Primera jornada. Vec Makropoulos.
Eso de trabajar en una multinacional centroeuropea tiene sus inconvenientes. Y uno de ellos es que de tanto en tanto van y ponen una reunión en Berlín el lunes a las 7 y media de la mañana. Manda güevos, que diría un ilustre murciano. Pues nada, a Berlín en domingo que hay que ir.
Nada más aterrizar en Berlín uno se encuentra con el desastre del aeropuerto de Tegel y se esboza una sonrisa por aquello de jugar a la contra. Y es que muchas veces me he tenido que oír lo de lo vagos y lentos que somos los hípanos. Que si la siesta, que si la puntualidad… Pues toma, el aeropuerto de la capital teutona lleva más de seis años de retraso y de la desviación presupuestaria no se atreven ni a hablar.Y como el hotel me lo cojo siempre por el Unter den Linden, después se ve el andamiaje tremendo y las obras de la Staatsoper y entra un escalofrío, ¿A ver si nos han engañado a todos y la Merkel es del Puerto de Santa María?.
Pues eso, tarde dominical berlinesa. Menos mal que si algo sobra aquí es ópera, y de la buena, La programación del mes de marzo le da una paliza a la mejor temporada europea.
Al no tener nada programado la Staatsoper, la opción se reducía a un Vec Makropoulos en la Deustche y a un Onegin con Nanasi en la Komische. Los parabienes sobre Makropoulos que escribió Carl Tunner me hicieron decidirme por Janacek (aunque también influyó levemente el hecho de que no quedasen entradas para la Komische).Y eso, a disfrutar de la Hertlizius que me fui.
Me enfunde mi traje y corbata y meeeek, mi primer error. A Janacek en Berlín está visto que hay que ir vestido raro. La única corbata, junto a otros dos despistados, era la mía. La gente iba vestida, como van aquí en Berlín cuando van casual pero modernos. Vamos que Alemania no es el paradigma del buen gusto en cuanto al vestir. Que mal gusto tienen los jodios. ¡Que gafas se me calzan!, ¡que zapatos!, ¡que pelos!. Pues eso, el raro era yo.
Y a la hora en punto empezó el Makropoulos. No deja de sorprenderme como en España abren la sala del teatro una hora antes de la función y empieza siempre con diez minutos de retraso y en otros sitios como Berlín, abren quince minutos antes y comienza puntual. Y eso que sentarse en la Deutsche Oper tiene pelendengues.
Vec Makropoulos es una obra que se puede ver, y más con los ingredientes del lunes pasado en Berlín. Y entiendo que guste a los amantes de la música de Janacek. Es una obra corta pero intensa, de orquestación densa, quizás demasiado declamada, que reserva lo mejor para el tercer acto, donde el lirismo aparece (escaso hasta entonces) y el papel principal, E. M. se luce con dramatismo argumental y musical.
Entiendo que a los amantes de esta música les guste mucho, pero yo, que no me encuentro entre ellos, diré que no la detesto, que se puede ver, aunque sólo una vez. No creo que caiga otra vez en un Makropoulos a no ser que me lo pongan en casa.
El Makropoulos visto en Berlín, que me atrevería a catalogarlo de muy bueno, se apoya sobre tres pilares:
Una grandísima orquesta, dirigida por el excelente Donald Runnicles, que le da un brillo espectacular con un sonido impecable, guiando a un conjunto de músicos sobresalientes para conseguir música detallista en la complejidad y matizada en la vastedad.
Una acertadísima puesta en escena de David Hermann, que refuerza la acción y la música y nos hace entender mucho mejor el galimatías argumental adentrándonos en la psicología compleja de Emilia Marty, seductora, gélida a veces y pasional y sufridora otras. La dirección de actores es muy buena y se ha analizado hasta el último detalle. Muy buena la idea de la doble interpretación en paralelo y con distinto escenario, en el primer acto, explicando el litigio en el momento en el que ocurre, a la vez que se puede ver la realidad de lo acontecido cien años antes. No me gustó ni entendí, sin embargo, la patochada de presentar a Hauk-Sendorf como a un arlequín bufonesco/ muñeco diabólico que va golpeando con un globito a la protagonista. En general es una gran puesta en escena en la que todo (salvo lo mencionado) tiene sentido. Alguno la tacha de fallida. Para mí no lo es. Puede que se juegue a la contra.
Y como tercer pilar tenemos a una extraordinaria Evelyn Herlitzius que saca adelante el papel de forma sobresaliente. Es una cantante excelente y una actriz extraordinaria. Vive el papel y nos lo hace vivir con pasión, con entrega y con credibilidad. Es mejor actriz que las actrices que actúan y no cantan haciendo de las otras E.M. Es una profesional que no falla ni un instante y además canta excelentemente. Su voz es poderosa, squillante, segura en el agudo, y dotada de una matización ligada al momento interpretativo y a la psicología del personaje que, aun cantando en checo, hace que se le entienda. Soberbia y el público se vuelve loco con ella.
Y tras estos pilares que dan como resultado una notable interpretación, viene el resto, que no pasa de mediocre.
Albert Gregor es Ladislav Elgr. El peor de la noche. Ni buen timbre, ni agudos, ni voz limpia, ni nada.
El Baron Jaroslav Prus es Derek Welton. Voz grave que se deja escuchar sin más.
El Doktor Kolenaty es Seth Carico. Probablemente la mejor voz masculina de la noche. Bajo con timbre agradable que puede cantar algo de más enjundia.
Janek es Gideon Poppe a quien su histerismo interpretativo puede que arrastre a una voz estridente.
El veterano Robert Gambill es Hauk- Sendorf que aparte de hacer el payaso se le nota una voz cansada y desgastada.
Vitek es Paul Kaufmann y nada que ver con su primo. Francamente, ya me he olvidado de él.
Y dejo para el final la segunda mejor voz de la noche, la de Jane Kurucova en Krista. Voz poderosa, esmaltada, de belleza salvaje y que podría tener mayor recorrido si elige adecuadamente los papeles a interpretar.
Saludos
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