La voz
Nos dice Gonzalo Badenes Masó,en el libro Voces, que la voz de Kirsten Flagstad está perfectamente situada en el registro de soprano dramática (con una extensión de dos octavas y media). La describe como "cálida, aterciopelada, homogénea, redonda, con una zona grave de increíble belleza tímbrica (y emitida sin esfuerzo hasta el Sol2), un centro terso, resplandeciente, y un registro agudo suficiente (capaz de escalar hasta el Do5).....La emisión era canónica, apoyada en un amplio fiato, realzada por una articulación majestuosa del texto y con recursos clásicos, como la eficaz utilización del portamento, la capacidad para la regulación dinámica y el legato impecable".
Nos cuenta así mismo la anécdota del crítico, que hablando del Tristán del Covent en 1936, decía de ella: "Se sentó cómodamente en el centro del escenario, tan sosegadamente como si fuera a tomarse una taza de té, y dejó salir a raudales tal torrente de sonido como jamás había oído brotar de la garganta de una mujer, un sonido que flotó sobre la orquesta como haría un moderno transatlántico sobre el océano... Su interpretación es perfecta hasta la última fusa, la línea melódica es moldeada con un instinto venido del cielo. "
Montserrat Caballé nos cuenta la vez que asistió a un recital suyo en el Liceu: "Cuando aquella mujer, Kirsten Flagstad, empezó a cantar, quedé impresionada, aterrorizada. Ese torrente de voz, esa potencia de canto, una entonación maravillosa, un estilo sorprendente..."
Richard Bonynge, en l999, cuando le preguntaron quien era la mejor voz que habìa escuchado respondiò Kirsten Flagstad y Renata Tebaldi.
Su voz juvenil parece ser que era, como hemos dicho, pequeña y con una pureza de tono y un timbre argentino; después se convirtió en ese torrente broncíneo y opulento que conocemos. Conjuga un timbre ultraterrenalmente bello con una potencia y un empuje asombrosos. El cuidado en el fraseo, el canto legato, la atención minuciosa a no romper las frases cogiendo aire, toda la hermosura de su técnica y de su naturaleza están al servicio del texto. Llega fácilmente al agudo, suelta allí su chorro de voz pero no se queda mas de lo que la partitura le indica, no se pierde en pirotecnias (de hecho, fué la petición de fuegos artificiales lo que le alejó del papel de Norma).
Cumplidos ya los sesenta años su voz se oscurece, mantiene o incluso aumenta la belleza y la morbidez del centro y el grave, aunque pierde brillo en el agudo, que ya no asciende del La4 (todos conocemos que en la Isolda de Fürtwangler los agudos se los prestó Schwartzkopf). Esto, sin embargo, hizo posible que nos dejara papeles tradicionalmente de mezzo, como Fricka o los lieder de Mahler.
En el momento de su retirada seguía siendo una gran voz. El adiós decepcionó a sus seguidores. Cuando se despide en Paris explica coquetamente a los periodistas: "Me estoy poniendo demasiado fea para interpretar el papel de Isolda". Tras esta afirmación se esconde la verdad: Kirsten no quiere que nadie recuerde su decadencia. Prefiere que la recordemos como hacemos ahora, como la voz gloriosa hasta el final. El arte de la retirada a tiempo....qué dificil!
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...emotivo, hermoso y sugerente.
