-- Qué significa la ciudad de Oviedo para usted?

-- Desde que pisé Oviedo en diciembre de 1992 tuve la oportunidad de contactar con la asociación de amigos de la ópera y programar el Fausto que interpreté al año siguiente. Sólo tengo palabras de agradecimiento para esta ciudad porque han contado conmigo en los comienzos de mi carrera. Apostaron mucho por mí y si he faltado alguna vez a la temporada fue porque me era imposible incluirla en mi calendario.

-- Ocurre lo mismo con el Teatro Campoamor en esta producción?

-- Se respira profesionalidad, algo que muchos teatros mucho más grandes quisieran tener. Además, reina una humanidad que se agradece, máxime en los tiempos que corren, en los que se está perdiendo el disfrutar de lo que se está haciendo. Gracias a Dios, estaré de nuevo aquí en 2006.

-- Cómo ve al personaje que interpreta en Lucrecia Borgia?

-- Estoy creciendo con él en esta producción. El trabajo que estamos haciendo en estos días, aunque pocos pero intensos, con Emilio Sagi es muy interesante porque no se cierra a nada. Vocalmente estoy muy cómodo con Genaro , se mueve en una tesitura aguda y destacaría el área del segundo acto que Donizetti escribió posteriormente, la rescató Alfredo Kraus después de muchos años de trabajo.

-- Revisa cada papel de forma minuciosa hasta interpretarlo.

-- Nuestra labor es muy creativo y muy artesanal, en el sentido de que yo podría estar haciendo la misma obra durante todo un año y no me cansaría en absoluto. Cuando ya te crees que lo sabes todo, interviene la parte vocal. Genaro es muy taciturno y estricto, con un sentido de la amistad de la misma forma, que queda embargado por el amor que siente hacia Lucrezia y que acaba llegando hasta al resentimiento. Gracias a ese final de 1840, mi personaje puede morir con más dignidad y reconfortado.

-- Cómo juega la actuación en los personajes que interpreta?

-- Es vital porque la interpretación es lo que gente va a ver al teatro. Con eso no quiero decir que se queden en casa y escuchen discos. La ópera se tiene que ir a escuchar al teatro. Los aficionados quieren encontrar en el teatro todo lo que se han imaginado en su casa.

-- Para conseguirlo, cuál es el mejor consejo que le han dado?

-- Que nunca pierda la ilusión por esta profesión, y eso intento, poniendo todo mi entusiasmo en ello. Luego somos los intérpretes los que tenemos que cuidar la voz y plasmar esa intención.

-¿Dónde está el secreto de haberse mantenido durante treinta años en la cima del canto?

-Más que un secreto es una suma de elementos. No puedes, desde luego, perder la pasión, la gana de hacer cosas nuevas. A esto vas añadiendo experiencia, que es un factor clave, y la facultad de que, si quieres, cada día en el escenario es un novedoso aprendizaje.

-¿Cuánto ha cambiado el mundo de la ópera en estos años?

-Todo se va modificando, y también la lírica. Van efectuándose avances en diferentes campos, desde el gusto de los directores de escena, que creo que cada vez hacen cosas más interesantes, hasta un trabajo como el que hoy se hace, que es más completo que el de años atrás. Ahora, en la ópera la exigencia es mayor para todos y por eso los resultados de conjunto, desde el punto de vista musical y artístico, son mucho más completos.

-¿Apuesta, por tanto, por el riesgo en las producciones?

-Siempre. Este verano he cantado una «Traviata» en Verona, dirigida escénicamente por Graham Vick, nada convencional, en minifalda. Sé que esto no gustó a todo el público, pero desde el punto de vista artístico fue de gran interés, por la búsqueda dramatúrgica que aportaba, y esto es lo que en realidad importa. Además, hago estas cosas muy convencida porque comprenderá que he cantado tanto estos personajes que hacer siempre lo mismo es un aburrimiento.

-¿Qué le queda pendiente del repertorio?

