Notable recital el que ofrecieron anoche el tenor Javier Camarena y el pianista Ángel Rodríguez, que interpretaron un repertorio de ópera italiana (Donizetti, Bellini y Rossini), canciones y algo de zarzuela. El públicó llenó el Patio de la Casa de Cordón, bello marco para el concierto, aunque su peculiar acústica no es demasiado lucida para las voces. Comenzó el concierto con la famosa escena de Edgardo del acto tercero de Lucia di Lammermoor, en la que Camarena mostró un fraseo elegante, la necesaria firmeza en el pasaje y gusto por el matiz, recurriendo en ocasiones a un resultón falsete. Con la voz más caliente, afrontó de manera espléndida "E serbato questo aciaro... L'amo tanto" de I Capuleti e i Montecchi, bien ligada y brillante en los agudos. La tercera pieza fue la aria de Don Ramiro "Sì ritrovarla io giuro", muy aplaudida, aunque la coloratura se vio algo perjudicada por la reverberación del lugar. De la escena "Ed ancor la tremenda porta... Come un spirto angelico" (Roberto Devereux), bien resuelta por el tenor, destacaría el magnífico acompañamiento del pianista Ángel Rodríguez, que ofreció una introducción muy bella y sugerente. Camarena, de apariencia simpática, valiente y generoso en el canto, se disculpó por si su voz se veía perjudicada por la sequedad del lugar. No se notó desfallecimiento en la voz, si bien a lo largo del exigente recital la colocación de algunos agudos fue un poco trabajosa. Terminó esta primera parte del concierto con una de las páginas que le han hecho célebre: "Ah! Mes amis... Pour mon âme" de La Fille du Régiment, muy celebrada por el respetable.

Tras una pausa para aliviarse e intercambiar pareceres, dio comienzo la segunda parte del recital, centrada sobre todo en canciones. Merece la pena señalar el acercamiento de Javier Camarena a este repertorio (Tosti, Gastaldon y De Crescenzo), poco estentóreo y muy matizado, en la que destacó sobremanera "Ideale" de Tosti, cantada casi a flor de labios (uno de los momentos mágicos de la noche para quien esto escribe). Siguió una romanza de zarzuela, repertorio muy querido por el público burgalés: "No puede ser" de La Tabernera del Puerto, calurosamente acogida. Tres piezas latinoamericanas finalizaron la parte oficial del programa: "La rosa y el sauce" de Carlos Guastavino (una canción especial para Camarena, como señaló a los espectadores), "Despedida" de María Grever y "Granada" de Agustín Lara, que desató el entusiasmo general. Con gran parte del público en pie, aplaudiendo largamente su actuación y la de su compañero pianista, el tenor ofreció dos propinas muy bien recibidas: la jota de "El Trust de los Tenorios" y la célebre canción mexicana "El Rey". Bienvenidos sean espectáculos de esta categoría en la ciudad castellana.

Muchas gracias por la crónica.

Buena crónica de un buen tenor ligero como es Javier Camarena, con bastante presencia esta temporada y la próxima en teatros españoles

Lígero? No sería más bien un lírico-ligero?