Seguimos con el C&P. En este hilo iremos rescatando algunas palabras de la soprano recogidas en el libro “Victoria de los Ángeles, memorias de viva voz” del periodista catalán Jaume Comellas. Vayan por ahora estas líneas para cinco de los grandes:
Jussi Björling
Victoria reconoce que tenía muy buena amistad con el tenor sueco, y añade: “Nuestras voces se unían muy bien, y era esencialmente buena persona, muy bueno; buenísimo. Y no porque fuera solamente cariñoso, sino porque era muy auténtico, muy sincero, y eso a mí me tocaba mucho. Y la voz era extraordinaria. Su voz nunca se ha captado bien en los discos. No han oído la voz de Björling; tenia unas irisaciones casi doradas, una calidad que no se ha recogido nunca. Por mucho que pongo a Björling, digo:
Es que no…, es que no… ¡Era una voz de oro, una voz especialísima”
Kirsten Flagstad
Victoria admiró mucho a la soprano noruega, y así recuerda su Isolda en el Liceu: “¡Oh, sensacional! Lo de la señora Flagstad era sensacional. Era un sonido, un sonido que te envolvía. Y además daba la sensación de que no presionaba. Una voz que espontáneamente daba un delirio. Era compacta. El primer acto es lo que hacía mejor, ¡era precioso!”
Elisabeth Schwarzkopf
Preguntada por sus amistades en el mundo del canto, el primer nombre que sale es el de Elisabeth Schwarzkopf: “Yo he sentido siempre una admiración muy especial por Elisabeth Schwarzkopf y ella por mí. No sé, nos hemos entendido muy bien; hemos cantado
Don Giovanni juntas, ella hacía hacía de Donna Elvira y yo de Donna Anna; hemos ido a comer juntas después de los ensayos; realmente me lo he pasado muy bien con Schwarzkopf. Siempre se la ha considerado un poco fría, han considerado que era muy distante. Conmigo no. (…) Ha sido una cosa especialísima. Y, además, era de una belleza cuando salía a escena… Era una verdadera belleza. ¡Cómo sabía maquillarse esa mujer!” A continuación, Victoria cuenta una curiosa anécdota: “A mí siempre me han gustado las excentricidades de los demás; yo no sé si las he tenido. Pero las de los demás me han encantado. En
Don Giovanni, en el sexteto final, donde uno se pon delante del otro, me tocaba cantar a mí, entonces ella se me ponía a cantar delante; cantaba el barítono, y se ponía delante del barítono. Al final le dijeron:
Señora Schwazrkopf, eso no puede ser. Cuando nosotros cantamos usted no se nos puede poner delante. Usted nos priva de ese tiempo, no puede ser. Y la respuesta de ella fue sublime:
¡Ay! Lo siento. Lo debo decir a todos los demás. Es que yo cuando estoy en el escenario quiero ser la única, la única… Y, claro, cuando una persona te lo dice de esa manera… Me lo pasaba en grande cuando llegaba ese momento, porque observaba a los demás, observaba la cara que ponían cuando se les ponía delante. Son cosas que pasan”.
Alfredo Kraus
Victoria y Kraus sólo coincidieron una vez en escena. Fue en un
Werther en el Teatro de la Zarzuela de Madrid: “Era impresionante el
Werther de Kraus; era único, único. Como pareja ha sido lo más emocionante que he tenido en mi carrera. (…) Con los ojos te decía que era Werther. Y ya desde aquel momento me sentí Charlotte. ¡Era impresionante lo que hacía Kraus! Cuando estabas en escena no podías desprenderte de la magia que él infundía. Y en la escena del aria fabulosa,
Porquoi me réveiller…, cuando Charlotte está en el sofá y él cantando esto, ¡era fantástico! No creo que en disco se pueda recoger lo que se hace a veces en escena; y lo que hacía Kraus en directo era único. Y yo, claro, llorando y llorando. Y bueno, ¡pues a llorar! Dejé caer las lágrimas, y como es en realidad lo que le pasa a Charlotte… Y cuando él volvía y se dirigía a mí, me acuerdo de que se quedó mirándome porque me vio los ojos con aquellas lágrimas. ¡Me impresionó tanto! Y no te digo el final, el último acto. ¡La de
Werther con Kraus es una noche de magia!” Preguntada acerca de la supuesta frialdad del tenor canario, responde Victoria que “él era uno de esos apasionados que sienten tanto. En todo lo que cantaba había mucha pasión. Siempre vi que había mucho dentro de Kraus. (…) No era una persona fría, era una persona de un calor increíble”.
Maria Callas
Victoria nunca llegó a entablar relación con Callas, aunque la conoció en la Scala: “iba a hacer
El Barbero de Sevilla; me la encontré en una escalinata al ir a ensayar. Nos saludamos:
Ah, señora, ¿cómo está? Y nada más”. No obstante intercambiaban mensajes de reconocimiento, e incluso Victoria la defendió cuando a la griega le llovían las críticas en Nueva York. Callas llegó a decir que “la única rosa que había en el estercolero del Metropolitan era Victoria de los Ángeles”.