Suscribo.

Gino ha expuesto perfectamente lo que no me atrevía a escribir sobre el canto de Lavirgen. Sin embargo, he de reconocer que lo que llevo escuchado ha aumentado mucho mi estima hacia el tenor andaluz, que es capaz de bastantes más matices de lo que yo suponía evidentemente por desconocimiento.

Y espere que lleguemos al Otelo, creo que lo más sorprendente que se le puede escuchar a Lavirgen. Recuerdo bien que una de las personas que más sabiduría han aportado a esto de los foros de ópera en castellano, Miguel Patrón (MPM), en paz descanse, siempre hablaba muy bien del Otelo que le escuchó en Buenos Aires, creo. Y los que recordamos a MPM sabemos que no prodigaba elogios a los cantantes españoles.

Como bien dice, para mi gusto Otello es de lo más logrado de la trayectoria de Lavirgen, junto a Don José. Comentando el rol con el propio Lavirgen me decía que admiraba la creación de Domingo, pero que le sorprendía a veces tanto elogio hacia el madrileño, como si hubiese sido el único Otello digno después de del Monaco. No le faltaba razón...

Este final de mes ha sido algo ajetreado y apenas he podido conectarme al foro. Ha habido momentos felices con la familia, pero también otros de incertidumbre: operaron a mi padre y, afortunadamente, todo salió bien. Vuelvo a estar en casa, agradecido por vuestro interés en el hilo y con muchas ganas de continuar el trabajo. Efectivamente, hablaremos del Otello de Lavirgen un poco más adelante. Junto al moro veneciano, uno de sus papeles más logrados, yo también añadiría Macduff y Don Alvaro (comentaremos también otras óperas verdianas que cantó). Verdi aparte, también me parecen extraordinarias sus incursiones veristas en Il Tabarro y Andrea Chénier.

Pues me alegro de las noticias, Chino. ¡Ánimo y enhorabuena!

ANDREA CHÉNIER, DE UMBERTO GIORDANO.


Andrea Chénier en Dublín (1970).

Andrea Chénier fue otra de sus óperas más celebradas, aunque sólo la canto en 11 ocasiones. Pedro Lavirgen debuta en el papel del poeta Andrea Chénier el 14 de abril de 1970 en el Teatro Gaiety de Dublín y lo interpreta por última vez en el Teatro Massimo de Cagliari (Cerdeña) en febrero de 1976, aunque siguió incluyendo algunas de sus arias más destacadas en recitales y conciertos. Destacaron sus prestaciones en esta ópera en Bilbao, Oviedo (septiembre de 1971, junto a Ángeles Gulín y Renato Bruson) y Piacenza (noviembre de 1974). De una de las funciones ovetenses, el periódico La Nueva España comentaba lo siguiente:

"Pedro Lavirgen ha tenido una actuación que no cedió a la anterior y la superó en ocasiones. Hombre de medios amplios, no los utiliza sistemática y constantemente, posponiéndolos al bien decir, expresión y buen gusto, a la musicalidad; en una palabra: a cantar... Tal hizo en el «Improvisso», con riqueza de matices, sonoridad y expresión crecientes, bien reguladas en ambos sentidos en «Ecco de la bellezza...», con emoción en «O giovinetta...», ganándose muchísimos aplausos. A gran altura estuvo en el largo dúo con «Roucher», lo mismo que con la soprano en el acto segundo; la energía que puso en «Si, fui soldato…» en cuanto a acentos y poderío vocal, logrando un momento verdaderamente bueno. Lo mismo hizo en el tan sentido «Como un bel di» en más alto grado y en el dúo final ya desde el inicio, alcanzando el ápice en «Orgoglio di belleza...». Grande y muy notable éxito el de Lavirgen, buen cantante que canta, que no es un «Piestro Lavergine» como tantos y deja un buen recuerdo entre los aficionados asturianos".

