Última función en el Met, miércoles 23, víspera del Día de Acción de gracias. El título,
La bohème, teatro prácticamente lleno. Esta vez teníamos delante a un rabino y un amigo o pariente suyo, que en los descansos se ponía un sombrero y sacaba un móvil de tamaño natural para enseñar fotos de su hijo. Me vi unas 1.753, tirando por lo bajo, muchas de ellas idénticas. A la derecha una pareja asentada, vislumbrando la jubilación. Ella disfrutó más que él, que se durmió media hora del tercer acto y todo el cuarto. Detrás una francesita muy mona, fina y elegante, que no tuvo inconveniente en quitarse sus exclusivos zapatos y plantar los pies en la butaca. Y porque le echamos una mirada amenazante, que si no nos los planta en el cogote. A la izquierda, gente normal.
Como ya se ha comentado, ritmo muy lento, sobre todo en el primer acto, que debió de durar casi diez minutos más. La orquesta, eso sí, sonó de lujo, como en los días anteriores.
Bezcala fue Rodolfo, y aunque cantó objetivamente bien, estuvo muy monótono y algo plúmbeo. Para mí que no le hizo mucha gracia abrirle la puerta a la vecinita. Algo apurado en el volumen y en algunos agudos (aprovechó "la doce speranza"" en su aria) y en general poco comunicativo.
Opolais, que me da que va camino de ser la niña bonita del Met, fue Mimí, y estuvo más gris que como Manon. No sé si estaba cansada por la sustitución del lunes pero la verdad es que no brilló y se dejó imbuir por la apatía de su pareja. Tanto es así que su mejor momento fue el dúo con Marcello y el aria posterior. Para mí que no le importó que Rodolfo la dejara.
Aceptable Kele como Musetta, aunque como comentaba Rubini, las agilidades no son lo suyo, de ahí que Armiliato ralentizara el ritmo. Eso sí, muy simpática. Cavalletti, al igual que Opolais, muy empático con Bezcala, así que el dúo que abre el último acto fue más bien soso. Aquí la señora de mi derecha acompañó a su señor esposo por la senda de Morfeo. Otro muy insulso fue Green, aunque como su aria ("Vecchia zimarra") es muy triste, dio el pego. Para mí que al final ni la vendió ni nada. Un lujo Plishka en dos papeles menores.
La puesta en escena, trabajadísima, apta para novatos. Un segundo acto algo oscuro pero brillante,
muy bien los coros (hombres, mujeres, niños), aplaudidos por el público. Sin embargo, el caballo fue ignorado. Hasta en los equinos hay estrellas y discriminaciones.
El público mató el final, ya que se perdió ese bellísimo final fúnebre orquestal que languidece como el corazón de Mimì. Hasta mi vecino de la derecha se despertó justo ahí para aplaudir y bravear. Para mí que creen que hay premio en metálico para los que aplauden los primeros. O me los imagino escribiendo en las redes sociales "Pole!" y fardando de ello.
En el descanso nos fuimos a ver la exposición del sótano. Fotos de muchos cantantes, destacando la de Fleta, por su peinado estilo secesionista. Plácido y Pavarotti tienen sendos cuadros. Se hace una crónica fotográfica y periodística de la primera temporada del nuevo Met, y se puede coger una filacteria con los repartos de la misma. Muy entretenido.