La habanera o haba negra en sí es un número esplendido, con una melodía de eficacia fulminante y con una tremenda significación dramática (no sólo nos presenta el personaje, sino cómo ven al personaje los demás y lo que eso puede causar).
Lo que pasa es que es unos de esos momentos de ópera que hemos escuchado muchas veces, a menudo desde que comenzamos a interesarnos por la ópera. Con toda probabilidad es incluso la primera música de ópera que habrán escuchado muchos aficionados, a veces, en los casos más francamente repelentes, de niños (lo míofue distinto, claro, el primer momento operístico que me cautivó siendo un infante de poco más de ocho años fue la canción de Silla del acto I de Palestrina
).
Es fácil rebuscar en la memoria números que son estupendos, que nos parecieron en su momento el rien ne va plus, pero que nos tienen un poco cansados. La donna ê mobile y todo eso.