Cio-Cio-San fue otro papel con el que Victoria recorrió toda la geografía. Siempre hizo una Butterfly sensible, emotiva, interiorizada, sensual, de un verismo muy comedido. Era un personaje, al igual que Mimì, del que se sentía muy cerca.
Madama Butterfly fue el título que más veces la vio en cartel en el Covent Garden, uno de sus grandes triunfos en el Metropolitan y, vaya, la obra con la que la soprano volvió a su casa, al Liceu, en la temporada 1955/1956 después de más de un lustro de ausencia. Tiene una magia especial ese templo para los que han hecho de él su hogar, algunos en este foro lo saben. Ya hablaremos de Victoria y del Liceu en otro momento, pero vaya por ahora un adelanto que viene a cuento. Habla Victoria: “La gente pensaba que no actuaba en el Liceu porque lo que quería era solamente dinero, y que, como no quería el Liceu y no quería Barcelona, no actuaba. No sabían que había una persona que se había interpuesto al decir:
Esta señora vendrá de rodillas a pedirme cantar en el Liceu. Eso no lo sabían. Ni yo era capaz de decir:
Si no vengo no es por eso; no me atreví nunca a destaparlo. Lo he hecho después, al cabo de los años. Ese día en el Liceu no agradecí los aplausos, me sentí muy mal, muy triste, ¡y me ha durado años! Fue como un zarpazo.
Madama Butterfly era una de las obras que más éxitos me proporcionaba, en el Metropolitan y en todos los sitios en los que la había cantado. Y por eso la quise representar en el Liceu:
Quiero que me oigan en Madama Butterfly. ¿Sabes lo que es salir…? La salida de Butterfly sobre el puente con la sombrilla es una entrada buena con el coro, y al acabar la orquesta para, y de rigor y tradición hay un aplauso; más corto o más largo, pero la gente aplaude. Y en aquella época, en que había claque, lo lógico es que hubiera atacado. Bueno, pues silencio total. Me dieron una bofetada y me quedé con la sombrilla medio colgando. El maestro me hacía un gesto como preguntándome:
¿Continúo o no? Me quedé paralizada. Y a partir de ese momento iba cantando y pensaba:
¿Qué ha pasado? ¿Qué me han hecho? Y la Suzuki, Anna Maria Canali, me iba diciendo:
Non piangere, Victoria, non piangere, porque yo cantaba e iba llorando… Lo pasé muy mal. (…) Al final de la representación, entonces sí, hubo muchos aplausos, muchos aplausos. Y pensé:
Mira, quizá los he conquistado al final, pero yo iba diciendo:
Demasiado tarde, demasiado tarde… Había sufrido mucho”.
Victoria llevó la parte de Cio-Cio-San al disco en dos ocasiones. En la primera (1954) la soprano está en plenitud de facultades e integra el color acariciante de su voz en el paisaje hecho de poesía dibujado por Gianandrea Gavazzeni. La segunda (1959) aporta al Pinkerton lleno de vitalidad de Jussi Björling, mas Victoria ya no era la misma.
MADAMA BUTTERFLY, de Giacomo Puccini
Cio-Cio-San - Victoria de los Angeles
B. F. Pinkerton - Giuseppe di Stefano
Suzuki - Anna Maria Canali
Sharpless - Tito Gobbi
Goro - Renato Ercolani
Bonze - Arturo la Porta
Orquesta y Coro de la Ópera de Roma
Dirige Gianandrea Gavazzeni
Sí, ahí están Giuseppe di Stefano y Tito Gobbi. Sobrevivimos al tenor por la insolencia y el calor que da al crápula, y al barítono porque la parte es menor y basta cierta humanidad para no hacer demasiado ruido. Desde luego, Victoria está inmensa y ya va camino de los dominios idiotenses.