Caruso fue un tenor enérgico, no cabe duda, pero sin embargo, esa energía, junto al hábito de fumar, fueron los que marcaron el final de su vida. Ya en el verano de 1920 se le presentaron dolores y ataques de tos que le irritaron el carácter. El 3 de Diciembre de 1920 se le cayó encima parte de la escenografía se "Sansón y Dalila" y le golpeó el tórax. El 8 de Diciembre se quedó sin voz en un concierto. Y el 11 de Diciembre cantando L'Elisir epezó a echar sangre por la boca, para horror del público. Finalmente, el 24 de Diciembre de 1920 cantaría su última función ante el público, en la Juive.
Pero pasó todas las fiestas de 1920 entre achaques y la neuralgia intercostal que le atormentaba y le tuvo vendado el tórax no hizo más que agravar, y en Febrero de 1921 entró en coma. Le dieron la extremaunción. Sin embargo, y para sorpresa de todos, se recuperó, pero estanado aún muy débil. Tampoco ayudó a su autoestima saber que Gigli le estaba sustituyendo como Chénier. Prometió que volvería al Metropolitan después de unas vacaciones en Italia, así que a finales de Mayo de 1921 zarparon hacia Nápoles, y de ahí a su villa de Sorrento, llegando a comienzos de Junio.
Sin embargo tenía problemas para mover su mano derecha. Aunque se recuperaba a trancas y barrancas de su enfermedad (Gatti Casazza le visitó en Julio y le aconsejó que no aceptara compromisos), volvió a experimentar dolores en el tórax y fiebre alta. Le diagnosticaron problemas en un riñón y aconsejaron su traslado a Roma para extirpárselo.
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No llegaron a tiempo. El dolor de riñón se acentuó, agravando la pleuresía. Finalmente, el 2 de Agosto de 1921 falleció en el hotel Vesuvio de Nápoles, a los 48 años de edad.
Nápoles le preparó un funeral apoteósico, y a petición del Rey le velaron el la Basílica de San Francesco, que hasta entonces sólo era reservada a la realeza. En Nueva York las banderas ondeaban a media asta y el Metropolitan cubrió su fachada de negro durante más de un mes. Su cuerpo fue velado allí durante años hasta que Dorothy Caruso ordenó su traslado a un mausoleo en un cementerio.
Tumba de Caruso
Aunque Enrico, el hombre, muriese a tan temprana edad; la leyenda de Caruso, el artista, no hizo más que consolidarse. Ya fuera por ser el rey de cualquier tipo de música durante las primeras décadas del siglo XX, ya fuera por que a pesar de tener una voz menos hermosa que otros colegas tenores de su tiempo, y que pese a todo éstos quisieron imitarle, o ya sea por su entrega, trabajo, y además por su enorme calidad como persona (que mantenía a 200 personas y que tenía un gran sentido del humor).
En 1987, 67 años después de su muerte, le concedieron un Grammy Honorífico.
Quienes oyeron su voz en vivo - cantantes,público,familiares,amigos- recordarían durante el resto de sus vidas a un gran artista, y quienes le trataron como persona recordarían también para siempre a un gran ser humano.
Y hoy, 89 años después de su muerte, generaciones de aficionados siguen reconociendo que pese a la limitada capacidad de las muchas grabaciones que dejó estamos ante una de las leyendas,y cómo no, voces, más grandes que se hayan visto jamás en la Historia de la Ópera.
Termino con unas citas de algunos grandes, que hablaron de él .
Rosa Ponselle, sobre su Eleazar escribió:
"Fue la mejor interpretación que ningún cantante haya hecho jamás. Nunca he visto nada igual, ni lo veré".
Arturo Toscanini en 1898 escribió:
"¡Por Dios! Si este napolitano sigue cantando así, todo el mundo hablará de él".
Beniamino Gigli escribió:
"Me pregunto qué habría sido de mí si, como él, que había nacido en un barrio pobre de la ciudad, porque yo no tenía los dones de la personalidad que permitió a Caruso para crear vida y calor a su alrededor donde quiera que fuera."
El Dr. P. Mario Marafioti, en el libro "Método de Caruso de voz de producción escribió:
"Caruso es un cantante nacido, y una perfecta, casi divina y voluntad sobrehumana. Obedeció la llamada de su corazón más que las influencias técnicas, su sentimiento de ser su única guía en el canto. Todo en él era instintivo e intuitivo".
Geraldine Farrar escribió:
"Hay dos cantantes que debemos dejar de lado, uno es Enrico Caruso, la otra es Rosa Ponselle. Entonces podemos comenzar a discutir todos los demás "
Giovanni Martinelli sobre Caruso
En una fiesta, a una mujer extravagante comentó al gran tenor : "Vamos, Sr. Martinelli, Caruso nunca fue tan bueno como su prensa le hizo ser,". Martinelli dio la vuelta y se enfrentó a su torturadora : "Señora"-declaró en un perfecto inglés- ",Ponga a Gigli, Lauri-Volpi y a mí juntos , nos hacen un tenor , y no estaríamos en suficiente forma de besar los zapatos de Caruso ".
John McCormack escribió:
"36 años después , su voz todavía resuena en mis oídos, el recuerdo de que nunca va a morir."
Richard Strauss escribió:
"Él es el canto del alma, el espíritu de la melodía!"
Tullio Serafin escribió:
"Me he encontrado con tres milagros - Enrico Caruso, Tita Ruffo y Rosa Ponselle."