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NotaPublicado: 20 Dic 2004 2:18 
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Pala de Granjero
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Creo, una vez probado, que pulsando botón derecho sobre el enlace y eligiendo la opción "Guardar destino como" debería funcionar.


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NotaPublicado: 23 Dic 2004 2:28 
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Theatrum Psychotechnicum
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Hoy han hecho el funeral de la Tebaldi aqui en Milan.
El de Corelli era pobre,no lo sabia nadie, estaba vacio.., el de Ghiaurov era familiar, lleno de amor, pero este era triste y lleno de conmocion.
Como siempre, Agatarco ha saludado a nombre del foro.

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NotaPublicado: 23 Dic 2004 22:07 
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Agatarco escribió:
Como siempre, Agatarco ha saludado a nombre del foro.


Gracias.


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NotaPublicado: 27 Dic 2004 19:41 
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Registrado: 29 Mar 2004 16:51
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Ubicación: Esta noche iré a Rick's
Ay, Agatarco, cómo debo agradecértelo?


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NotaPublicado: 28 Dic 2004 16:10 
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Registrado: 27 Mar 2004 16:00
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Ubicación: Cerrando mi taberna particular
Gracias agatarco por representar al foro con tu presencia.
El día que haga un viaje por Italia en general (espero no tardar demasiado) procuraré visitar unas cuantas tumbas.

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El tiempo es algo singular: Mientras pasa sin más la vida, no es nada en absoluto. De pronto, solo le sentimos a él, a nuestro alrededor y en nuestro interior, fluyendo una y otra vez por nosotros, por nuestros rostros, como un silencioso reloj de arena.


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NotaPublicado: 28 Dic 2004 17:46 
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Theatrum Psychotechnicum
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Registrado: 25 Mar 2004 0:33
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sabeis que vivo a 300m de la tumba de Verdi?' jejejeje es mi vecino de casa.

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NotaPublicado: 29 Dic 2004 11:00 
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Segundo atril
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Registrado: 19 Dic 2004 14:04
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Ubicación: Barcelona
Muchas Gracias Agatarco por pensar en nosotros durante el funeral de Renata Tebaldi.

Dónde ha sido enterrada?


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NotaPublicado: 31 Dic 2004 17:25 
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Registrado: 27 Mar 2004 16:00
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El clip que ha colgado el amigo Andrea es sencillamente precioso!!!!! Seguro que cantando esto así la han dejado entrar al cielo de cabeza para convertirse en 'La virgen de los ángeles'. No dejeis de escucharlo.

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NotaPublicado: 01 Feb 2005 11:59 
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Pala de Granjero
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Registrado: 09 Sep 2004 16:00
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Hoy la gran soprano cumpliría 83 años. Se han escrito algunas cosas desde su fallecimiento, pongo por aquí algunas para leer con paciencia. No tengo enlace de todas porque muchas las cogía del original y las pegaba al Word, y ahora las páginas no están operativas, o no las encuentro, o no sé. En fin, ahí van:

- Noticia en El Mundo

Renata Tebaldi, la soprano rival de María Callas

EFE

ROMA.- La soprano italiana Renata Tebaldi, gran rival de María Callas durante los años 50 y 60, falleció el 19 de diciembre a los 82 años en su casa de San Marino. La cantante, cuyo estado de salud se había agravado en los últimos meses, residía desde hace un año y medio en esa pequeña República cercana a la Costa Adriática.

Nacida en la localidad de Pesaro el 1 de febrero de 1922, Tebaldi se ganó en Italia el sobrenombre de la 'anti-Callas' por los éxitos artísticos que le opusieron a la cantante griega, con la que mantuvo una fuerte rivalidad.

Hija única de un profesor de violonchelo, ingresó a los 15 años en el Conservatorio de Parma y, tres años después, se trasladó al de Pasaro, donde terminó sus estudios musicales.

Su debut tuvo lugar el 23 de mayo de 1944 en la Opera de Rovigo con el papel de Elena en 'Mefistófeles', de Arrigo Boito, y posteriormente interpretó varias obras líricas en el Reggio de Parma, en la Opera de Trieste y en Roma.

En mayo de 1946, una vez reconstruida La Scala de Milán tras ser bombardeada durante la guerra, participó en el concierto de inauguración, dirigido por Arturo Toscanini.

Un año después volvió a cantar en ese teatro, interpretando 'Los maestros cantores' y 'La Bohème'; entre 1948 y 1952 actuó en todos los grandes teatros italianos (Venecia, Roma, Verona, Bolonia, Nápoles y Florencia), y empezó a darse a conocer también en lugares como Lisboa, Londres, París y Buenos Aires.

En aquella época afirmó que uno de sus papeles favoritos era el de la Desdémona de 'Otelo', porque consideraba que se adaptaba de forma ideal a su personalidad.

En 1950 debutó en San Francisco, y cinco años después, el 31 de enero de 1955, en el Metropolitan de Nueva York, donde interpretó óperas como 'Tosca', 'Otelo' y 'La Bohème'.

