La orquesta está digna, correcta, aceptable, pero no más. La dirección es pulcra, cuidadosa, de impecable factura musical, pero un tanto plana, falta de contrastes y de tensión. Asimismo, se echó a faltar más refinamiento en el sonido, más ligereza y menos decibelios, aún más cuando se tienen tantas minivoces sobre el escenario.
Al hilo de lo que comentaba el Sr. Siddharta, yo lo tengo muy claro. Tan espantoso me pareció lo de Barullosky en la Alceste como lo de Naden en esta Alcina. Realmente sorprendente la cantidad de chorradas que vemos sobre el escenario y las sandeces que se ven obligados a realizar los cantantes. Ciertamente, lo último en lo que deben pensar es en cantar y no estamos ante papeles facilitos, precisamente. El único momento divertidillo y con cierta gracia es la interpretación de la fabulosa "Tornami a vagheggiar" de Morgana a cargo de una magnífica María José Moreno en plan caberetera, desenvuelta, divertida, guapísima, eternamente joven, además de volcalmente sobresaliente. Realmente debería estar en el primer reparto y así nos ahorrábamos la panda que tiene alrededor. Sus sonidos de genuina voz de ópera, nos "despertaban" entre tanta indigencia tímbrica. Y para que luego digan, ella que también canta y muy bien, Amina, Adina, Gilda, Lucia, Rosina, Amenaide, Marie... destaca entre tantos supuestos "expertos" del tinglado camelo-barrokari imperante. Brava María José!!! Inadmisible que llevara 10 años ausente del Teatro Real, una gran trabajadora y profesional que lleva ya unos cuántos años de carrera, conservando intacta la frescura vocal y creciendo como intérprete y fraseadora.
Se podría pensar que es difícil encontrar una voz con menos proyección, cuerpo, volumen y brillo que la de Jose Maria lo Monaco, intérprete de Ruggiero (aunque, al menos, exhibió una agilidad solvente, especialmente en "Stà nell'Ircana"), pero ahí estaba la intérprete de Bradamente para desmentirlo. Completamente inaudible. Y qué decir del ridículo tenor que abordó Oronte... Sofia Soloviy como Alcina si mostró un material más operístico, pero de timbre anónimo, emisión gutural y falta de morbidez, además de resultar ácida en los ascensos al agudo y ayuna de clase como fraseadora. Esa clase que sí atesora Gauvin y que, supongo - voy el Viernes- exhibirá como Alcina.
Händel es un genio y deslumbra su capacidad creativa, pero a pesar de mis avances en este repertorio, se me sigue haciendo muy cuesta arriba la sucesión de treinta arias alternadas por recitativos y sin apenas acción y progresión teatral. Además, junto a arias realmente geniales, otras son mucho menos inspiradas y en éstas nos podrían ahorrar los da capo, mucho más si los cantantes son menos que mediocres. Prefiero escuchar dos veces "Tornami a vagheggiar" y "Ombre Pallide" bien cantadas, que las arias de Oronte completísimas a cargo de un señor de la calle.
La función termina a las 12 menos diez que, en diario, es demasié. Las deserciones en el último descanso fueron abundantes. Estas óperas de tanta duración deberían comenzar antes. En otros sitios como Munich o Viena, que hay ópera a diario, los horarios son mucho más libres., menos encorsetados, y tienen en cuenta la duración del espectáculo, si es fin de semana... Este verano en la capital Bávara, Manon Lescaut y Onegin empezaban a las 19:30, pero Don Carlo, mucho más larga, a las 18.
_________________ "El canto como la belleza que se convierte en verdad" (Friedrich Schiller)
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