Del concierto-homenaje a Juan Antonio Pamias en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona (26 de enero de 1972), que citamos en el capítulo tercero de la biografía, escuchamos su aplaudida versión del célebre "Improvviso" del primer acto:

"Colpito qui m'avete... Un dì all'azzurro spazio":


Sin duda, una de las interpretaciones más emocionantes de Pedro Lavirgen (se le perdonan algunas notas que suenan un poco apretadas). Desde el principio, escuchamos a un tenor que canta con ardor e implicación, pero también atendiendo los matices de la música, como comprobamos en la delicada evocación “Un dì all´azurro spazio…” (0:58-1:08), en la declaración de principios “Su dalla terra a la mia fronte…” (1:57-2:48), que va creciendo en intensidad, o en el reproche “Varcai degli abituri l´uscio…” (3:22-3:47), de violenta expresión. La confesión final a Maddalena (“O giovinetta bella…”, 4:50-5:45), una de las cimas del arte "tenoril", está cantada con una intensidad que muy pocos tenores han igualado.

Gracias Supermaño.

I VESPRI SICILIANI, DE GIUSEPPE VERDI.



Ópera poco frecuente en la carrera de nuestro tenor, pues sólo la cantó en ocho ocasiones. Pedro Lavirgen encarna por primera vez el papel de Arrigo en el Teatro Colón de Buenos Aires (26 de julio de 1970), lo interpreta seguidamente en Munich (septiembre de 1970) y sólo volverá a cantarlo en México 10 años más tarde, en noviembre de 1980. Por fortuna, quedó registrada la función inaugural del 26 de julio de 1970 en el Teatro Colón, en la que compartió escenario con un reparto muy sólido: Sherrill Milnes (Guido de Monforte), Gian Piero Mastromei (Sire de Béthune), Jorge Algorta (Conde de Vaudemont), Bonaldo Giaiotti (Giovanni da Procida), Martina Arroyo (Duquesa Elena), Lucía Boero (Ninetta), Eduardo Sarramida (Danieli), Horacio Mastrango (Tebaldo), Ricardo Yost (Roberto) e Italo Pasini (Manfredo), con la Orquesta y Coro (preparado por Romano Gandolfi) del Teatro Colón, dirigidos por Francesco Molinari-Pradelli. El periódico La Razón de Buenos Aires comentó la labor del tenor bujalanceño:

“El tenor Pedro Lavirgen evidenció ser un cantante valiente, poseedor de una voz extensa, de más impacto en el agudo que en el centro. Más allá de problemas de emisión que inhiben su timbre, o de portamentos frecuentes, tiene Lavirgen el mérito de no haber desfallecido en una parte a la que todo tenor escapa por comprensibles razones: Pues Verdi acumuló en ella inhumanas facultades como no las hay en otra de sus óperas. Después de «Giorno di pianto» se lo aplaudió largamente”.

Escuchamos la citada función argentina. En la entrada de Arrigo y posterior dúo con Monforte, Pedro Lavirgen luce un canto con empuje, ligado y seguro en la zona alta:

"O donna":

"Di giovine audace":


También sabe mostrarse delicado en el dúo con Elena (acto segundo), controlando el caudal sonoro y empleando el falsete como recurso expresivo:

"Ah! Da tue luce angeliche":

"Preso alla tomba ch´apresi":


En el largo dúo del tercer acto con Monforte, muy exigente para el tenor, Pedro Lavirgen luce el necesario canto poderoso, pero también matizado, y su voz aguanta firme hasta el final:

"Sogno o son desto?":

"Mentre contemplo quel volto amato":

"Parola fatale!":

"Ombra diletta, che in ciel riposi":


En el difícil recitativo y aria del cuarto acto, Lavirgen exhibe un buen fiato (“…di fier dolore! Mentre l´ amore…”, 3:15-3:24), variedad de acentos (“De´loro sdegni crudo il pensiero…”, 4:24-4:44) y solidez en los agudos (“La morte è men cruDEL”, 6:48-6:55):

"È di Monforte il cenno!... Giorno di pianto":


A pesar de cierta fatiga vocal y de algunos incómodos portamentos, encontramos bella y estimable su interpretación en el dúo con Elena:

"O sdegni, tacete!":

"Pensando a me":


En el cuarteto con Procida, Monforte y Elena, el canto del tenor resulta flexible y distingue los momentos más enérgicos de aquellos más suaves:

"Addio, mia patria":


En el endiablado final de la ópera (acto quinto), también tiene que hacer frente a pasajes muy comprometidos: el terceto con Procida y Elena ("Ah! parla, parla!", 0:05-2:41) y la imprecación a Elena ("M’ ingannasti, o traditrice", 4:02-4:45). Lavirgen los resuelve con vigor y rotundidad vocales.