-Siempre he procurado hacer los papeles en los que me encuentro más cómoda. Es una cuestión de honestidad y respeto al compositor. Por eso procuro no moverme de aquellas óperas en las que puedo aportar lo máximo. Títulos como «Anna Bolena» o «Maria Stuarda» marcan mis próximas pautas a seguir. Y también cantar cada vez menos, tener más tiempo para mí y hacer cosas como no trabajar en verano

El director artístico de la asociación, Javier Menéndez, inició la rueda de prensa y aseguró que "hemos reunido un elenco de intérpretes de lujo que podría ser la envidia de cualquier teatro del mundo". Asimismo destacó el papel y las capacidades vocales, humanas e interpretativas de todos los participantes.

En la misma línea, Emilio Sagi, incidió en las capacidades de los intérpretes, tales que una grabación de la representación hubiera sido, a su juicio, necesaria: "No se puede hacer Lucrezia sin este plantel". Tuvo elogiosos comentarios para todos sus compañeros de mesa y explicó sus intenciones en esta versión producida para la Asociación Bilbaína de Amigos de la Opera. "Donizetti busca un morbo musical con la obra que yo intento añadir a la estética de este drama extraño", concluyó el director ovetense.


DONDE MEJOR? Paolo Arrivabeni, director musical italiano de gran proyección internacional, aseguró que era imposible realizar una Lucrezia Borgia en unas condiciones mejores. Por ello, en el resultado que disfrutarán los aficionados debe notarse "el buen ambiente reinante entre nosotros", afirmó José Bros, "el mejor cantante español de la actualidad", según el director Sagi.

Mariella Devia analizó las características de la producción para favorecer la interpretación de los cantantes: "El marco mínimo de esta Lucrezia Borgia permite que los gestos de los cantantes ensalcen a los personajes que interpretan".

Jossie Pérez y Giorgio Surjan agradecieron la oportunidad de participar en la temporada ovetense. Ambos se mostraron muy ilusionados de interpretar la obra de Donizetti, especialmente la cantante puertorriqueña, muy ilusionada por desembarcar en el circuito europeo y poder desempañar el buen hacer que ha demostrado en el de EE.UU.

Coincidieron los responsables del título en «la excepcionalidad del reparto que sacará adelante las representaciones ovetenses y que se puede considerar a la altura de los mejores teatros europeos». Los elogios fueron para la totalidad del elenco, como señaló Emilio Sagi, «muy bien pensado en su totalidad con cada cantante perfectamente adaptado a su cometido», si bien llovieron los mayores elogios para los que interpretarán los principales roles.

Mariella Devia fue, en este sentido, objeto de las más encendidas atenciones. «Para un director de orquesta italiano es un sueño hacer una "Lucrezia" con la Devia», señaló Paolo Arrivabeni, mientras que el director artístico de la temporada, Javier Menéndez, destacó que la diva italiana interpretó «este mismo rol en la Scala y Bolonia hace dos años». También José Bros, cantante vinculado a la Ópera de Oviedo desde los inicios de su carrera, compartió elogios de los presentes, «es ya uno de nuestros cantantes de mayor proyección internacional», explicó Menéndez, mientras que Emilio Sagi destacó que Bros es «actualmente el gran tenor que España aporta al mundo, el heredero de la escuela española de tenores». Además, Bros ha querido que fuese el Campoamor el teatro que acogiese su debut en el rol de Gennaro.

El director de escena ovetense también quiso enfatizar que inició su carrera en el Campoamor dirigiendo, en una de sus primeras obras, a «Mariella Devia junto con Alfredo Kraus en "Pescadores de perlas". Desde entonces hemos trabajado juntos en numerosas ocasiones en las que ella siempre ha derrochado un alarde de sensibilidad, con una forma de decir el belcanto magnífica y excepcional».

Tanto el bajo Giorgio Surjan -que el año pasado obtuvo un gran éxito con su participación en «Lakmé»- como la debutante en Oviedo Jossie Pérez, una mezzo que, según Sagi, «será un descubrimiento y que está llamada a hacer una gran carrera», compartieron el beneplácito generalizado al igual que la OSPA de la que Arrivabeni señaló que es «de un altísimo nivel».

El reparto estará completado por cantantes como José Luis Sola, Francisco Santiago, Ernesto Morillo, Mikeldi Atxalandabaso, José Manuel Díaz, Ángel Rodríguez y Celestino Varela. La producción se estrenó en el Palacio Euskalduna de Bilbao dentro de la temporada de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera.