Pues sí, después de tenerme una semanita en ascuas debido a la cancelación de Lisboa, finalmente Plácido no cancela en Granada, y allí estaré para escucharle como aperitivo a la próxima Walkyria del Liceu!!!

La crónica a la vuelta,

brunilda

¡Disfrútalo mucho!

Ya lo creo que lo voy a disfrutar....

brunilda

Pues disfruta de la ópera y de la ciudad, que es preciosa.

Yo tambien voy, mañana cogo el avión. Espero que nos veamos.

Por cierto, este concierto me ha venido de maravilla para conocer Granada, porque llevo años diciendo que tengo que ir y nunca voy.

Que disfrutes !!!!

Que disfrutes Y ya que estás allí no te pierdas la Alhambra, que es una auténtica maravilla, y un consejillo: ojo avizor a las pintadas que encuentres en la zona del Albaicín porque te sorprenderán. Vi unas cuantas con frases antológicas y alguna que eleva la gamberrada a la categoría de arte

estoy d'acuerdo!!!

Mucha suerte!

Pasáoslo muy bien las dos!

Buen viaje!

Buen viaje

Ya de vuelta de Granada, estas son mis impresiones.

Nos vino a dar su “cantar hecho de fantasía” a las cerca de cinco mil personas que llenábamos el Palacio de Deportes de Granada y realmente Plácido Domingo no me decepcionó, al contrario, las cerca de tres horas que duró el concierto fluyeron de manera mágica y especial, en una ciudad especial que horas antes había abrazado popularmente la Alhambra. Las calles se habían llenado de granadinos, muchos de los cuales, horas después, se congregaron en otro marco bien distinto para escuchar una de las voces más bellas de la ópera actual.

Sí, de la ópera actual, porque voces como la de Plácido Domingo no se encuentran, como tampoco es frecuente hallar ese saber cantar, ese derroche de luz y alegría y esas ganas y entusiasmo con las que, a sus 66 años, sigue ilusinando al público que se concentra en cada una de sus actuaciones.

Y es que después de 15 años de ausencia, Granada esperaba con ganas el concierto de Domingo, que a punto estuvo de cancelar, pero, grácias a Dios, continuó con las previsiones de su agenda, y pudimos gozar de una gran velada.

Si este año se celebran los 400 años del nacimiento de la ópera, sin duda Plácido Domingo puede sentirse orgulloso de haber consagrado un 10% de éstos al género, porque son más de 40 los que lleva encima de un escenario y sus tablas y su saber estar están presentes siempre.

En esta ocasión estuvo secundado por la Orquesta Ciudad de Granada, dirigida por Eugene Konh y por la soprano argentina Virginia Tola.

Con un cuarto de hora de retraso, aproximadamente, el maestro Konh alzaba la batuta para interpretar la obertura de “La Damnation de Faust” de Berlioz con energía suficiente para dar paso a lo más esperado de la noche, la inminente presencia de Plácido Domingo en el escenario.

Estaba situada en lugar privilegiado, mirando al escenario a mano izquierda, y por mi lado, era por donde los artistas salían al escenario, lo que me permitió ver, mientras la orquesta estaba ejecutando la primera pieza, a un Plácido Domingo radiante, con su traje de color negro (sin corbata ni pajarita) con pelo y barba blanca que le daba un aire elegante, a pesar de no ir de rigurosa etiqueta.

La ovación fue grande cuando por fin salió al escenario. Aplausos y más aplausos que no le dejaban empezar el aria de la ópera “Le Cid” de Massenet “O souverain, o juge, o père”.

La insólita ausencia de un programa de mano impreso hizo que además de cantar Plácido Domingo improvisara sus dotes de presentador, teniendo durante todo el concierto, un coloquio con el público, explicando las diferentes piezas que se irían interpretando y donde la complicidad entre el artista y el respetable fue total desde un principio, ya que los grandinos, y los que acudimos de fuera, le demostramos todo el cariño que sentimos por este extraordinario tenor.

A pesar de todo, en las dos primeras piezas que interpretó Plácido, el citado “Cid” y “El lamento de Federico” de la ópera “La Arlesiana” de Cilea, que fue precedida por la primera intervención de Virginia Tola con el aria de las joyas del “Faust” de Gounod, en mí opinión fueron las dos más flojas del concierto, pero que supo resolver con la maestría que nos tiene acostumbrados. Si bien su voz no es la que era, el gusto y la experiencia, superaban cada vez las pequeñas ausencias y las dificultades que estas dos arias presentaban.

Fue a partir entonces cuando salió el mejor Plácido Domingo, que se creció para ir a más poniendo toda la carne en el asador. Su entrega fue total y el público lo supo apreciar y reconocer.

“L´Arlesiana” dio paso a un “Vissi d´arte” de la “Tosca” de Puccini y aunque la voz de la joven soprano argentina es bella y potente, requirió quizás un poquito más de sutileza y conocimiento del estilo, matices quizás que irá adquiriendo a medida que vaya acumulando experiencia y tablas, pero si algo no se puede negar a Virginia, es su entrega en todas y cada una de las piezas que nos brindó.

Realmente sobrecogedora fue su interpretación del “Winternstürme” de “La Walkyria” de Wagner con la que deleitó a los wagnerianos de corazón y “alguna” de las no wagnerianas que se encontraban en el recinto y que sin duda fue un fantástico aperitivo de lo que será la próxima “Walkyria” que el año que viene, si Dios quiere, nos cantará en Barcelona y que estamos esperando con muchísimas ganas.

Y una vez más, Plácido Domingo puso en práctica su locuacidad y nos anunció las dos siguientes piezas, la maravillosa obertura de “Las vísperas sicilianas” de Verdi, que interpretaría en solitario la OCG dirigida por el maestro Konh y a la que le faltó quizás un poco más de brío en algunos momentos, para dar paso a unos más bellos dúos de la literatura operística, el dueto que cierra el primer acto del “Otello” verdiano en las voces de Domingo y Tola.
Por fin, y aunque solo fuese un pequeño fragmento de esta genial ópera, estaba escuchando “en directo” la voz de Domingo interpretando el “Otello”, sé que ya no podré escucharle nunca toda la obra en un escenario y en directo, mi edad no me lo ha permitido, pero al menos, me quedará el recuerdo y la satisfacción de haberle escuchado este dúo que realmente bordó. Su genial “Già nella notte densa” presagió ya lo que sería uno de los grandes momentos de la noche. Buen fraseo y bien de voz, me sorprendió una vez más la frescura con la que cantó una de las obras más difíciles de todo el repertorio tenoril. Al final del dúo, al aplaudir me quedé sola ante todo el Palacio de Deporte gritándole “bravo”. Y es que no era para menos. Se lo merecía.

Antes del descanso Plácido nos comunicó que estuvo el viernes en el Albaicín, en concreto en el Palacio de los Córdova con el alcalde de Granada, y votó para que la Alhambra sea una de las siete maravillas del mundo a la vez que animó a todo el público para que hiciera lo mismo.

Finalizado el dúo, se procedió a un breve descanso de unos 20 minutos, quizás menos, para proseguir con la segunda parte del concierto, que estuvo dedicada a repertorio más popular y ligero, pasando por la opereta y el musical, para finalmente culminar con nuestra zarzuela”.

De nuevo, la voz de un pletórico Plácido Domingo con un redondo “Dein ist mein ganzes hertz” (Tuyo es todo mí corazón) de la opereta “El país de las sonrisas” de Lèhar, abrió la segunda parte del concierto, y a medida que iba avanzando la velada la voz del tenor se iba colocando en su sitio corroborando el gran artista que es.

Un de nuevo Plácido-presentador nos anunció las siguientes piezas del concierto, el aria de “Vilia” de “La Viuda alegre” de Lèhar en la deliciosa voz de Virginia, que supo darle el acento adecuado a la pieza, para proseguir con el semi representado dúo de la misma opereta. Salieron los dos como discutiendo para dar paso al dulce “Lippen Schwaigen” que salió de los labios de Plácido Domingo con una sutilidad encantadora, la misma con la que invitó al público a tararear los compases del conocido dúo, mientras que los dos intérpretes se marcaban cuatro puntos de uno de los valses más célebres, después del famoso “Danubio Azul”.
La opereta dio paso al musical de Brodway con la obertura de “Candide” de Bernstein y nos anunció el “I could have danced all night” del “My fair lady” de Loewe y el “Some enchanted evening” del musical “South Pacific” de Richard Rodgers para las voces de Virgina Tola y Plácido Domingo, respectivamente, pero que al finalizar la obertura de Bernstein, no sé por qué razón se alteró el orden y se interpretó primero la melodiosa y ya citada “Some enchanted evening”, la única de las piezas del programa que no había escuchado nunca y que me sorprendió por su belleza y que Plácido bordó una vez más, como magnífica fue la interpretación de Virgina en su papel de Eliza en el “My fair lady” además con un buen inglés y línea de canto muy bella.

Si la opereta había dado paso al musical, el musical, pues, cedió a favor de la zarzuela. Brillante fue el “Amor vida de mi vida” de la “Maravilla” de Moreno Torroba, en la que Plácido Domingo dio rienda suelta a sus raíces musicales interpretando una bellísima romanza con una gran maestría.
Moreno Torroba dio paso a Pablo de Luna con su zarzuela “El niño judío” de la que Virginia Tola interpretó una de las piezas más conocidas y a la vez queridas por el público, la popular “De España vengo”, con una voz fresca y firme, pero que a veces le faltó un poco de zalamería y gracia para cantar una pieza, tan, tan española.

Y como no podía ser de otra manera, el concierto “oficial” culminó con la aplaudidísima y archiconocida en todo el mundo grácias a la difusión que el propio Domingo ha hecho de ella, “No puede ser” de “La Tabernera del puerto” y en la que en pocas ocasiones se tiene la oportunidad de escuchar una romanza tan bien interpretada y sentida.
Y es que salió tan redonda que el público supo recompensar a Domingo con una gran ovación, con el público en pie premiando la magnífica interpretación que acababa de escuchar.

Gritos de “Granada, Granada, Granada” empezaban a oirse en el Palacio de Deportes, y Plácido, que se las sabe todas, se hizo de rogar con un “todo se andará”.

El público no tenía en absoluto ganas de marcharse y estaba plenamente entusiasmado y entregado, por eso se ofrecieron 5 propinas todas muy aplaudidas.

La primera de ellas fue el dúo de “El gato montés” muy apropiado para abrir el capítulo propinero ya que habla de toreros, de gitanas y de tardes bonitas en Andalucía.
“Las carceleras” popularmente así conocida esta romanza de “Las hijas de Zebedeo” de Chapí interpretada con mucha gracia por Virginia Tola precedió a una sopresa que Domingo se guardó en la manga. Una vez más nos presentó las siguientes piezas, y todas ellas tenían que ver con Granada, con la particularidad que, en lugar de hacerse acompañar por la OCG, fue secundado por la joven arpista Luisa Domingo, que a pesar de llevar su mismo apellido, nada tienen en común.
Antes de proceder a la interpretación, una espontánea desde la grada le lanzó un “guapo” al verle encima del escenario con ese señorío y elegancia que le distinguen y con una sonrisa irresistible en su rostro, a lo que él no dudo en corresponder con un beso y con un simpático “Qué tomas?”.

No anunció la primera pieza que fue las conocidas “Granadinas” de la zarzuela “Los emigrantes” (Adiós Granada) que intepretó Domingo con un desgarro fuera de lo común casi haciendo quebrar la voz, un efecto que le quedó muy bonito. Y fue una de las interpretaciones más emocionantes de la noche y de una de las piezas, que haciendo memoria de aquellas canciones o romanzas que hablan de Granada, me había olvidado de ella, y el oirla de nuevo en su voz, avivó en mí una emoción indescriptible, puesto que es una pieza de una belleza extraordinaria.

La siguiente pieza fue del maestro Obradors “Del cabello más sutil” para culminar con la deseada “Granada” de Agustín Lara con la que el público interrumpió con aplausos no dejándole empezar y gritándole “ole” a la estupenda versión que nos ofreció un nuevo final que le quedó muy bien.

Finalizaban así casi tres horas de entrega y complicidad absolutas entre el tenor y el público que se quedó, (me quedé), con ganas de más música y más Plácido. Un triunfo total y un éxito aplastante.


brunilda

¡Qué crónica emocionada la que haces, brunilda!

Me hubiera gustado estar ahí, pero como lo cuentas, es como si lo hubiera vivido.

Yo mañana también me marcho a Granada, aunque para hacer turismo. ¿Hay fotos para colgar de vuestra visita?