"Sorte fatal!":

Lavirgen me decía que este es el rol más fatigoso que había cantado jamás. Por duración, por tesitura. No hablaba del más complejo, pero sí del más fatigoso.

MACBETH, DE GIUSEPPE VERDI.


Reunión del Club Polimnia de Radio Nacional de España. Junto a periodistas y aficionados (Pau Nadal, Marcel Cervelló,
el Doctor Colomer Pujol...), podemos distinguir a cantantes como Pedro Lavirgen, Jaume Aragall y Vicente Sardinero.

Aunque Pedro Lavirgen sólo abordó esta ópera en ocho ocasiones, fue uno de sus títulos más aplaudidos. Debuta Macduff en Baltimore el 13 de abril de 1971 y se despide del papel en el Teatro Colón de La Coruña el 7 de noviembre de 1981. De la función de Baltimore, que cantó junto al gran Cornell MacNeil, Grace Bumbry y Dmitri Nabokov, conservamos el recitativo y aria del cuarto acto. La dirección estuvo a cargo del maestro Ottavio Ziino. Lavirgen se adapta con acierto al tono melancólico de la pieza, plegándose ya desde el recitativo a los claroscuros que plantea la música ("la madre e i figli?", 0:46-0:59). En la comprometida aria -plagada de incómodos ascensos a la zona del pasaje, muy bien resueltos por el tenor- destaca una línea de canto muy depurada ("perdono aprir", 3:06-3:15) , el variado fraseo y un firme registro agudo:

"O figli, o figli miei!... Ah, la paterna mano" (1971):


En enero de 1975 lo canta con éxito en el Liceo de Barcelona. Las críticas coincidieron en la calidad de su interpretación. Según escribió Juan Lluch (El Noticiero Universal):

"Verdi confió escaso relieve al tenor en «Macbeth». Y en cambio Macduff suele ser interpretado por tenores consagrados ¿por qué? Sin duda por la agradecida y hermosa aria «Ah, la paterna mano», que Pedro Lavirgen cantó espléndidamente, ya recuperado de su afección. El personaje interviene en varios concertantes y es, argumentalmente, de suma importancia (...) Nuestro gran tenor, en un rol que le obliga a poco dio, como siempre, la medida de sus conocidas y admiradas características y fue entusiásticamente ovacionado al término de la popular aria y al finalizar la representación".

El 29 de diciembre de 1979, el Club Polimnia organizó una maratón lírica en el Palau de la Música Catalana en la que participaron 27 cantantes, encabezados por Montserrat Caballé, Josep Carreras, Pedro Lavirgen y Vicente Sardinero. De aquel concierto, escuchamos al tenor bujalanceño en la aplaudida romanza de Macduff:

http://www.youtube.com/watch?v=ffzBdgSunxo

Volveremos a este recital más adelante. Pocos meses después, en abril de 1980, vuelve a cantar el papel del noble escocés en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, compartiendo escenario con Guillermo Sarabia (Macbeth), Olivia Stapp (Lady Macbeth) y Mario Rinaudo (Banquo), dirigidos por Stefan Turchak. Los Amigos de la Ópera de Madrid, respecto a estas funciones, destacaron “la bellísima romanza muy bien interpretada por Pedro Lavirgen” y la labor del director musical con la Orquesta de RTVE. Una de las funciones fue grabada por Televisión Española, siendo retransmitida por la segunda cadena de la casa el 29 de julio de ese año. Aquí tenemos un breve fragmento:

http://www.youtube.com/watch?v=uFfLu_QLREY

Para concluir esta reseña del Macduff de Pedro Lavirgen, le escuchamos de nuevo en el recitativo y aria del cuarto acto, donde también encontramos una interpretación vigorosa y variada en acentos:

"O figli, o figli miei!... Ah, la paterna mano" (1980):

LA FORZA DEL DESTINO, DE GIUSEPPE VERDI.


