TOSCA (PARTE II)
Después de la Tosca de Río de Janeiro en 1950, el siguiente encuentro de Callas con el rol sería en nuevamente en Ciudad de México, en dos funciones que tuvieron lugar el 28 de junio y el 1º de julio de 1952, en la temporada Callas-di Stefano-Campolonghi.
En mi opinión, aparte de la famosa Tosca de estudio dirigida por de Sabata, esta es la grabación que encuentra a Callas en mejor equilibrio entre drama y voz. Está bien acompañada por Pippo, en lo que entiendo fue su debut como Cavaradossi (en mi opinión, su mejor prestación como el pintor), y un Scarpia discreto de Piero Campolonghi.
Aquí les pongo parte del dúo Callas-di Stefano en el Acto I. Fíjense en el fraseo de altos kilates en “Non la sospiri” y la articulación milagrosa en la frase “…piovete voluttà, volte stellate! Arde a Tosca folle amor!”.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=HZGXWG0wNmA[/youtube]
Después de México, la siguiente entrada de Tosca en la carrera de María Callas es la mítica grabación dirigida por Víctor de Sabata, con María Callas y Tito Gobbi, registrada en el Teatro alla Scala en agosto de 1953. Creo que es poco lo que yo pueda añadir a lo que se ha dicho sobre esta grabación, considerada por la mayoría de la crítica como uno de los grandes hitos de la ópera grabada. Pero debo confesar una herejía: yo admiro muchísimo esta grabación, pero me emociono más, por ejemplo, con la Tosca del Covent Garden, a pesar de que Callas y Gobbi están, vocalmente, hechos jirones. Y me he preguntado una y mil veces qué es lo que me pasa con esta grabación, y he llegado a una conclusión que quizás ustedes juzgarán como herejía: la dirección de de Sabata, un director que me gusta muchísimo, en su loable intento por alejarse de la truculencia, a veces (para mi gusto) resulta demasiado “brechtiana”. A mí, por ejemplo, me emociona más el Acto II de la Tosca del Covent Garden que el de esta legendaria grabación. Pero bueno, esas son cosas mías, no me hagan mucho caso.
Yo supongo que esta grabación la conoce todo el mundo, pero por si acaso:
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=3Jpu40Iq8WI[/youtube]
Como ya lo advertí en la primera parte, Tosca no era un rol que interesaba particularmente a Callas y prueba de ello es que durante el resto de la década de los 50, en el apogeo de su fama, no lo cantó con frecuencia.
En Italia sólo lo volvió a abordar en Genova, en marzo de 1954, junto a Mario Ortica (un tenor que encuentro insoportable, por cierto) y Gian Giacomo Guelfi.
El resto de las representaciones completas de Tosca de esa década tendrían lugar en 1956 y 1958, en sus escasas apariciones en el MET, teatro en el que nunca se sintió cómoda, por su choque de personalidades con Rudolf Bing y por el hecho de que Callas estaba acostumbrada a que la trataran como reina en La Scala, le dieran nuevas producciones con muchos ensayos, mientras que en el MET era cosa de llegar y cantar, con resultados que ella consideró siempre inferiores a los que podía obtener en otras plazas (tanto artísticos como monetarios).
En noviembre de 1956 (su segundo rol en el MET, después del debut en Norma) sus compañeros fueron Giuseppe Campora y George London (más el Sacristán de Fernando Corena), bajo la dirección de Dimitri Mitropoulos. De la primera función, realizada el 15 de noviembre de 1956, el crítico Jay Harrison, del New York Herald Tribune, escribiría lo siguiente:
“Maria Callas' appearance as Tosca last night-her first at the Metropolitan-illuminated quite a few matters that had been left obscure by her recent interpretations of Norma. Thus, on the basis of her present performance this much is sure: her soprano is not big, nor is it of a quality even approaching velvet. Indeed, there are moments, especially in the top register, when the tints in her voice prick the ear like barbs. Also, she has a perceptible wobble and her scale is neither even nor smooth.
The question then arises, what does it all mean? And the answer, as I read it, is simply that when Miss Callas is shaken with nerves or is otherwise ill at ease she passes as a perfectly respectable singer of no enormous distinctions; but when she warms to a role, squares her shoulders, digs her nails into her palms and pitches in, she can set a house afire with a single jabbing gesture or a single withering look.
Strangely enough, too, last night's performance of the first two acts of Puccini's masterwork quite strikingly revealed both sides of Miss Callas' remarkable dual nature. In the first act-though she looked like Audrey Hepburn and could easily have walked out of a bachelor's dream-her portrayal was rather pale, her entire manner somewhat vague and unfocused. The grandeur of the part was not with her, and she seemed distant, remote, her voice as well, taking on precisely those qualities. In consequence, the electricity native to the act was no brighter than that produced by a five and dime store flashlight. A pity, one thought; Callas is not the Callas we have heard of for so many years.
And then, in the roar of applause, the curtain descended. Twenty minutes later it rose again and there for all the world to see, transformed as if by witchcraft, was Maria Callas as she is known to legions of admirers throughout the world. Her voice steadied, its pitch punctured notes like so many tooled arrows, and its color lightened, brightened and finally glowed. But actually there is no need for a further discussion of Miss Callas' vocal abilities, since its sound stage is scarcely different from its echo on records. But records, even the best of them, are cold, mechanical devices and Miss Callas is anything but a cold or mechanical creature.
In the second act, for instance, she reacted to the hideous net of events gathering around her exactly, I imagine, as any major actress absorbed in playing a part. Her despair at Cavaradossi's torture, her revulsion over Scarpia's lust, her resignation as she realizes that she is lost were all tightly etched in her face; and even her muscles grew visibly tense as she moved from one tormenting scene to another.
