¿Berganza? puff
A Berganza le debo muchas cosas y de Berganza fué uno de los flechazos más importantes de mi vida cuando, de estudiante de violín en el antiguo Teatro Real, la descubrí despues de no recuerdo que clase.
Era una época inolvidable. El Conservatorio de música y el auditorio del Teatro Real compartían edificio, y los estudiantes de aquella época teníamos la inmensa suerte de, una vez acabadas las clases, tener la posibilidad de dar la vuelta a la esquina y poder asistir a infinidad de conciertazos a cual más tremendo e importante. Todo ello gracias a las entradas (gratis!), que daban en la asociación de estudiantes existente en
el conservatorio.
Era una época que, fácilmente, te veías de media cuatro o cinco conciertos semanales.
Recuerdo a Abbado, Celibidache, Giulini, Mravinski, Berstein... o a Pollini, Baremboin, Rostropovitch, Perlmann... qué se yo, infinidad de gente buenísima.
Pues bien, entre tanto tanto grande, uno de los mayores impactos que tuve, lo juro, fué el de un recital de la Berganza.
Era el reencuentro con "su" público madrileño despues de muchísimos años de ausencia. Berganza siempre había dicho que la ópera en España, en aquella época, no se hacía con el rigor ni los ensayos que ella consideraba suficientes y que de esa manera prefería no cantar.
De hecho, hasta principios de los ochenta, y desde los sesenta, Berganza no cantó nunca ópera en España excepto una solitaria "Cenerentola" en el Liceo.
Toda su carrera la había desarrollado, prácticamente, en el extranjero.
En España (y más en Madrid) aquello no se lo perdonaban, y muchísima gente la esperaba con ganas (muchos con más ganas de matarla que otra cosa jejejeje) pero la madrileña (que ya hablaremos como es: chula, chula mi pirula), con ese caracter que le caracteriza, salió al ruedo como su fuese a torearse seis miuras seguiditos. Uno detras de otro.
El exito fué clamoroso.
Yo estaba donde nos colocaban a los estudiantes: arriba del todo, en unas mamparas de madera donde lo veías de pie, y aquello me impacto sobremanera.
Recuerdo que cantó infinidad de propinas, pero la gente no paraba de ovacionar y de gritarle piropos: que si guapa, que si eres la mejor, que si ahora canta no se qué.... aquello fué impresionante.
Para mí fué una de las manifestaciones más claras de lo que es la perfección y la emotividad, pero con un aire de vendaval "encerrado" durante años (motivado por la excepcionalidad del acontecimiento), muy, muy especial. No sé si me entendeis.
Gracias a Berganza, y al impacto de ese concierto, comenzó mi verdadera afición a la ópera. Algo que nadie hasta ese momento había conseguido de esa forma (y recuerdo haber escuchado ya a Kraus, Caballé, Aragall...).
Qué se yo.. cada uno tiene su "click" y a mí me dió de esa forma
En cualquier caso creo que a Berganza todos deberíamos reconocer una pureza en el canto, una musicalidad y un rigor verdadéramente fuera de lo normal. Algo que, yo creo, debería ser modelo para infinidad de cantantes y algo que no se valora en la medida de su importancia.
Fallos tuvo (ya hablaremos de ellos) y periodo de declive (como todos), pero de poquííííísimos cantantes se puede decir que la interpretación de todos sus personajes se ajusta de tal forma a la total idoneidad. Se podría tranquílamente decir (luego va en gustos) que la práctica totalidad de ellos es referencia (o casi) en la historia grabada de cada uno de ellos.
Su Cherubino, su Roggero, su Sexto, su Rosina, su Angelina, su Dorabella, su Isabella o su Cármen... son personajes que la mayoría de la crítica especializada ha considerado de referencia, pero teniendo en cuenta que decir que alguien fué la mejor intérprete de algo es absurdo porque cada uno tiene sus gustos, bien podríamos decir con totál tranquilidad que sus interpretaciones se encuentran entre las tres mejores de la historia grabada.
Todo ello nos hace pararnos para reflexionar en el porqué de ese grado de excelencia en cada una de sus interpretaciones realizadas y, a mí, me sale una palabra: el rigor.
Creo que poquísimos cantantes han tenido la exigencia del perfeccionamiento tan marcada como Berganza y, para lo bueno y para lo malo, ello marcó, indefectíblemente, toda su carrera.
Bueno, ya desarrollaremos...