Verdi: Un Ballo in maschera (Bergonzi, Nilsson, Simionato; Solti, 1961) Decca
Nuevo registro verdiano que no llegó a redondearse debido a la estruendosa concertación de Solti y la gelidez de la protagonista (que por otro lado está en una forma vocal estrepitosa) Restan el Riccardo de
Bergonzi - el mejor de la discografía – y el excepcional trabajo de MacNeil (incluso por delante de la estupenda Simionato)
La convencional
“Alla vita che t’arride” es un aria que exigiría un canto más ligero y modulado que el que ofrece MacNeil (no resalta las indicaciones <> sobre varias frases) que no ofrece alguna variación imaginativa en el da capo. Tampoco es justificable la supresión de la cadencia escrita por Verdi. De estas cuestiones, claro está, también hay que hacer responsable a Solti.
Escuchamos también el magnífico
Trío del Acto II junto a Nilsson y Bergonzi. La compañía de dos cantantes que se mueven en su elemento parece destacar aun más la lejanía expresiva de Nilsson.
De MacNeil ha dicho James Levine que cuanto más largo y difícil fuera un papel más destacaba en su interpretación. Puede decirse lo mismo de las grandes escenas verdianas, donde sus dotes como vocalista lo separaban aun más de sus coetáneos.
Alzati! là tuo figlio...Eri tu, che macchiavi
Convertido en el típico cornudo iracundo por intérpretes de raíz verista, la gran aria de Renato sufrió una banalización que laminó los contrastes entre las distintas secciones, quedando invadido incluso el
cantabile por el ímpetu declamatorio del recitativo.
MacNeil afronta esta página culminante de la escritura verdiana para la cuerda aplicando sus máximas cualidades en cuanto a
legato, juego de dinámicas y variedad de acentos. En el recitativo no escuchamos a un hombre vociferante, sino a uno que domina su furia; una vez sale Amelia se produce la explosión, pero sin abandonar el canto en ningún momento aun siendo incisivo (“Ben altro sangue”). Hasta ahora Renato se había expresado como un barítono
nobile, pero en este caso se pide un dramático puro que impacte como MacNeil en los repetidos ataques al fa# agudo. Quizá no diferencia bastante entre el primer y el segundo “vendicator” (
fremente y
cupo respectivamente) que cierran el recitativo. De repente podríamos pensar que
Solti ha abandonado nuestro drama burgués y ha presentado a
Hagen en escena: hasta ese punto es grandilocuente y gruesa la intervención orquestal introduciendo el aria. Por fortuna su cantante se separa de este camino en el inicio
sottovoce de “Eri tu”, como si apenas le llegara la voz para expresar el despecho; nótese también la expresiva
smorzatura en “delizia”. Hablamos de un sentimiento más profundo que la mera cólera del celoso. Para MacNeil no supone problema el descenso al la grave (“Per me”), que otros (Ruffo) han transportado una octava. Muy acertado el contraste entre la poderosa subida “che compensi in tal guisa” y el recogimiento conmovedor en “dell’amico tuo primo”. Se crea así una estupenda transición desde la imprecación a la nostalgia que permite creerse la situación y la evolución de los sentimientos del personaje, que busca refugio en el recuerdo de tiempos mejores. Comienza el
cantabile a media voz - mórbida, flotante, timbradísima - captando perfectamente el carácter íntimo e idílico de la melodía. Sigue sosteniendo la tesitura del difícil pasaje “D’un amplesso che l’essere india”, con un canto ligadísimo y mórbido, capaz de adelgazarse y pasar por las pequeñas vocalizaciones sin perder un ápice de calidad. También es impresionante el arco que culmina en un enorme sol agudo, totalmente integrado en la frase. Encuentra acentos de gran emoción en “È finita”, y los contrastes entre “Non siede che l’odio” y “Nel vedovo cor”, que respeta el
diminuendo prescrito. Enormemente evocador el “O dolcezze perdute” con un magnífico fa agudo en
pianissimo (“O speranze”) y estupendas notas de adorno antes del amplio fa conclusivo.
En definitiva, una voz homogénea y potente que se pliega a un canto morbidísimo, casi belcantista, pero con el suficiente dramatismo de acentos. La esencia del canto verdiano, en otras palabras.
Boccato di Cardinale, queridos.