Despite this, however, Miss Callas is a very feminine Tosca, never an Italian Brunnhilde out to beat her way into the listener's sensibility with train-whistle blast of sonority. In fact, a quite convincing argument could be made out of the condition that the soprano's youthful femininity detracts a mite from the more regal, majestic and mature aspects of the role. But, no matter. A singing actress is a joy to behold; and at her best Miss Callas is just such a joy”.
Observen como la crónica habla de un Acto I que no impresionó demasiado, y de un Acto II en el que ocurrió una transformación mágica, apareciendo la Callas que todos esperaban.
No queda registro de audio de esas Toscas, pero sí una transmisión televisiva de porciones del Acto II con las fuerzas del MET en el show de Ed Sullivan. Callas está acompañada por George London, pero las circunstancias no son muy afortunadas: el estudio era mínimo, la actuación resulta comprometida por la falta de espacio y el defectuoso trabajo de cámara, y Callas además no estaba bien de salud (amén de que la música está toda cortada):
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=-MTOnk0FFnE[/youtube]
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=fnzzjOC5zpM&feature=fvsr[/youtube]
Las funciones de Tosca de 1958 la vieron acompañada de Richard Tucker como Cavaradossi, y Walter Cassell y George London alternándose como Scarpia. Según Ed Rosen, viejo aficionado del MET y dueño de Premiere Opera, esas funciones de 1958 estuvieron muy bien (y hay que creerle, porque Rosen es un tebaldiano furibundo). En un mensaje que publicó en Opera-L en 1998, en el que analiza 15 funciones de Tosca que vio en los 50, 60 y 70, Rosen describe la Tosca de 1958 en estos términos: “Just magnificent. The voice was large, the high notes huge and all in place, the acting in a class by itself. The aria got a huge, and well deserved, ovation. Really tops- in every way”.
Los interesados en leer su opinión sobre las demás Toscas pueden consultarlo aquí:
http://listserv.bccls.org/cgi-bin/wa?A2 ... L&P=R14832
El debut de Callas en el Palais Garnier, el 19 de diciembre de 1958, concluiría con una versión escenificada del Acto II de Tosca, con Gobbi y Albert Lance (quien olvida el texto italiano de Vittoria Vittoria y se lo manda en francés; la cara de la Callas es un poema). La comparación del instrumento de Callas con las Toscas de principios de los 50 es elocuente: la voz ha perdido volumen y estabilidad, y en ciertos pasajes la orquesta pucciniana resulta pesada de atravesar. Sin embargo, desde el punto de vista dramático es inolvidable. Observen la interacción con Gobbi en este fragmento, la gestualidad “casual” pero nerviosa (ese morderse los labios) y ese alternar de “aquí no pasa nada” a “Dios mío, qué es esto?”.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=I-Xo9s9jMoI&feature=PlayList&p=9975C25F1458AA57&playnext=1&playnext_from=PL&index=22[/youtube]
Después de casi 3 años sin cantar una ópera completa, Callas volvería a la escena para las famosas funciones de Tosca escenificadas por Franco Zeffirelli en el Covent Garden, un teatro que siempre adoró a la soprano, en enero y febrero de 1964. Sus compañeros: Renato Cioni, Tito Gobbi y Carlo Felice Cillario en el foso. La voz estaba hecha añícos, pero a mí ese segundo acto que quedó grabado en video me pone al borde del asiento cada vez que lo veo. El rol de Tosca todavía lo podía “medio manejar” (Norma sería otra historia, allí ya no quedaba nada, y revela que la ópera de Bellini es mucho más difícil –esto respondiendo a un planteamiento que hace poco hacía Mitchum).
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Ujwdfdc5ic0[/youtube]
A finales de 1964 y principios de 1965, Callas registró una segunda Tosca en estudio, bajo la batuta de Georges Pretre, con el extraordinario Cavaradossi de Carlo Bergonzi y el Scarpia de Tito Gobbi. Callas y Gobbi están muy mal vocalmente, pero todavía tienen sus momentos. Con todo, uno no se explicaría para qué grabaron esto después de haber firmado la Tosca del 53, pero hay que entender que esta sería la banda sonora de una película, proyecto que se vino abajo cuando la empresa cinematográfica UNITEL exigió que el director fuera Karajan, lo que era ya imposible porque el audio se había grabado con Pretre.
Pocos días después de haber terminado esta grabación, Callas cantaría Tosca en París, en la producción de Zeffirelli, nuevamente con Cioni y Gobbi (la contratación de Cioni trajo buena suerte a Pavarotti, porque Sutherland se vio en la necesidad de buscar a un tenor para su gira australiana, y la elección recayó en el modenés; el resto es historia).
Tosca sería el vehículo para el comeback de Callas al MET, en marzo de 1965 (serían sus últimas actuaciones en el teatro neoyorquino). Dos funciones, una con Corelli, la otra con Tucker, más el Scarpia de Gobbi. La ovación que le propinaron cuando salió en el Acto I fue inenarrable: el teatro se vino abajo, y Callas perdió la compostura y empezó a llorar (he oído la grabación y es que a uno lo reciben así en un sitio y lo que te puede pasar es que te desmayes). La voz, sin embargo, estaba en peores condiciones que en Covent Garden.
De la función con Corelli:
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=n1dcG4EeywY[/youtube]
Con Richard Tucker (el do agudo en “Io quella lama” da dolor):
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=vW89-LVGT3Q[/youtube]
Tosca fue el primer papel que Callas cantó como profesional, y el último que interpretaría en escena. Estando muy mal de salud y tras haber cancelado varias funciones, Callas se despide como Tosca en el Covent Garden el 5 de julio de 1965, acompañada de Cioni y Gobbi. A pesar de rumores de que volvería, su triste reaparición se limitaría a la tournée con di Stefano en 1973-1974.