Las cinco que más me gustan son: Rigoletto, Trovatore, Traviata, Aida y Ballo. En una segunda fila (muy próxima a la primera), Don Carlo, Forza, Otello, Macbeth, Nabucco, Ernani, Attila, Vespri, Miller. En la tercera, Foscari, Masnadieri, Stiffelio-Aroldo, Lombardi-Jerusalem y Boccanegra. En la cuarta, Oberto, Giorno, Alzira, Giovanna, Corsaro, Legnano, Falstaff. Bien entendido que cualquiera de ellas me gusta más que, por ejemplo, Salomé. Y donde digo Salomé, pónganse otras muy reputadas.
Como Don Alberich no nos deja elegir más que una, y además nos pide que lo justifiquemos con criterios objetivos independientes de nuestro gusto personal, me quedo con Rigoletto en base a:
1. El personaje central es un auténtico prodigio. Como leí en los comentarios que acompañaban a la pimera versión discográfica que compré, es una "auténtica hazaña artística ganar la simpatía del público para un hombre perverso y contrahecho cuya única virtud es el cariño por su hija".
2. Los otros personajes no le van a la zaga: Gilda, la joven enamorada, capaz de dar la vida por el hombre que ama. El Duca, un perfecto sinvergüenza que, sin embargo, tiene un momento en que reconoce que su sentimiento por Gilda es algo más que la mera atracción física: "Parmi veder", seguido de "Possente amor" (estúpida e increíblemente cortado durante muchos años). Aunque luego se va de p**as sin reparar siquiera en el daño causado. Los dos hermanos, paradigma de la profesionalidad. Él, el asesino que proclama no ser un ladrón ni un bandido y que nunca traicionó a un cliente. Ella, compadecida de la presunta víctima, pero sin querer renunciar al negocio. Muy significativo su "Sol venti, son pochi. Valeva di piú".
3. Todo esto acompañado, expresado y plasmado con una música absolutamente magistral, asimilable a una etapa tardía del bel canto. En particular, el segundo acto es el que yo elegiría si me preguntaran cuál es el mejor acto de Ópera que conozco.
|