Su carrera concluyó a mediados de los años 70 por un repentino problema en las cuerdas vocales, por el que decidió retirarse y realizar sólo algunas actuaciones esporádicas en teatros europeos.

Fue poseedora de una voz bellísima, que mantenía el mismo color en todo su registro, y destacaba por su técnica de emisión, que la hicieron el prototipo de cantante de ópera italiana. Durante su carrera recibió galardones como el premio 'Caruso', otorgado por la Asociación Enrico Caruso.


- Gonzalo Alonso en La Razón

Muere Renata Tebaldi: la lírica se queda sin «la voz del ángel»

La soprano italiana falleció en San Marino a los 82 años, tras una larga enfermedad Está considerada como una de las últimas divas del siglo XX

«La voz del ángel». Así bautizó a la gran Renata Tebaldi el director Arturo Toscanini. Sólo la tuvo que escuchar una vez en La Scala para darse cuenta de que no había oído nada igual. La soprano falleció ayer de madrugada en su residencia italiana de San Marino a los 82 años. Su rivalidad con María Callas (que ocupó incluso la portada de «Time») hizo verter ríos de tinta en las décadas de los 40-50. Con su muerte desparece una de las voces más bellas del siglo XX.

Gonzalo ALONSO
Madrid- «Sé que mi voz ha entrado en los corazones de mucha gente causando reacciones bellas. Algunos, oyéndome cantar, se han vuelto más religiosos; otros, enfermos, sintieron alegría; amigos, en el hospital, escucharon mis grabaciones cuando estaban enfermos; todos ellos dijeron que mi voz les dio la fuerza para sobrellevar la pena. Por tanto, ¿cómo no voy a estar agradecida por este gran regalo de Dios?» Así se expresaba años atrás Renata Tebaldi. Ahora, a los 82 años, falleció ayer a las cuatro de la madrugada en su casa de San Marino, tras un cúmulo de enfermedades que la postraron sus últimos años de vida: una operación a corazón abierto, diabetes, un deterioro importante en una rodilla... Probablemente no hubo ninguna voz que la aliviase de sus dolores. En los últimos meses parecía que estaba mejor. Yo tuve ocasión de hablar con ella hace dos años, gracias a Gian Carlo del Monaco, que la llamó y me pasó el teléfono. Deseaba aprovechar la cercanía entre Pésaro y San Marino para hacerla una entrevista con motivo de su 80 cumpleaños. Me pidió disculpas porque no se sentía con ánimos de ver a nadie y de que alguien la viese en su deterioro físico. Ni siquiera sirvió la promesa de no hablar de la Callas –«ahora parece que ella era la única que cantaba y que las demás hablábamos»– comentaba en la intimidad «la madonna de la ópera». Salía muy poco, pero todavía era la reina cuando visitaba La Scala, el templo cuya reciente reapertura ya no pudo ver y en el que alcanzó súbitamente la fama cuando Toscanini la eligió para la última reapertura, la de 1946, tras la guerra. El calificativo del viejo maestro –«tiene la voz de un ángel»– recorrió todo el mundo. Había nacido en Pesaro en 1922, estudió canto en Parma y debutó en 1944 en Rovigo encarnando la Helena del «Mefistofele» de Boito. Su presencia escénica era cautivadora; la amplitud de su registro, homogéneo de arriba a abajo; la arrebatadora belleza de un timbre de terciopelo; el volumen impresionante; las frases inolvidables –«E vedi io piango» de «Tosca»– le hicieron favorita de muchos públicos y le proporcionaron un núcleo de admiradores fanáticos como pocas estrellas de la ópera han conseguido en el mundo occidental. Su rivalidad con Callas sobrepasó las páginas musicales y, en noviembre de 1958, pasó a la historia de las portadas de «Time». Ambas representaron la cima del canto en las décadas de los 40-50 con dos estilos totalmente contrapuestos: la italiana era la cantante-artista y la griega, la artista-cantante. Se retiró de la ópera tras 22 años de carrera, tras alcanzar los máximos éxitos y honores que puedan cosecharse en el mundo musical, pero también habiendo tenido que vivir el destierro de La Scala. Callas había debutado allí de improviso, como Aida, un día de 1950 en el que Tebaldi se puso enferma y luego le arrebató el cetro en la mitad de aquella década. Ella prefirió no plantar batalla a unos «fans» iracundos y emigró al Metropolitan, que la convirtió en su nueva reina. Volvió años después a Milán, cuando Callas ya no cantaba, para dejar constancia de que ella sí lo hacía aún, y para recuperar su trono. Si en 1973 se despidió de la ópera con una Desdémona en el Metropolitan, el 23 de mayo de ese mismo año lo haría del concierto con un recital en La Scala –no podía ser de otra forma– a beneficio de los afectados por la catástrofe de Friuli. Cantó una de las últimas veces en un homenaje que se le brindó en el palau de la Música Catalana de Barcelona el 4 de diciembre de 1974. Fue lamentablemente la única ocasión que tuve de verla y escuchar su voz en vivo. Aquel mismo año me sucedió lo mismo con Callas en Madrid. Renata conservaba su timbre único y Callas, sólo su presencia, pero ambas me hicieron llorar. Ayer la lírica se vistió de luto al perder una de la media docena de voces más representativas del siglo pasado, quizá la más bella. Murió sin poder ocupar el sitio de honor que la correspondía en la reapertura de La Scala y sin poder inaugurar el concurso de canto y la academia que se proyectan en Pésaro, dedicados a «la pareja del siglo», Mario del Monaco y Tebaldi. Signora Tebaldi, descanse en paz, su «voce d’angelo» seguirá aliviando los dolores de muchos de nosotros.


