Nueva puesta en rodaje de la producción del Chatelet de 2006. Opereta francesa creada para lucimiento de Luis Mariano en 1951, adaptada (bien, no chirría) al español por Enrique Viana y dirigida escénicamente por Emilio Sagi (con sus cositas y modificaciones). Es música agradable, muy amable, muy melódica, más cercana a la comedia musical que a la opereta tradicional.
Fui al segundo reparto. Emmanuel Faraldo es un tenor que canta con gusto, llega con facilidad al agudo y cambia con maestría del registro de pecho al falsete (cosa imprescindible en esta obra). El problema es que casi no se le oía. Sylvia Parejo tiene una voz con mucho swing, bonita, timbrada. Más de musical que de lírica. Mismo problema: falta de volumen. A su lado, Toni Marsol, un torrente. Muy bien. (Me han comentado que a la pareja protagonista del primer reparto también hay dificultad para oírlos, lástima).
Rossy de Palma es el reclamo de la función. A ver, no canta una mierda, pero tiene presencia, se luce en sus actuaciones y, lo que es importantísimo, no fagocita a los demás ni acapara, está de secundaria. La orquesta bastante lenta pero bien, en estilo. Y el coro pasándoselo pipa. La producción es muy camp, con unos finales de acto que son puro delirio kitsch.
Siendo consciente de lo que se va a ver (que no es una obra maestra ni por asomo), es una función muy agradable, disfrutable y se sale canturreando del teatro. Casi lleno en la segunda función (estreno del segundo elenco) y ovaciones generalizadas.
Hay más chicha en este Cantor de México que en cualquiera de los prefabricados musicales con micrófono de Gran Vía. Y las entradas son más asequibles. Si podéis acercaros, se pasa muy buen rato.
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