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«Que el cantante sea actor se da por hecho, pero también debe tener voz»
«El mejor momento en el que un cantante puede enseñar a los jóvenes es cuando está en la carrera»
CRISTINA GALLARDO-DOMÂS Soprano, actúa junto a la Orquesta «Oviedo Filarmonía» en la inauguración de la XIII Temporada lírica del Palacio de Festivales de Cantabria
Diana DÍAZ
Cristina Gallardo-Domâs es una de las voces que están actualmente en el candelero de la lírica. La soprano chilena, afincada en Canarias, tiene una poderosa presencia en el escenario que no pasa desapercibida para la afición, que valora especialmente sus roles en las óperas de Puccini. Los papeles de Mimi, sor Angelica, Violetta y Desdémona están en su «top». La cantante defiende una diversificación en sus apariciones líricas que la llevarán, próximamente, a Los Ángeles -«Il postino»-, Valencia -«Fausto»-, y Génova -«La bohème»-, entre otros proyectos. Gallardo-Domâs asegura sentir «complicidad» con la Orquesta «Oviedo Filarmonía», su primer contacto con la música de factura ovetense, que la acompañará en la inauguración de la temporada lírica del Palacio de Festivales de Cantabria.
-¿Qué ha significado la obra de Puccini para su carrera?
-Puccini es uno de los autores de ópera más dramático y teatral. En esa trama, envolvente, en torno a los personajes, surge la música. Puccini se inspira en heroínas de carne y hueso. Sus mujeres, personajes reales, me han conquistado. Adoro el proceso de creación de los personajes en la ópera. Por eso, Puccini es uno de mis autores preferidos, pero el hecho de que se me haya terminado relacionando más con este autor es cosa del destino, que me guió por su literatura.
-Este año se celebra el 150.º aniversario del nacimiento del compositor italiano.
-Sólo me quedan, en definitiva, tres roles del repertorio pucciniano por representar: «Tosca», «La fanciulla del West» y la Giorgeta de «Il Tabarro». Por otro lado, confieso que me cuestioné encarnar el rol protagonista de «Turandot». Disfruto más en el papel de Liu. Puccini orquestó hasta la muerte de la esclava y el debate entre las dos versiones del final de la ópera, a cargo de Franco Alfano y Luciano Berio, respectivamente, no me convence mucho.
-Y es considerada la «Madama Butterfly» del momento.
-«Madama Butterfly» fue la primera ópera que canté sobre un escenario, hace ya dieciocho años. Profundicé en este título como material para mi ingreso en la Julliard School de Nueva York y luego la retiré de mi repertorio. Retomé la ópera sobre el escenario del Covent Garden. Desde entonces, cada vez que he interpretado «Madama Butterfly» he coincidido con grandes directores musicales y de escena. He tenido suerte.
-Entre ellos destaca el oscarizado director Anthony Minghella.
-Trabajar a las órdenes de un cineasta, en un escenario de ópera, fue cumplir un sueño. Minghella era una persona serena y exquisita, alrededor de la que se desarrollaba un trabajo muy humano, centrado en la elaboración de los personajes. Me emociono cuando le recuerdo decir que conmigo sentía que era la primera vez que hacía una «Madama Butterfly». Previamente, había dirigido otra producción en la English National Opera.
-Parece orientarse últimamente hacia el repertorio de Verdi.
-Siempre me he planteado una carrera en evolución, gracias a que mi instrumento vocal me lo ha permitido. He sido afortunada por poder abordar repertorio francés, ruso, el bel canto y la obra de Verdi. Estoy contenta porque el próximo año diversificaré significativamente mis actuaciones. Entre otros proyectos, haré «La vida breve» de Falla o la ópera contemporánea «Il postino» de Daniel Catán, basada en «El cartero de Pablo Neruda», de Antonio Skármeta, en Los Ángeles, junto a Plácido Domingo y Rolando Villazón.
-La afición destaca su veta dramática, pero algunos anteponen esa cualidad a sus aptitudes vocales. ¿Cómo recibe las críticas?
-El canto siempre ha sido materia de gustos. El público cada vez tiene más peso en la organización de las temporadas. Pero formar parte de un elenco lírico depende de una rigurosa selección previa. Creo que el diálogo y la coherencia priman sobre la puesta en escena, en un momento en el que la consideración del cantante-actor está más que superada y en el que el timón de la ópera parecen llevarlo los directores de escena. En la ópera se han de compensar la belleza óptica y la excelencia vocal. Que el cantante sea actor se da por hecho, pero también debe tener voz.
-Es una cantante implicada en la educación de los jóvenes.
-El mejor momento en el que un cantante puede enseñar es cuando está en la carrera. Siempre quise poner mi granito de arena pedagógico porque me cruzo con jóvenes cantantes que parecen perdidos en la profesión. En activo, puedes dar los mejores consejos, sobre la voz y el circuito lírico. Este año, en Gran Canaria, repetiremos un encuentro en el que, en siete días, los cantantes recibirán una enseñanza a todos los niveles.