- Montserrat Caballé en La Razón

Los gestos de una gran mujer

Montserrat CABALLÉ
Yo estudiaba en el Liceo y Renata Tebaldi venía a cantar al teatro. Eran los años cincuenta. A los estudiantes nos daban entonces pases para poder ver la función desde el quinto piso. Era un regalo. Yo ya la había escuchado en varias óperas y era mi ídolo. Quería poder hacer algún día algo como lo que ella hacía. Creo que ha sido y es la voz italiana más bonita de aquella época sagrada. Renata ha sabido representar a la soprano italiana como ninguna otra artista. Era una gran mujer, una persona fuera de serie que conmovía a todo aquel que la frecuentaba, un ser extraordinario con la gente que la rodeaba, con los que estaban detrás del escenario. Y eso tiene mucho valor.
Nuestro encuentro se produjo de manera improvisada. Yo acaba de cantar «Don Carlo» en el Metropolitan y después de la función regresé al camerino. Sonó el télefono y era ella, que me había escuchado cantar por la radio. Imagínese. Me preguntó: «¿cómo ha conseguido dar ese agudo tan largo?» Vaya sorpresa. Y a partir de ahí nos vimos muchas veces más. Hasta el 72, en que ella dejó los escenarios. No se me olvidará que en su día me prometió que estaría en La Scala cuando yo cantara «Norma». Y así fue. En primera fila, aplaudiendo sin parar. Cuando la ví... La envié un ramo de flores. Recuerdo también cómo me cuidó en Nueva York. Llegaba para cantar «Luisa Miller» y enfermé. Y allí estaba Renata con su asistente, Tina, poniéndome cataplasmas, al cuidado de la fiebre, cuatro días sin apartarse de mi lado. Son gestos que no se pueden olvidar. Hoy la ópera italiana llora su pérdida. Está de luto.


- Plácido Domingo en La Razón

Una madrina de categoría

Plácido DOMINGO
Sabía que en los últimos tiempos no se encontraba bien. Tenía información de primera mano por parte de un director de orquesta muy amigo suyo, pero la noticia me sorprendió grabando en Londres. En 1968 debuté junto a ella en el Metropolitan de Nueva York cantando «Adriana Lecouvreur», para entonces ella ya era una gran figura, por tanto, tuve una madrina de categoría. Cantamos después varias funciones: «Tosca», «Manon Lescaut»... ya nos conocíamos, pues habíamos hecho «La bohéme», en Boston. Recuerdo que surgió una gran complicidad también con mi mujer, que por aquel entonces llevaba a mi hijo Plácido en brazos, casi recién nacido. Desde entonces siempre mantuvimos el contacto y procuramos saber el uno del otro. La última vez que nos vimos fue hace tres años, cuando canté «Otello» en La Scalla. Otra de las anécdotas que recuerdo sucedió durante una función de «Manon Lescaut», cuando a mí se me ocurrió llevármela de escena en brazos. Eso a ella, que tendría la misma estatura que yo, le hizo mucha gracia. Lo volvimos a repetir después y ella siempre me lo recordaba, pues decía que nunca nadie se había atrevido a cogerla en brazos encima de un escenario. En cuanto a la rivalidad que mantuvo con María Callas, creo que eso son cosas que se crean artificialmente en este ambiente. Opino que al mismo público que le gustaba Tebaldi también disfrutaba con la Callas. Eso sí, fueron por caminos diferentes, la Callas adelgazó mucho e hizo papeles que ya son históricos, como «Medea». Luego su vida se complicó y dejó de cantar. Sin embargo, Tebaldi se dedicó a un repertorio más amplio y cantó durante mucho más tiempo. No creo que el éxito de la Callas en La Scalla apartar a Renata, de hecho ambas cantaron en Milán en distintas producciones por la misma época. Si tuviera que destacar algo de esta personalidad tan grande sería la belleza de su voz. Además de su gran sensibilidad y su elegancia en escena, sin duda, es una de la voces de soprano más hermosas que he oído.


- Rafaél Banús en La Razón

Su idilio con el Liceo

Rafael BANÚS
No fueron muy numerosas las actuaciones de la gran diva en nuestro país, aunque su fama y su popularidad eran bien conocidas a través de las numerosas grabaciones que su prodigiosa voz hizo para la Decca. En cualquier caso, su presentación en el Gran Teatro del Liceo, que se produjo el 4 de noviembre de 1953, con «La Traviata», de Giusseppe Verdi, a la que siguió unos días después «Tosca», de Puccini, habría de establecer un verdadero idilio con el público barcelonés, que influyó en numerosas generaciones tanto de aficionados como de jóvenes aspirantes a alcanzar un puesto en el mundo de la lírica, como es el caso de Montserrat Caballé, que siempre ha afirmado que su decisión de dedicarse al canto le vino dada al escuchar en vivo a Tebaldi. Otras de las pocas ciudades españolas que pudieron disfrutar de la presencia de la artista fueron Oviedo y Bilbao, donde en 1962 ofreció dos de sus más aplaudidas creaciones: Leonora de «La forza del destino», también de Verdi y «Adriana Lecouvreur», de Francesco Cilea (la ópera que el intendente del Met, Rudolf Bing, no había conseguido montar para ella en el momento en que se lo solicitó). Aunque la soprano no estaba ya en su absoluta plenitud de condiciones, de lo que se resintieron algunos agudos, la belleza de su voz y su clase y elegancia interpretativa cautivaron a esta exigente audiencia (fue muy comentado, además, el hecho de que en la ópera de Cilea luciera un vestido exclusivo que estaba valorado entonces en 90.000 pesetas). Madrid y Barcelona pudieron verla a comienzos de la década de los 70, ya casi en su despedida despedida de los escenarios. En la capital, ofreció un recital en el Teatro de la Zarzuela, y los catalanes pudieron disfrutar con otro en el Palau de la Música, aunque aún habría de volver a España, ya retirada del mundo de los escenarios, al que, sin embargo, siempre permaneció atenta, para participar como jurado del Concurso Internacional de Canto Francisco Viñas de Barcelona.


- Gian Carlo del Monaco en La Razón

Ciao, señora

Gian Carlo DEL MONACO
Era más que una gran cantante, una verdadera amiga de mi familia. Hablábamos frecuentemente por teléfono y ella siempre se refería a mi padre con gran amor. Le llamaba «il mio Mario». La gran casa discográfica Decca, de la que fueron fundadores y a la que prestaron su voz y su arte, posee testimonio de su inolvidable forma de cantar y del gran periodo artístico-vocal de los 50-60. La Decca, cuando hacía publicidad de sus discos, los denominaba como la auténtica «pareja del siglo». Hace tres días recibí una carta desde San Marino en la que me autorizaba a fundar una academia de canto en Pesaro con el nombre Renata Tebaldi y Mario del Monaco. Así, decía, permaneceré siempre en el recuerdo de todos junto a «il mio Mario». Su muerte es motivo de una inmensa tristeza para mí, un vacío que creo definitivamente irrellenable. Ciao, Renata.


- Miguel Patrón Marchand en el diario "El Mercurio" (lo siento, no tengo enlace).

Era una noticia esperada, pero igualmente sacude y conmueve. Se nos fue la poseedora de esa voz que fue “orgullo de belleza”, al decir de Andrea Chénier, hija del Adriático -cuyo sol debe brillar un poco menos desde hoy-, de timbre seductor, sensual, carnal y no precisamente angélico como lo definiera en su oportunidad el maestro Toscanini, uno de sus más connotados mentores. Voz inconmensurablemente bella para la subjetividad de tantísimos aficionados. Belleza tímbrica debida a factores objetivos como la igualdad de registros y la maestría para ocuparlos, de características metálicas –especialmente áureas- pero a la vez mórbidas, propensas y adecuadas para las más exquisitas variantes de dinámica, desde el “forte” desplegado (la voz de Tebaldi, según dicen los que la vieron en vivo, era enorme), hasta el “pianissimo” más sutil y etéreo. La emisión de Tebaldi ostentaba, además, una continuidad sonora ejemplar, privada de sobresaltos y donde el “fiato” se ocupaba de la fonación sin el mínimo desperdicio. Los sonidos “de pecho”, tan frecuentes en su repertorio, fueron utilizados con la mayor naturalidad. Estos podrían ser los factores objetivos que desembocan en el hecho evidente de la producción de una voz de legendaria belleza. Voz italiana, sin duda alguna, pero según mi criterio, con el toque adriático y especialmente “marchigiano” que antes había acunado a sus colegas Beniamino Gigli y Franco Corelli, y que se caracterizó por esa perfecta fusión del metal con la carne, del brillo con la palpitación humana, de un carácter que podríamos llamar divino (por el sol del timbre) unido a una condición que el Prólogo de PAGLIACCI definiría como “... somos hombres de carne y hueso...”. Divinidad y humanidad en perfecta armonía.

