torcida, el bolsillo de la chaqueta medio salido, los zapatones que se calza y el violín en la mano para dirigir a la antigua, entonces, va a tener una buena noche. Es un repertorio en el que se mueve como pez en el agua, y además como son obras que no hemos oído nunca antes y no vamos a oír nunca más, pues nos parece que todo es correcto.
Lisinga es la valenciana
Silvia Tró Santafé, conocida por todos y que ya empieza a ser habitual (ya era hora) en esta, su casa. Fue la mejor de la noche. Precisa , con unos graves rotundos que sus compañeras de reparto se habían dejado en casa, y un agudo final exultante. Cada día lo hace mejor y canta con mucha seguridad tanto en repertorio barroco como belcantista. Brava
Sivene es la malograda
Désirée Rancatore. No roncó. Tampoco brilló. Estuvo correcta permitiéndose un par de pianissimos mas efectistas que conseguidos.
Tangia es la buena de
Ann Hallenberg. Se ve perjudicada en su aria ya que la tesitura se mueve en la zona grave y ahí falla bastante. Por lo demás graciosa y resultona en el aria más desenfadada de la noche
Silango es el flojo
Anicio Zorzi Giustiniani. Tenor engolador que se encuentra cómodo en la zona media con el entubado ya comentado y que en el agudo reza y hace rezar para que no se quiebre. Suerte que su aria no sube demasiado.
Aquí no hay coro que comentar. Una pena.
Quién tenga interés en contrastar mis desacertadas opiniones y comprobar de primera mano lo que aquí aconteció no tiene más que apuntarse que este concierto será emitido el 24 de noviembre a las 20.00 a través de la plataforma de streaming gratuito Opera Vision (
www.operavision.eu).
Que Uds. lo disfruten.
Por si les interesa seguir la retransmisión ahí va el argumento: “La acción transcurre en una ciudad imaginaria de China. Lisinga, una joven de familia acomodada, toma el té con sus amigas Sivene y Tangia, sin saber cómo matar el aburrimiento. Silango, hermano de Lisinga, que acaba de regresar de un viaje por Europa y quiere ver a su amada Sivene, las escucha tras la puerta, pero es sorprendido por las muchachas, que reaccionan escandalizadas, ya que según las viejas costumbres de China, los hombres no tienen permitido acceder a las dependencias destinadas a mujeres. Las tres chinas deciden ocultar al joven hasta que pueda salir de allí sin ser visto. Mientras tanto, se disponen a pasar el rato jugando a interpretar escenas teatrales inspiradas en la lejana tradición occidental. Lisinga, la primera en actuar, representa una escena de corte trágico, al encarnar a Andrómaca, de la guerra de Troya, que llora la muerte de su esposo, Héctor. Toma el relevo Sivene, que sugiere cambiar a la temática pastoril dando vida a la ninfa Lycoris, que se burla de los sentimientos del pastor Tyrsis, interpretado por Silango. Por último, es el turno de Tangia, quien decide personificar a una presumida muchacha que acaba de regresar de Europa, en clara parodia de Silango. Tras estos juegos teatrales, los protagonistas se unen en un ballet con el que concluye la ópera.”
Saludos.