Pedro Lavirgen como Don Álvaro en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (junio de 1977).

Pedro Lavirgen debuta Don Álvaro en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona (21 de noviembre de 1971) y lo canta por última vez en septiembre de 1980 en el Teatro Campoamor de Oviedo. En total, interpretó el papel en 15 ocasiones y fueron sonados sus éxitos en Memphis, Barcelona (allí cantó esta ópera en 1971, 1974 y 1979), Niza, Verona y Madrid. Juan Lluch (El Noticiero Universal) reseñó su éxito en las funciones de diciembre de 1974 en el Liceo:

"Siempre me ha parecido envidiable el artista a quien se identifica desde el mismo instante en que ataca la primera nota en cualquier interpretación. Supone una ventaja para él, cuando además de esa personalidad le acompañan otras virtudes y características que redondean un estilo. Y el estilo de Pedro Lavirgen es inconfundible, por su musicalidad, por su bravura, por sus arrestos, por su corazón y por su talento. Pedro es uno de esos contados cantantes que posee el don de “pasar la batería” y de este modo su comunicación con el público es perfecta. Felicísima su creación de Don Alvaro, que cabe subrayar como modélica a partir de su gran escena recitativo y aria «La vita è un inferno all’infelice... O tu che in seno agli angeli», modelando y matizando con esa pasión y enardecido fraseo, que parecen privativos de él. Pedro Lavirgen se entrega en cuerpo y alma y es capaz, por sí sólo de levantar una representación. El público vibró de entusiasmo tras esa escena y le dedicó la más intensa y larga ovación de la noche. Pero no acabaron ahí los méritos del gran tenor. Sus dúos con Don Carlos –lírico «Solemne in quest’ora», dramático y al propio tiempo contenido el del reto–, así como su angustiosos y patético reencuentro con Leonor, fueron otros tantos momentos triunfales para él. En Pedro Lavirgen, sigue teniendo el Liceo a uno de sus ídolos actuales y me atrevo a pronosticar que esa beneficiosa situación se mantendrá todavía mucho tiempo".

De la función del 5 de agosto de 1975 en la Arena de Verona –que cantó con Ileana Meriggioli (Leonora), Maria Luisa Nave (Preziosilla) y Renato Bruson (Don Carlo)-, se conserva la grabación del célebre lamento del acto tercero. Dirige Francesco Molinari-Pradelli. En el recitativo previo, mediante un canto matizado y una expresión casi lúgubre, Lavirgen da con el tono melancólico que requiere la pieza ("Siviglia! Leonora!", 0:38-0:52). En los pasajes más intensos también destaca, gracias al empuje de su fraseo y a unos agudos muy seguros (“I miei parenti…”, 2:13-2:23). En la conmovedora aria –una de mis favoritas de Verdi-, son admirables la claridad de su dicción y la virilidad de su canto, resolviendo con nota los comprometidos ascensos al agudo:

"La vita è inferno… O tu che in seno agli angeli":


Y, dentro del citado recital del 29 de diciembre de 1979 en el Palau de la Musica Catalana, le escuchamos junto a Vicente Sardinero en esta vibrante interpretación del dúo "Invano Alvaro ti celasti al mondo... Le minaccie, i fieri accenti", del acto cuarto:

http://www.youtube.com/watch?v=cndtXvtwkLE


La Forza del Destino en Oviedo (1980).

IL TABARRO, DE GIACOMO PUCCINI.



Pedro Lavirgen debuta el papel de Luigi en el Teatro de la Ópera de Pittsburgh en enero de 1974 y pocos meses después, en mayo, lo canta en Caracas. Volverá a interpretarlo en dos ciudades más: Oviedo (septiembre de 1980) y Barcelona (marzo de 1982). En total, hay constancia de ocho representaciones de Il Tabarro en la carrera del tenor. Respecto a su labor en las funciones del Liceo de Barcelona, el crítico Marcel Cervelló (Montsalvat) señaló lo siguiente:

"Volvió a triunfar en el Liceo con las armas que le han convertido en uno de los tenores favoritos de nuestro público: entrega, corazón y temperamento, a los que se unía en esta ocasión un excelente estado vocal. Su intervención más destacada, «Hai ben ragione», fue recibida con una prolongada ovación. Añadamos aún que en la escena de la muerte estuvo eficacísimo".