Tebaldi, aunque consciente del material vocal que traía por un muy propicio factor genético, se ocupó durante de su carrera de hacer todo lo necesario e indispensable para que esa joya originaria se puliese y rindiese a cabalidad. No obstante, los sonidos agudos le fueron especialmente esquivos, llegando con comodidad sólo hasta el La4 y logrando con bastante penuria el Sib4 y el Si4, quedándole vedado un empleo adecuado del Do5: una nota que aparecía en la mayoría de las óperas de su repertorio y que muestran, en discos de estudio y tomas del vivo, los aspectos más discutibles del canto de Renata Tebaldi. También las imprecisiones tonales, producidas por esa limitación, que echaban alguna sombra sobre su bagaje vocal, aunque por lo general no lograban mitigar los rayos solares de su belleza tímbrica, reconocida aun por los aficionados menos proclives a su modalidad canora.

En lo expresivo y estilístico, Tebaldi fue una heredera casi literal de sus antecesoras inmediatas y mediatas. La morbidez tímbrica la acercaba a Claudia Muzio, quien a cambio penetraba más en el meollo de los tantos personajes que compartieron (Tosca, la Leonora de LA FORZA DEL DESTINO, Maddalena de ANDREA CHÉNIER, etc.). Fue, sin embargo, reticente a plegarse a la modalidad verista de tipo abrupto de una Gina Cigna o una Maria Caniglia. Sin poder poner en tela de juicio su condición de intérprete, es necesario insistir en que Tebaldi fue un fenómeno básicamente vocal (como los ya nombrados Gigli y Corelli) y que las sutilezas expresivas, estilísticas y musicales hubo que buscarlas en otras colegas. En lo estilístico, Tebaldi se encontró muy cómoda en algunos títulos de la “Giovane Scuola” y estuvo privada -natural y técnicamente- de los requisitos indispensables para abordar el “Bel Canto” (no tenía trino, por ejemplo, y su “coloratura” era imprecisa). Para eso estaba... Maria Callas. Y no es posible obviar el nombre de Callas en un obituario de Tebaldi, como no lo fue el de ésta al morir Maria hace más de un cuarto de siglo. Ambas estarán tan unidas como separadas hasta el final de los tiempos del arte lírico.

Por una curiosa (¿y fatal?) coincidencia, la poseedora de la voz más bella de su época (y quizá de varias) tuvo que dividir repertorio, escenarios y públicos contemporáneos con el fenómeno expresivo-teatral más notable del último medio siglo. De ahí nacieron enconos y enfrentamientos: la “mala” y la “buena”, el “ángel” y la “tigresa”; no tanto entre las protagonistas –aunque cayeron en la trampa- sino entre sus públicos. Tiempo después, un estudio profundo de ambas vocalidades y personalidades artísticas dio como resultado la comprensión de lo absurdo de ese enfrentamiento y ambas facciones, aunque con alguna reticencia, pudieron alabar las virtudes de la execrada rival de ayer.

La voz de Tebaldi la llevó a las principales salas del mundo, depositando su corazón, especialmente en el último tramo de su carrera, en el Metropolitan de Nueva York. En ese lapso postrero, sus compatriotas la vieron más bien poco. Intervino en algunas temporadas brasileñas y el Teatro Colón de Buenos Aires la pudo aplaudir sólo en 1953, cuando cantó algunas funciones de TOSCA y AIDA junto a Carlo Bergonzi. Como Joan Sutherland y Leontyne Price, jamás volvió a la capital argentina. Nuestro Chile tuvo que conformarse con sus grabaciones.

Tan importante como su carrera escénica fue la discográfica, ya que la compañía Decca se dedicó felizmente a registrar tanto sus mayores éxitos escénicos (AIDA, LA BOHÈME, ADRIANA LECOUVREUR, algunos en dos ediciones: monoaural y estereofónica) como un repertorio que nunca abordó en el teatro (IL TROVATORE, GIANNI SCHICCHI, etc.) o el que llevó a escena en un período tardío de su carrera (MADAMA BUTTERFLY, MANON LESCAUT, LA FANCIULLA DEL WEST, LA GIOCONDA).

La permanencia de Tebaldi en el recuerdo de los aficionados está asegurada, tanto en el disco como en la imagen. Pero por sobre una simple supervivencia que compartirá con muchas colegas, reinará a causa del factor vocal, de esa belleza imperecedera y soleada, carnal y espiritual de la que fue poseedora y que le dio motivos para sentirse una elegida. O sea que ahora le decimos adiós al ser humano que parte. La cantante que tuvo ¡esa voz! seguirá con nosotros, por cierto, para siempre.

Miguel Patrón Marchand


- Miguel Ángel Nepomuceno en El Diario de León (tampoco tengo enlace):

El verano último la llamé a su casa de San Marino para saber de su salud y Tina, su ama de llaves, me dijo que «la signora» estaba «muy malata» y que posiblemente no podía ponerse al teléfono. Sin embargo la misma Renata lo cogió por la otra línea desde su habitación. Su voz era apenas un susurro y me llegaba con dificultad a través del hilo. «Estoy preparándome para cantar el último aria» me dijo, «pero estoy preparada. Lo único que siento es no poder estar más con mis amigos, pero bueno... si se conforman con mis discos, tienen para unos cuantos días». Intenté animarla diciéndole que las arias solían ser largas y mentirosas.

