Pues sí Kitiñe. Luego no veas la risa que nos entró, de los mismos nervios, en el hotel. Mi hija tomándome el pelo porque uno de los dos policías secretas (el que era de mi edad más o menos, el otro era más joven) me pidió el número de móvil
"por si tenían que llamarme para algo" (pero eso es normal ¿no?). Como nos acompañaron hasta la misma puerta del hotel, me preguntó que hasta cuándo estábamos alojados allí y yo, por poco, con los nervios, le digo hasta el número de habitación.
Pero pensé rápido: "por muy policía secreta que sea ¿A él qué demonios le importa?".
Tanto el muchacho que nos acogió en casa de su novia como un taxista al que comenté al día siguiente lo ocurrido me dijeron que ellos llevaban siempre un spray de autodefensa. A los dos les dije lo mismo: que tenía entendido que eso no era legal. Pero me dijeron que sí, que podía conseguirse en las tiendas de armas. Los dos estaban indignados, sobre todo el muchacho, que parecía musulmán (por el aspecto y el acento: si no era de Marruecos sería de Argelia o de Siria,...) porque decía que esos niños eran demasiado jóvenes para estar ya así, que tenían toda la vida por delante para labrarse un futuro en condiciones, como intenta hacer todo el mundo. Y que, como eran tan jóvenes, no veían el peligro ni las consecuencias de sus actos y eran más peligrosos que los delincuentes adultos. ¡En fín!