Philippe Jordan adora hacer nuevas versiones porque cada vez que se estrena una nueva versión de una ópera se generan nuevos derechos sobre la obra de los que el director se lleva una buena parte. Hace unos años, estrenó una nueva versión de Los Cuentos De Hoffmann y dijo que si Offenbach la escuchara, no la reconocería, así con todo el morro. Por otro lado, su dirección no estaba muy en estilo pero resultó eficaz. Lo bueno de esta versión es que hay más intrigas palaciegas y traiciones, es decir, es más francesa, y hay menos romanticismo y sentimientos, como en las versiones italianas que yo he visto hasta ahora.
Respecto al elenco: Tézier empezó un poco tembloroso pero en cuanto se asentó lo hizo muy bien, para mí, uno de los triunfadores de la noche. Las otras dos fueron las damas, Garanca y Yoncheva que estuvieron fantásticas. Adbrazakov fue un rey correcto pero tampoco me emocionó y el Inquisidor estuvo muy bien (no recuerdo el nombre). Kauffmann, en cambio, fue lo peor: no es que cante mal pero es que creo que no pilló para nada el papel ni en lo vocal ni en lo interpretativo. Me explico: él es buen actor y buen cantante pero no es nada verdiano y está perdiendo facultades vocales a pasos agigantados, por ejemplo, la emisión viene de no se sabe dónde, berrea a ratos, saca un hilito de voz en otros momentos… Y a nivel actoral, hay cosas incomprensibles como esa dicción absurda del francés (hay una Damnation de Faust en el Youtube de 2004 en que pronuncia perfectamente) y subir y bajar el volumen para matizar el personaje, quien por cierto, parecía un chiflado. La verdad es que se parecía más al personaje real del Príncipe que al galán romántico de Schiller.
La puesta en escena fue espantosa, fea, fea, fea. Vi la retransmisión con un amigo francés que me comentaba: el Siglo de Oro español reducido a esto. De hecho, Warlikovsky no salió a saludar. ¡Qué pena de dos kilos de tomates maduros! (también comentario de mi amigo). Lo peor fue el final cuando madrastra en hijastro se suicidan en plan Romeo y Julieta, ella tomando un veneno y él pegándose un tiro y aparece el zombie de Carlos V para llevarse a su nieto a la tumba.
Por su parte, la dirección actoral fue bastante mediocre y los cantantes parecían los protagonistas de un folletín: las actuaciones iban de la frialdad absoluta, casi hieratismo, a los gestos más exagerados y caricaturescos, sin término medio. Imagino que no es culpa de los protagonistas, sino de quien los dirige. Y no entiendo esa manía de los directores actuales de poner a cantar a la gente tirada por el suelo y haciendo la croqueta, es incómodo, feo y antimusical. Del vestuario prefiero no hablar.
Musicalmente fue un espectáculo bastante disfrutable, visualmente mucho menos. Por cierto, mi compañero de velada tiene una entrada para el 11/11 y no sabe si podrá ir. Si no va, yo le compraría la entrada. Y les cuento, claro.
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