Hablamos de temas relacionados con la lírica, de los jóvenes cantantes actuales y de la muerte de su partener más emblemático el mítico tenor Franco Corelli, fallecido en agosto del pasado año y con el que la Tebaldi había compartido tantas noches de gloria en los principales coliseos del mundo. «Franco fue siempre un caballero y un gran amigo, y no había mujer de aquella época que no se sintiera atraído por él, era maravilloso»; y lo decía con ese tono de admiración que encerraba algo más que el cariño de colegas. Le recordé mi primer encuentro con ella en el Liceo de Barcelona después de una "Tosca" de ensueño y mi nerviosismo en la entrevista que le hice a continuación y que ella me ayudó lo indecible ya que lo que pudo haber quedado en dos preguntas, gracias a su comprensión y delicadeza, se convirtió en una entrevista de más de una hora, que a poco me cuesta la cabeza ya que los cientos de fans la aclamaban a las puertas del Liceo y en las calles adyacentes a las Ramblas.

Finalizamos aquella charla telefónica con una premonición: «cuando vengas a Milán ya no estaré, así que date prisa si quieres hacerme una entrevista».

Y hoy me llegó la triste noticia de su muerte. Parece que la parca se ha ensañado especialmente con los cantantes de ópera en estos días porque tras Corelli y ahora Tebaldi, el tenor Giuseppe Di Stéfano agoniza en una clínica de Mombasa desde el pasado 30 de noviembre a causa del ataque que él y su mujer sufrieron a manos de unos ladrones en su domicilio keniata.

Mientras continúo asimilando la mala nueva, en mi lector de cedés suena el aria "Yo soy la humilde sierva del arte creador" de "Adriana Lecouvreur" de Cilea, cantada por Tebaldi como nadie lo ha hecho, y como un flash back vuelve a mi memoria aquella noche en el Metropolitan con Corelli poniendo boca abajo a los más de dos millares de personas que acudimos en extasiada peregrinación a escucharla en esa celebración mágica que sólo sucede una vez por siglo y que aquella fría tarde de marzo, gracias a «la voz de ángel», volvía a hacerse realidad corpórea. La Tebaldi ha hecho su última «fermata», el resto es admiración y silencio.


- Manuel Cabrera en el Diario Vasco (tampoco tengo enlace, menudo desastre):

GLORIA A TÍ, RENATA

Cuando todos los medios de comunicación ponían en los teletipos y en las ondas la noticia de su muerte, un escalofrío de pena, de verdadera tristeza, ha corrido por el espinazo de los sentimientos de cuantos hemos tenido el inmenso gozo de haberla visto y escuchado, tanto en vivo como en los abundantes registros que de su persona y de su voz han quedado grabados.

Ha fallecido “La Signorina”, hemos perdido a “La Voce d'Angelo”, como, cariñosamente la llamábamos la pléyade que la hemos idolatrado. El aire de San Marino se ha llevado, en auras leves y bien timbradas, a una mujer que en la antecámara de cumplir 83 años (nació en Pésaro el 1 de febrero de 1922) ha habitado y habitará en el Parnaso de la Lírica por los siglos.

Me permito, con orgullo, recordarla en un septiembre de 1962, cantando ella la ópera “Adriana de Lecuovreur” de Cilea, en el Teatro Campoamor de Oviedo, entrando en escena engalanada de época con una hermosa peluca blanca, mientras en una esquina del escenario estuve a punto de causar una catástrofe, pues una de las velas del candelabro que portaba, vestido de paje como comparsa (acto III, Palacio de Bouillon), casi prende mi pelucón de plástico. Me había quedado absorto viéndola entrar en escena. Qué bronca me dio el director de escena Augusto Cardi.

Fue una luchadora infatigable velando por la pureza del canto, para el que diapasón se mantuviera en los 440 ciclos para la nota La. Así estamos ahora por no aceptarlo. Dotada de un legato perfecto, con una colocación de voz impoluta, siempre redonda, y poseedora, en mujer y como soprano spinto, del más puro squillo (voz con punta o timbre incisivo).

De sí dijo una vez “tengo esta voz, que es igual desde del principio hasta el final, sin un hueco en el medio”. Y fue así siempre, hasta que supo acertar con el momento de su retirada. Sus Mimí, Adriana, Leonor, Cio Cio Sam, Tosca, Manon, Elena, etc, etc, son únicas e inigualables.

¡Gloria a ti, diva de entre las divinas, Renata Tebaldi!


- Juan Guidi en ARGENPRESS (no, tampoco tengo enlace :( ):

Dos o tres veces por semana en el departamento de arriba se escuchaban melodías, sinfonías y una voz extremadamente especial. Esta calidad sonora y armoniosa delicadeza auditiva provenía de alguien que conocía especialmente de música. Claro esta persona se llamaba Renata Tebaldi.