De las funciones en Pittsburgh, quedó grabada la del del 16 de enero. En la desgarradora aria "Hai ben ragione" encontramos la habitual implicación dramática del tenor y un fraseo contrastado, que refleja el abatido ánimo del estibador: frases cantadas con trágica intensidad ("Si guardi in alto...", 0:55-1:05) se funden con otras de expresión más reflexiva ("Il pane lo guadagni col sudore…”, 1:10-1:24). Toda esa desolación del personaje, alcanza su clímax en el intenso “Hai ben ragione…” final (1:56-2:18), donde la generosa y volcánica interpretación de Lavirgen pone los pelos de punta:

"Hai ben ragione":


Otra de las funciones de Pittsburgh (probablemente, la del 18 de enero de 1974), está colgada en youtube:

http://www.youtube.com/watch?v=RzthDmIjlC4

Pedro Lavirgen resuelve con maestría los momentos más comprometidos de su parte, como la emocionante romanza (16:16-18:28) y el vibrante "Folle di gelosia!" (31:39-32:28).

UN BALLO IN MASCHERA, DE GIUSEPPE VERDI.


Un Ballo in Maschera en Gante (1978).

Volvemos a los roles verdianos. Pedro Lavirgen canta por primera vez el papel de Riccardo en el Teatro Gaiety de Dublín -recordemos que en este teatro ya había debutado las óperas Rigoletto y Andrea Chénier- el 1 abril de 1975, a finales de mes lo interpreta en Cork, seguidamente en la Staatsoper de Viena (18 de junio) y sólo volverá a cantarlo en Gante en septiembre-octubre de 1978. En total, tenemos constancia de 12 funciones. Su debut en esta ópera fue bastante exitoso, como atestigua la reseña del diario The Irish Times:

"…Fue también el marco para una de las más grandes representaciones de tenor que la Dublin Grand Opera Society nos ha dado jamás. Pedro Lavirgen tiene una voz maravillosa que utiliza con sutileza y variedad. Da gusto escuchar su canto, es uno de esos tenores poco comunes que conoce todo sobre la música y la ópera, incluso para exhibir su sonrisa y exuberante felicidad en el acto primero. No recuerdo semejante representación de un tenor aquí desde el Cavaradossi de Giuseppe di Stefano".

Opiniones parecidas encontramos en el periódico The Friday Morning, con motivo de las representaciones en la Cork Opera House:

"El papel del tenor fue interpretado con distinción por Pedro Lavirgen. Un claro tono brillante es su característica, a la que añade sensibilidad musical y buenos poderes interpretativos. Además de ser un talentoso solista, realiza una excelente labor en escenas de conjunto y tuvo muchos momentos muy logrados durante la noche".

De la función del 15 de septiembre de 1978 en el Teatro de la Ópera de Gante, se conserva grabación del recitativo y aria del acto tercero:

"Forse la soglia attinse… Ma se m´è forza perderti":


Al igual que ocurría con su interpretación del Duque de Mantua, se echa de menos un canto más flexible y tierno en algunos pasajes. Compensa cierto desgaste vocal con su habitual implicación dramática, una perceptible intención de colorear las frases ("Senza un addio…", 1:17-1:36) y la buena gestión del aliento ("Quasi un desio fatale…", 4:08-4:22). Tras la romanza, viene una de las frases más bellas de la producción verdiana: "Sì, rivederti, Amelia…" (6:43-7:17). A pesar de la problemática emisión de algunas notas, la versión de Lavirgen resulta emocionante por la pasión que le otorga.

Acabo de escuchar el aria de Don Álvaro y sorprende, en verdad, la limpieza casi quirúrgica de la dicción; su claridad, su nitidez y la facilidad con que parece exponer la pieza.

Tenía mejor recuerdo de Lavirgen en "Hai ben ragione"... En el segundo enlace (viene como una función de Caracas) está más aseado, pero lo de Pittsburgh es de traca. Dicción chapucera, canto desgarbado, una pena.