Bueno, aquí mismo. Intentaré resumir. Estaba asistiendo a unas Jornadas sobre Flamenco en el Albaicín. Había buscado el hotel cerca de la peña flamenca donde se celebraban las jornadas. Con lo que no contaba es que, por mucho mapa que se lleve y más con mi despiste, aquel barrio es un laberinto. Me llevé a mi hija y al novio para que visitasen Granada mientras yo estaba de cursillo. Bien.
Una noche se me ocurre ir y volver sola de la peña al hotel a por una medicina que había olvidado tomar. Aparte de perderme, no pasó nada. Al llegar al hotel convenzo a los dos tortolitos para que vuelvan conmigo a la peña porque había una actuación de un cuadro flamenco y la cosa prometía. Cuando acabó la actuación los tres emprendimos camino hacia el hotel. Mi hija y yo nos dimos cuenta de que nos seguían dos chicos marroquíes y empezamos a hacernos señas y a hablar en clave entre nosotras diciendo "aquí mis primos quieren algo"... Se lo decimos al novio y decidimos tirar por otra calle y por otra y dar media vuelta... seguían detrás nuestra. Había también un matrimonio asustado parado en una plaza y pensamos que serían su objetivo pero no, seguían detrás nuestra. Yo, que no bebo, cogí una litrona que me encontré en el suelo y empecé a cantar "con las bombas que tiraaaaan los fanfarroneeessss etc". Mi hija cogió la botella de agua grande que llevábamos y empezó a beber agua y a escupirla con violencia en el suelo (según me dijo, el plan era quitarle peso a la botella, para golpearles si se acercaban). Mi plan era partir la litrona contra un adoquín así que... el novio de la niña, blanco, de pensar que la niña es karateka y no se iba a estar quieta y, claro, él iba a tener que pegarles también.
Nos paramos delante de una casa y empiezo a gritar al balcón: "Titaaaaa, abre la puerta que estás sordaaaaaa", mientras mi hija se esconde en una esquina para ver que estaban haciendo los "moritos". El novio ve que uno de ellos lleva un cuchillo enorme dentro de la manga de la sudadera y hace todo lo posible por convencer a la cabezota de la niña que se quite de la esquina, porque ella seguía allí botella en mano, y yo detrás con lal otra botella.
Por fín vemos que una pareja de novios (él también marroquí) entra en una casa. Entonces ví el cielo abierto. Me acerco y le digo al muchacho "¿Tenéis hora? ¿Tenéis fuego? ¿Tenéis lo que sea?" Y le señalo con la cabeza a los niñatos que seguían allí apostados. Entonces la chica de la pareja les grita: "¿Qué queréis? Ya os estáis yendo de aquí, FUERA". Y los niñatos contestan algo así como "qué pasa, es que no se puede parar uno a descansar". Entonces la pareja de novios nos abre su casa, nos mete a los tres y nos dice que de allí no nos vamos, que nos quedemos a dormir si es necesario.
Menuda fatiga y menudo susto. Por lo visto esos mismos niños habían asaltado a la chica unos días antes y le quitaron dinero. Con el chico también habían tenido algún que otro encontronazo. Total, que llamamos a la policía. Mientras tanto la pareja nos dió agua, conversación, nos acogieron como si nos conocieran de toda la vida.
Llaman a la puerta. Baja el muchacho pensando que eran los moritos otra vez (que aún estaban apostados en la esquina de la casa, según vió él por el balcón). Bajamos todos detrás de él no fuese que se encontrase solo con ellos y le hicieran algo (por lo menos ya éramos 5 personas contra dos). Abre la puerta y entran dos señores muy normales y nos enseñan la placa "¡POLICÍA!". Como en las películas. De verdad que no exagero nada.
Les contamos lo ocurrido. Llamaron a otros compañeros por su móvil para que se diesen vueltas por la zona y luego nos acompañaron. Primero a nosotros tres al hotel y luego al muchacho que nos había ayudado a su casa, porque la casa donde nos acogieron era la de su novia. No era plan que, después del susto que pasamos todos, se fuese él solo para que lo pillaran los niños con el pedazo de cuchillo que llevaban. Nos comentó que en otra ocasión en que llamó a la policía por lo mismo le dijeron que si no le daba vergüenza a un tío tan alto, asustarse por unos niños y el les dijo que, ante un cuchillo, él era muy bajito y que no tenía ganas de buscarse una ruina.
Para que veáis. En todas partes hay gente buena. Nos salvaron la vida. Y, con los nervios, no me quedé ni con la dirección de esta chica, para haberle mandado algún detalle. Les dije que, por lo menos, me dijesen sus nombres, porque si no llega a ser por ellos, es que no lo quiero ni pensar...
Bueno, ya me he enrrollado bastante. Todo es rigurosamente cierto. No he exagerado nada.