Renata Tebaldi murió el domingo a las 3:30 de la madrugada en su departamento del barrio de Borgo Maggiore en la República de San Marino, tenía 82 años, había nacido en Pesaro en febrero de 1922.

La noticia de su deceso fue anunciada por su médico personal Niksa Simetovic. La cantante pasaba desde hacia veinte años sus vacaciones en San Marino, donde luego retornaba a su residencia en Milano. Pero sus dos últimos años, debido a su estado de salud había decidido residir en la pequeña república.

Se había retirado de los escenarios en el año 1976, luego de 32 años de carrera. Renata Tebaldi siempre fue idolatrada por los apasionados de la lírica. 'Siempre he considerado mi voz como un regalo de la naturaleza. Fue por amor y respeto de aquel don que decidí dejar de cantar- dijo dos años atrás en una entrevista, en ocasión de su cumpleaños número ochenta- para no vivir la mortificante estación del declinamiento, es que me retiré bastante joven en el canto'.

Todo el teatro del mundo y en particular en que ha sido declarada reina. Desde la Scala de Milán al Metropolitan de New York, continúan a brindarle tributo y homenajes varios. Por ejemplo las casas discográficas proponen el relanzamiento de sus trabajos como "Butterfly", "Tosca", "Bohème", "Norma".

Descubierta en 1946 fue elegida por Arturo Toscanini, que la definió como la 'voce d'angelo', para participar del concierto de reapertura después de la guerra de la Scala de Milán. Luego llegaron los escenarios de Edimburgo, el Convent Garden, San Francisco, París.

Cantó con otros con otros setenta directores de orquestas famosos como De Sabata, Giulini, Toscanini, Karajan.

Histórica es la rivalidad con María Callas, de la cuál Renata jamás quiso explícitamente referirse: 'Me ofendo si alguno piensa que hay algún problema con ella (Callas). Una vez cansada de esta cosa llegó a decir 'Esta pelea entre Callas y yo es más publicidad que otra cosa, de la cual yo nunca he recibido un peso por ello'.

Por ello quizás decidió partir entre otras cosas hacia Nueva York, y consagrarse en poco tiempo en la reina del Metropolitan, interpretando entre otros a "Otello", "Gioconda", y "La Fanciulla del West".

En los últimos meses se la veía poco por el barrio, solía pasear a su mascota, junto a Tina su inseparable ama de llaves. En la posta solían llegar cartas de niños agradeciendo su trabajo en el África, en India. Tina comentaba que recibía numerosos llamados diarios que la reconfortaban, fundamentalmente de gente muy joven que la no la visto nunca en escena pero que la conoce sólo a través de sus discos. Y le dicen 'De su voz entiendo que bella persona es usted, son palabras que calientan el corazón'

Buenos Aires

Entre las ocasiones de encuentro con Renata, recuerdo la primera vez que nos presentamos.

Se que usted es argentino, déjeme decirle algo: “Estuve cantando en el mejor teatro que jamás haya estado, una acústica excepcional, una calidad y calidez de público casi único”. Era el año 1952

Mis ojos brillaron no sólo de orgullo, ese día conocí una mujer extremadamente sensible con una capacidad de captar la sensibilidad de sus espectadores en el momento en que se brindaba al espectáculo. Pero fundamentalmente lo que conocimos posteriormente el reconocimiento no sólo a su trayectoria profesional sino a su trabajo personal que es en realidad lo que acompañará al ángel de su voz


- Manuela Hoelterhoff en Herald Tribune

Remembering Renata Tebaldi
By Manuela Hoelterhoff

Thinking about Renata Tebaldi, who died last week at the age of 82, takes me back to the winter of 1999 when I visited the Italian diva at her apartment in Milan. I walked very slowly, encumbered by a lemon tree I had carted off from a flower shop near La Scala, the fabled opera house, where her most devoted fans once threw vegetables at María Callas (the rival!).

The greatest singer in the world is expecting me, I kept repeating to myself as I fell off curbs and bumped into walls. I couldn't see very well. A bouquet would have been more practical as an offering. Yet a visit to Tebaldi seemed to require something special. Once upon a time, in the mid-1960s, the opera deity had saved my life.

In the outskirts of New York City, where I grew up, I first heard her name from a high school friend's mother, Mrs. Kubovsky, who worshiped Ayn Rand and made me read "The Fountainhead" for its inspirational story of a master architect who refused to be bound by the rules of little people. Mrs. K, who came from the Old Country and was possibly even more eccentric than my Latvian mother, also knew a lot about classical music. One day, she told me about a singer at the Metropolitan Opera who built empires out of sound. Her name was Renata Tebaldi.

Mrs. K showed me album covers of a tall, elegant, blue-eyed, red-haired person who was definitely not the portly woman I assumed all opera singers to be. My mother, already horrified that I was reading libertarian propaganda reminiscent of the übermensch theories she had barely survived, only slowly came around to taking me to the Met, until finally, one Saturday, we made it to "Tosca."

