Esencialmente, es la versión de Kaye, que se supone la más fiel a lo que podría haber sido la obra acabada por su autor. Y es esta edición donde, sobre todo en el acto de Venecia, se eliminan añadidos incluidos a lo largo del tiempo para completar música que se creía perdida. "Hélas, mon coeur" es uno de estos números, de autor desconocido que lo compuso a partir de melodías offenbachianas, pero del que Offenbach no es responsable. "Scintille, diamant", más o menos, pero añadida más tarde, en 1908: también se basa en música de Offenbach, pero no es suya, por lo que se restituye un aria original del personaje, que siempre será mejor, por muy consolidada que la tradición haya dejado la aria anterior. Y es que en los ochenta y los noventa del pasado siglo, hace nada, se encontraron un montón de páginas de manuscritos originales de Offenbach que no se habían tenido en cuenta en las primeras ediciones y en las versiones posteriores. O sea, que en los últimos treinta años, Les contes han cambiado muchísimo, con algunos cortes de partes espúreas pero, lo que es más importante, con la adición de muchas más partes auténticas. No lamentemos, pues, la caída de un sexteto o un aria, ya que, a cambio, hay otros números tanto o más interesantes. Vamos, que casi, casi, se puede decir que quitando una parte de los diálogos hablados (no se suprimen todos, ni mucho menos) y de los couplets de Franz (una parte insufrible y perfectamente prescindible, si nos ponemos estupendos), la obra se presenta completa (o lo más completa posible en lo que permite una obra con una historia tan agitada de versiones y reconstrucciones) y en una interpretación muy redonda.
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