Wagner ya sabemos que tenía un pequeño
problema con los diálogos. Le costaba separar el polvo de la paja en lo que él consideraba la ambrosía intelectual perpetua que manaba de su estro.
Así, un diálogo de este señor, tiende a este esquema:
Laconicus - ¡Oh, Dilatatus!, vengo de pasear por la plaza del pueblo, y se comentaba que la doncella Intactiana, tras oir tu parlamento del otro día en la barra del bar Utgardaloki Beer Cove, temiendo caer en brazos de un marido cuyos discursos fueran tan largos como la serpiente Midgarda, estuvo a punto de meterse monja, hasta que la convencieron de que los sermones sacerdotales tampoco se distinguen por su laconismo. ¿Por qué semejante necesidad de enhebrar el verbo?
Dilatatus - ¡Oh, Laconicus!, no me juzgues duramente hasta que hayas escuchado mi triste historia [la palabra historia sirve aquí para anunciar al espectador que busque la postura más cómoda que ofrezca su butaca en el teatro]:
1. Trasfondo mitológico (por supuesto, está es mi destilación del parlamento de Dilatatus, que es mucho más poético que esta disecada descripción): En la época en que la tierra de los hombres del norte estaba aherrojada por los helados grilletes nacidos de las nieves perpetuas, y el dominio de los gigantes de hielo era completo, la concepción del transcurso del tiempo (que no estaba demarcado por el hito de las estaciones) era muy distinta de la que domina en el mundo de los hombres. Una conversación entre los gigantes podía durar decenios, pronunciar una palabra era cuestión de horas. La irrupción de los dioses, intermediarios con los hombres, en ese mundo de niebla causó infinitas perturbaciones. Loki robó a los gigantes de hielo el uso de la palabra; pero Loki hablaba muy deprisa, y las palabras se ensartaban al ritmo marcado por los segundos. Los gigantes de hielo no podían entender esa vertígine sonora, pero, intuyendo que su dominio del tiempo se resquebrajaba, maldicieron a Loki y, por asociación, a la estirpe humana entre la que Loki esparciría su semilla con singular falta de criterio y moderación. Los hombres no sólo hablarían con rapidez, sino también de forma interminablemente prolongada.
Laconicus - ¡Oh, Dilatatus!, te escucho arrebatado [el único sentido de la interrupción de Laconicus es recordar al espectador que esto es un diálogo].
Dilatatus - Los jóvenes siempre tenéis prisa. Siempre llegáis tarde a todo. Ya se asombraba Azorín de que en los pueblos la gente estuviera tan pendiente del reloj. ¿Acaso hay algo más sobrante que el tiempo en los pueblos? Casi me haces perder el hilo, impaciente mancebo [aquí se inserta una pequeña descripción del padre de Laconicus, y su solitaria infancia, causa inmediata de su falta de elocuencia]:
1 (bis). Odín intentó interceder ante los gigantes de hielo, de modo que la humanidad, siguiendo el ejemplo de los dioses, no se viera condenada a un cacareo continuo e incesante. Los gigantes modificaron su maldición y decidieron que sólo los seres superiores, que percibían la insondable amplitud del tiempo, y la futilidad de intentar economizarlo como si se tratara de un salario de medio pelo, tendrían el don, y la maldición, de la elocuencia incesante.
Laconicus - ¿Y cómo te afecta a ti esto? ¿Insinúas que eres un ser superior? Si es así, lamento tu carga.
Dilatatus - No te apresures, apenas he comenzado mi historia [algunos impacientes entre el público empiezan a pensar si no sería muy descarado sacar el teléfono y jugarse una subrepticia partidita de mohjang].
2. Mi madre procedía de una familia nacida en las más heladas brumas de norte. Su abuela había sido una de las doncellas más preciadas del lugar, tanto por sus dones físicos como por su buen criterio..... [narración de la historia familiar de Dilatatus, incluyendo la descripción del carácter de algunos tíos carnales; se concluye que todos tenían el don de la palabra, y se sugiere oscuramente el origen divino de tal don].
3. Dilatatus explica su filosofía política y por qué cree que no debe escatimar su facundo don. Sin personas como él, la humanidad volvería a comunicarse mediante el más rudo (y utilitario) de los gruñidos
Etc, etc, etc... Les hago dispensa del resto del parlamento de Laconicus, compuesto de 5 apartados y tres canciones de guerra.