Carrying a decorative walking stick, Tebaldi swept into view looking for her painter boyfriend. "Mario! Mario!" she sang, though she might as well have addressed me up there in the family circle, a mile away. Mrs. K had been right. As Puccini's lush music swirled up from the darkly glistening immensity of the stage, I was swept off into a world of mystery and poetry that was so different from my everyday existence in blue-collar suburbia that I never wanted to leave. And I suppose I never did.

I became a standee at the Met, where she was the most popular soprano of the 1950s and '60s. In addition to "Tosca," I saw her in "Otello," "La Fanciulla del West," "Manon Lescaut," "Andrea Chénier," "Adriana Lecouvreur," "Falstaff," "La Gioconda" and "La Bohème."

On occasion, Tebaldi would put me and my high school buddies on her guest list after a show. I think composing ardent fan mail constituted my first attempts at the craft of journalism. Hearing the same things sung over and over again by Tebaldi, and the lesser beings who followed in her steps, probably also stirred the elemental critical faculties slumbering between my ears.

Tebaldi weeping into Mimi's muff or tossing her cards into the air as Minnie (a name much later bequeathed to one of my beloved beagles) - these are memories I call up as if they happened yesterday, though, in fact, Tebaldi retired early. Submitting to a last strangulation as Desdemona in "Otello," Tebaldi left the Met in 1973, where she had made her debut in the same role in 1955.

A Carnegie Hall concert constituted her unofficial farewell to a city in which she had spent much of her career. By then, her top notes were insecure, though such was the affection she inspired in the audience that some of us would start yelling bravo early if she seemed poised to miss a climactic high B or C.

Even now, I sometimes wonder how such a highly stylized art form can inspire such passion on both sides of the stage and seem so powerfully real. But the feelings of love, hate, fear, jealousy, rage or ambition animating the characters of Mozart, Verdi, Wagner or Puccini transcend their time because they are so very human. You don't need a course in Italian or musicology to understand the abysmal betrayal of Madame Butterfly or the anguish of Mimi.

What made Tebaldi different? There was the beautiful limpid tone with that heartbreak coloring, of course, and her offstage elegance and charm. She seemed at once approachable and unknowable. She must have had a private life, but we, her devoted audience, always seemed central to her. Tebaldi would spend hours signing autographs, swathed in furs, the requisite white poodle yapping at her feet. The public life of Callas was not hers by choice, though Tebaldi was hardly a hermit, even when she was afflicted by diabetes in her final years .

That winter afternoon in Milan, the door was opened by her longtime companion, Tina, who relieved me of my lemon tree. The foyer led to a formal living room with a grand piano covered with photographs of the soprano in the company of potentates, movie stars and colleagues.

There was a short wait, then Tebaldi emerged slowly from the dimly lit corridor. Even then, an entrance! Rudolf Bing, the general manager of the Met during Tebaldi's heyday - whom she cajoled into letting her sing an opera he loathed, Cilea's "Adriana" - said she had "iron dimples." I was pleased to see the decades had left them unchanged.

We sat down. My Italian was anxious, her English halting. Between us was a small French table with a photograph of the pope. I was reminded of my conversion so long ago to the beauty of opera and a life beyond the malls.

"Madame Tebaldi," I said, "you made me love music and changed my life."

"Thank you very much," she smiled, and poured the tea.


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 Asunto: tebaldi es...
NotaPublicado: 02 Mar 2006 4:17 
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faroliclass

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tebaldi es una de las mejores Mimis que oido, junto a Carlo Bergonzi son fantasticos.
Pero me encanta su Desdemona es maravillosa.
su voz central sus pianisimos, su voz es profunda me enloquece.


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 Asunto: Tebaldi
NotaPublicado: 05 Mar 2006 2:46 
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Segundo atril
Segundo atril

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la defenderemos... (me apunto)

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Bueno, Opera Actual esta recontra bueno...


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NotaPublicado: 05 Mar 2006 15:39 
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En mi modesta opinión, Tebaldi es la voz de soprano mas maravillosa e increíblemente
bella que he oído jamás. :D
Gracias Werther por tu trabajo. :wink:


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NotaPublicado: 27 Mar 2006 12:25 
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Citar:
junto a Tina su inseparable ama de llaves


Solo por curiosidad ¿era gay?
ya que en ningún momento se hace mención a algún marido o hijos o amantes... :?


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NotaPublicado: 27 Mar 2006 17:00 
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Müllerin
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Jalu escribió:
Citar:
junto a Tina su inseparable ama de llaves


Solo por curiosidad ¿era gay?
ya que en ningún momento se hace mención a algún marido o hijos o amantes... :?

¡Vaya pregunta! ¿Tanto interesa la vida privada de los cantantes? Porque a mí sólo me interesa que canten bien.

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NotaPublicado: 28 Mar 2006 1:08 
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Div@
Div@
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Registrado: 10 Sep 2005 1:10
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Ubicación: Ciudad Autonoma de Buenos Aires
Pues si no interesara su vida privada... no se escribirían tantas autobiografías ¿no? :)


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