Peter Quint escribió:
Hace millones de años, y a solicitud de Carl Tunner, Peter Quint escribió:
Plácido Domingo es como excesivo para este mundo. La voz es, además de bella, tremendamente musical, irresistiblemente cordial y en el punto justo entre el carácter spinto y el romántico que tan fenomenalmente casa, al menos tímbricamente, con casi toda la ópera italiana de la segunda mitad del siglo XIX. Además, es un músico de una versatilidad muy llamativa y una resistencia incombustible al paso del tiempo. Ha sido, por descontado, uno de los grandes divulgadores de la lírica a públicos masivos (sin traicionar culturalmente a la música que cantaba) y, con todo demostrado en este mundo, ha sabido reinventarse continuamente, como Heldentenor primero, y como barítono después (cuerda con la que, no obstante, ha coqueteado esporádicamente desde hace mucho tiempo). Por carrera, longevidad, repertorio, peso específico en el panorama lírico durante muchas décadas e influencia en el mundo musical, Plácido Domingo es un fenómeno inclasificable.
Reconociendo mi admiración por todo lo anterior, mi opinión personal de él es desigual. Ha sido fenomenal en algunos papeles, pero no, ni mucho menos, en los más de 150 que tiene en repertorio. Su técnica, aunque a él le ha servido (y yo me quito el sombrero ante la longevidad de su instrumento) me parece bastante imperfecta y, en ese sentido, un peligro para sus emuladores salvo que tengan, igual que él, las cuerdas vocales de amianto. Ha hecho de la fullería menor (y tolerable) una verdadera especialidad para salir del paso de comprometidísimas situaciones musicales, lo cual implica una habilidad descomunal, pero no una musicalidad siempre de ley. Y su continua reinvención, aunque no ha consumado ningún desastre artístico, le ha llevado a situaciones artísticas que me cuesta tolerar (como un acto entero de Adriana Lecouvreur abismalmente bajado a su gusto) o que me interesa poco (el actual Boccanegra o el Rigoletto que se barrunta). Ha sido un cantante absolutamente de raza, el último grande de varios papeles italianos que carecen de continuidad, un absoluto experto de lo que significa hacer ópera, un exceso en todos los sentidos cuyo reino no es de este mundo, que me ha hecho vibrar de emoción en no pocas ocasiones, pero donde no todo lo que ha relucido ha sido siempre oro.
Qué mona era yo de joven.
Estoy de acuerdo con la mayor parte del mensaje que aquí se expone. Nadie pretende quitarle la valía a este tenor, destacando, insisto, destacando - no referente - en papeles como Arrigo, Don Carlo, Otello (referente para mí Vickers y Del Mónaco de los que he escuchado)y en Puccini en Dick Johnson y Luigi. Admito esta realidad, lo mismo que tambien destacó en Samson. Incluso admito que destacara en más, pero de ahí a toda la mitificación de su persona hay un paso cualitativo que yo no estoy dispuesto a dar, desde luego.
Miren ustedes, en cuestión de expresividad Placido Domingo era un buenísimo actor cuando cantaba (recuerdo la expresión facial de su Samson, sus gestos, su movimiento escénico empleado con la inconmensurable, única y una de las mejores sopranos falcón del XX-Shirley Verret-) Es de justicia reconocerlo, pero una cosa es ser buen actor en un escenario y otra es expresar con la voz. Ahí Domingo cede puestos por ejemplo frente a un actor bastante torpe como Bergonzi pero mejor intérprete con la voz que Plácido. Eso es así. Entonces la llamada "revolución placidiana" como parece que su hagiógrafo quiere hacer hacernos ver yo por lo menos no lo veo. En otras palabras: no se puede comparar a la revolución Callas que produjo en la cuerda sopranil. Todo DESDE MI OPINIÓN.
Placido Domingo ha sido un tenor inagotable, dotado de resistencia al tiempo increible, un cantante con un grandísimo repertorio (que no versatil, ya para ésto...Gedda) un cantante entregado, que lo daba todo en el escenario, con una voz ciertamente hermosa y que llegaba(según dicen los que lo han escuchado) hasta el último rincón del teatro, fogoso pero yo veo que su fraseo no destaca por sus claroscuros, por su variedad expresiva, aunque es cierto que en algunos personajes estaba más "metido dentro" que en otros. Yo destaco su discográfico Arrigo de la estupenda versión de EMI.
En fin, un buen tenor, para este que escribe no mejor que Carreras en cuento a vocalidad e intenciones y sí superior al catalán en repertorio y en durabilidad.
Insisto, que alguien me diga si el Riccardo de Carreras que cantó con otra cantante mediática como la catalana en la Scala (1975, año de su debut en este gran teatro) fue peor servido que el cantando en ese mismo año por Placido con la Dimitrova, por ejemplo.
Creo que no le he quitado su justa valía a este importante, importantísimo tenor de los últimos cuartenta años del siglo XX.