Rigoletto
Si hubiera que escoger un papel que no sólo definiera a MacNeil como cantante sino toda su carrera artística, sería Rigoletto. Su primera interpretación de la tenemos constancia fue en Chicago, en noviembre de 1958. Su debut en el MET llegó con Rigoletto en marzo de 1959, alcanzando las 105 actuaciones como Bufón en dicho teatro hasta 1980. Del debut de la Metropolitan Opera House podemos leer la siguiente crónica:
Eric Saltzman en
The N. Y. Times
"Sometimes an artist can plug along year in and year out without any breaks. Then, with a whoosh, he'll go right to the top. Cornell MacNeil, Minneapolis-born baritone, has just taken that dizzying ride. On March 5 the thirty-four-year-old singer made his successful European debut at La Scala in Milan, and Saturday night he made an unexpected but equally well received Metropolitan debut in the title role of Verdi's "Rigoletto."
Mr. MacNeil came through superbly. When he cut loose, the rafters trembled. But he did not forget to sing softly and lyrically. Only in the big scene in Act III, beginning "Cortigiani, vil razza dannata," were there any signs of strain or pushing.
At this point Mr. MacNeil's desire to produce and intense and moving dramatic moment led him to musical excess. Elsewhere he characterization was expressed with and within the music, the vocal and visual elements being effectively integrated. If this is not yet a great Rigoletto, it is certainly a very good one."
[“(…) MacNeil estuvo formidable.
Cuando cantó sin inhibiciones, las vigas [del teatro] temblaron. Pero no se olvidó de cantar piano y con lirismo. Sólo en la gran escena del Acto III, que comienza “Cortigiani, vil razza” hubo algún signo de esfuerzo. En este momento , el deseo de MacNeil de producir un dramatismo intenso y emocionante le llevó a exceso. En todos los demás casos, la caracterización era expresada dentro y a través de la música (…) Si no es ya un gran Rigoletto, es desde luego uno muy bueno.”]
Existen por lo menos cinco grabaciones en vivo de un Mac en plena forma como Rigoletto. Son conocidos los registros del Colón (1961 y 1968), MET (1964, 1966 y 1971)
Entre ellos destaca el primero del Colón, en el que le acompaña Leyla Gencer como una Gilda de gran estatura dramática.
Segundo Cuadro
Su entrada en el segundo cuadro es la de un hombre ensimismado gracias a la suavidad con que ataca su “Quel vecchio maledivami”, haciéndolo crecer y dejando morir el sonido a continuación. Durante la escena con Sparafucile, Jorge Algorta lo arrastra y se pierde el carácter confidencial de la página: es al final cuando al estentóreo “Sparafucil mi nomino” responde MacNeil con un susurrado “E dove all’occasione” que deja a su compañero en evidencia. “Pari siamo” recupera la introversión precisa, alternando la declamación levemente enfática (pero siempre cantada) con la media voz timbradísima. MacNeil tiene la voz y el acento patético para cumplir con los pasajes de fuerza (“O dannazione!”) y también es capaz de cantar a flor de labios sus “Quel vecchio maledivami” y con un tono extático la elevada “Ma in altr’uomo qui mi cangio”: es el personaje mostrando su alma, preparándose así para abandonar el mundo donde es Bufón y entrar en su pequeño oasis donde puede se humano. Si acaso, se le puede reprochar la declamación de la imitación del Duque (“Fa ch’io rida…”) Atención a la facilidad y brillo tenoriles de su “È follia!”.
A similar nivel en “Deh, non parlare”, que ataca con dulzura. Son admirables la belleza, expansión e igualdad entre registros del timbre en “Moria! Le zolle coprano lievi quel capo amato”. El corte habitual impide escuchar entero “Veglia o donna”, cantado con dulzura y facilidad, pero sin arriesgarse a los
pianissimi escritos.
Acto II
Su escena con los cortesanos es muy inteligente: los apartes (“Ove l’avràn nascosta”, “Non è il suo”) resueltos a media voz. La Invectiva recupera el tono enfático, acentuando con fortuna “Quel razza”, mientras atenúa “Qual prezzo” y “La rendete”, creando un buen contraste que dota a la imprecación de un carácter confesional. Magnífico el cambio hacia el acento implorante de “Ah, ebben io piango” y “Dove l’anno nascosta”. Muy bien, aunque no trascendente, su “Miei signori”, que hacía esperar no grandes sino excepcionales cosas tras ese “Tu taci” filado maravillosamente. Lo que se escucha aquí es una magnífica peroración, pero esto debería ser un monólogo en soledad de un alma destrozada: el carácter que debía presidirlo está apuntado en el primer “Signori, perdono”, pero lo abandona quizás preocupado por la elevación de la tesitura.
Es estupenda la contención del ataque de “Ah, solo per me l’infamia”, como expresando una rabia que apenas deja articular palabra. Poco a poco la voz se deshace en susurros, un hombre que se desmorona, lo cual es una transición magnífica hacia “Piangi fanciulla" y su canto a media voz.
Escena final
Dentro de un gran nivel, son magníficos el legato y el acento en “Angiol caro, mi parla, m’ascolta…” Impresionante el timbre en “Non morir”, donde hace falta el sonido
vellutato y brillante a la vez que era el sello de MacNeil. Sus “Non lasciarmi non dei” son dulcísimos, como si no quisiera despertar a un niño al que acuna. A estas alturas no es posible defender la pertinencia de un gesto heroico y estruendoso como el sibb (la natural) del cierre pero si se canta así, bendito sea.