Yo también estuve en la función del día 30, segundo reparto.
Muchas críticas han dejado bien o razonablemente bien esta producción procedente de la ópera de Burdeos, que entiendo que explora la idea de teatro dentro del teatro. También que supone el estreno escénico en el Teatro Real de esta ópera de Haendel que dentro de la fiebre barroca ha tenido producciones prestigiosas, como una legendaria en París dirigida por Robert Carsen en 1999.
David Alden convierte la isla mágica de Alcina en un teatro en declive, presumiblemente de variedades. Mientras suena la sinfonia vemos cómo se iluminan las luces del Real de manera tenue y entre el público aparecen Bradamante, Melisso y un acomodador (¿Oronte?); que son recibidos por Morgana en medio de un pasillo repleto de puertas (¿quizá la entrada a los palcos del teatro?) hasta que se abre el telón y vemos el teatro pintado con bellas pinturas clásicas. El primer acto es estático: vemos al embrujado Ruggiero bailar bajo el encanto de una Alcina caracterizada de Gilda que sale tras el telón de ese teatro, y sale por un conducto instalado cerca del foso de la orquesta (lo que hace que Alcina cante junto a la misma, lo que gana bastante). El pasillo de puertas refleja el mundo de emociones de los personajes principales, alejados del teatro donde tienen que mostrarse alegres ya que no podemos olvidar que estamos en una isla mágica, un mundo de fantasía. El carácter "animal" de la obra, en la que los amantes de Alcina son convertidos en bestias se ve reflejado más en el acto segundo ya que vemos cuerpos de animales enormes disecados o en esqueleto y el teatro adquiere una decoración de temas animales sobre un fondo verde. Y esto afecta al personaje de Oronte, caracterizado de gorila; aunque sea en realidad el perro sumiso de Morgana.
No he conectado con la obra, en parte porque reconozco no haberla escuchado mucho; pero también reconozco que es su partitura muy inspirada y que vuelve a quedar de manifiesto la capacidad de Händel para hacer de una ópera para virtuosos también una obra al servicio del estado de ánimo de los solistas. Sí me parece fascinante el concepto de "auge y decadencia de una hechicera y de su mundo" al que la obra podría reducirse. Pero también la idea de plasmar ese declive termina por recrear una ambientación demasiado oscura. Además creo que es una producción que le queda pequeña al teatro, y en un teatro de herradura relativamente grande como el Real; creo que en teatros más pequeños o en teatros tipo auditorio se puede apreciar mejor este trabajo porque la falta de visión de muchas localidades de nuestro gran teatro hace muy difícil apreciar esta produccción. Yo estaba sentado en un palco lateral y al cantar muchas veces los solistas sobre el escenario del decorado que estaba al fondo del todo, las voces no llegan a estas zonas como deben. Pude recolocarme en el patio de butacas y no había color.
El segundo acto está mejor resuelto, y esto se ve en el final, cuando Alcina se ve abandonada por la magia, y finalmente sola en un teatro con una iluminación cada vez más tenue y tétrica, y el fuego proyectado de fondo. Eso sí puede decirse que fue un éxito. No obstante, la decadencia de lugar al ocaso en el tercer acto, viendo el teatro abandonado por completo y viendo la progresiva decadencia de una reina maga que pese a la desgracia (y ahí vemos a una exultante Bradamante caracterizada de ama de casa que se complace con su miseria) mantiene la dignidad. También que finalmente el mundo de los buenos al que pertenecen Melisso y Bradamante resulta ser aburrido, así que Ruggiero decide huir de nuevo hacia Alcina, aunque Morgana parece quedar entre los supervivientes ¿señal de futuras maldades?
Con todo, la sensación de faltar algo era latente en la función. La producción metía coreografías innecesarias en momentos clave y luego bailecitos insustanciales que en el tercer acto rozan ya el espasmo. O el primer encuentro entre Bradamante vestida de su hermano y Ruggiero: mientras decían odiarse sus cuerpos estaban en posturas y actitudes amorosas. Y de nuevo el aburrido primer acto. Pero tampoco el tercero fue mejor aunque terminase bien. El teatro es un mundo cautivador y de fantasía pero demasiada oscuridad y estatismo convierten esa magia, ese interesante declive en auténtico sopor.
Christopher Moulds dirigió la orquesta con mucha solvencia, sin aburrir en ningún momento. Podría decir que la orquesta ha sonado mejor que en el Devereux. Consigue sacar un buen rendimiento del foso, y además parece que se lleva bien con la orquesta, sonriendo a los músicos en varios momentos. Y los músicos en escena estuvieron excelentes. Una idea de la puesta en escena era sacarlos al escenario y vestirlos para la obra, formando así parte de la acción.
Sofia Soloviy se apuntó un éxito esta noche con su Alcina. Esta soprano siempre va de menos a más, aunque esta vez estuvo muy inspirada. Ya desde el "Si, son quella" apuntó manera. Convincente como actriz, ágil en las coloraturas y la voz parece correr por el escenario. En el "Ombre Pallide" estuvo estupenda, así como en sus arias del acto tercero.
María José Moreno (el motivo por el que he elegido ir al segundo reparto) cantó una Morgana estupenda, con su deliciosa voz , sus agudos bellísimos y su agilidad. En el "Tornami a vagghegiar" estuvo maravillosa, y mantuvo esa línea en sus intervenciones. Además la señora tiene buena figura, algo de lo que se vale la puesta en escena para ponerla a hacer toda clase de piruetas.
Josè Maria Lo Monaco fue una agradable sorpresa, tiene una voz agradable, dramática y resulta convincente en los momentos más profundos del personaje. En el acto segundo dio intervenciones memorables, siendo el aria "Verdi Prati" cantado de manera sensible y exquisita.
Angélique Noldus fue en líneas generales aceptable, aunque en el aria "Vorrei vendicarmi" cantó bien la afectaba la falta de volumen respecto de las tres grandes anteriores. Johannes Weisser no fue un mal Melisso aunque durante el aria "Pensa a chi geme" parecía quebrarse al principio, pero pudo terminarla dignamente, en mi opinión. Estupenda Francesca Lombardi Mazzulli como Oberto, cuyo "Barbara! Io ben lo so" fue una exhibición de agilidad. Anthony Gregory no actuó mal como Oronte, pero la voz daba indicios de ser muy pequeña y de hecho cantó la coloratura casi desde el susurro en "É un folle, è un ville affetto", aunque el señor también tenía buen tipo y como actor podía convencer.
Al final la velada fue aplaudida y bien recibida, especialmente a Moreno, Lo Monaco y Soloviy. Supongo que el primer reparto será mejor que el primero pero con todo éste ha sido aceptable. Y al bajarse el telón definitivamente se podía escuchar el júbilo de los artistas por el éxito.
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